jueves, diciembre 13, 2012

EL PLACER DE LA LECTURA II



Hace ya unos cuantos años, escribí este cuento que pienso puede tener relación con la propuesta que nos hace Pedro Ojeda sobre el  Placer de la Lectura. Es mi pequeña aportación.

                       SEGROB


Fue una época de mi vida en la que me dio por leer y leer. Quizá la causa estaba en el invierno frío y lluvioso, por ello, mi mayor placer consistía en enclaustrarme dentro de la Biblioteca.

Cuando llegaba la hora de cerrar, el encargado muy amablemente me indicaba que debía irme. Yo le miraba sin comprender y era precisamente mi incomprensión lo incomprensible para él.

Recogiendo como un autómata el manojo de letra impresa, salía a la calle. El dueño del kiosco cercano, no tiene horas fijas de cierre, lo cual me alegraba mucho, pues así podía comprar los periódicos de la tarde (los de la mañana los tenia ya leídos), las nuevas revistas y todo lo que oliese a lectura. Con toda aquella preciada carga me dirigía muy ufano al autobús.

Y fue precisamente en este medio de transporte donde descubrí, en uno de los libros de préstamo, un billete de metro con la siguiente inscripción:
         
          Los días que uno espera olvidar, los días que
          uno sabe que olvidará.
          ¿Qué importa el tiempo sucesivo si en él,
          hubo una plenitud un éxtasis una tarde?

Inmediatamente contesté:
    
          Intemporal. Inaccesible,
          el momento del éxtasis
          siempre permanece.

Al día siguiente, devolví el libro y olvidé‚ por completo el asunto. 

 La época febril de lectura, poco a poco fue pasando. Los días comenzaban a ser largos y paseaba por las calle de la ciudad. A veces, era ya muy entrada la noche, cuando volvía a casa.

Compré una bolsa grande, especie de mochila, y decidí llenarla con todo lo que en mis largos paseos me pareció más interesante.

Con el tiempo decidí vaciarla. Allí encontré‚ de todo: cáscaras de pipas, alas de mariposa azul, flores secas, dos piedrecitas blancas, tres plumas  de distinto  tamaño y grosor, una madera en forma de lagartija putrefacta, briznas de hierba, hojas de morera, un bigote de gato, tierra, arenilla, migas de pan y lo mas extraño, un papel- ya para entonces había roto definitivamente con  aquel mundo-.No recordaba en qué momento lo había metido en la mochila. Seguramente lo confundí con otra cosa. Mi curiosidad quedó fija en él y dejé de prestar atención a todo lo demás.

Al tenerlo entre mis manos, vi que era un billete de metro amarillo con letra impresa en  bolígrafo azul. Mis circuitos de memoria comenzaron rápidamente a actuar, hasta darme cuenta que aquel era el famoso billete de metro que yo había encontrado en un libro de los que por entonces me hacían compañía.

Cuando el sol empezaba a ponerse pesado, algo volvió a obsesionarme: ¿De quién eran aquellos versos que parecían dispuestos a seguirme?

Una mañana al levantarme, tomé la resolución de volver a mí época de lectura, pero esta vez iba a ser seleccionada e intencionada.

Al verme el encargado de la biblioteca, le percibí de nuevo su incomprensibilidad y me miró desde lejos como distraído. Yo hice lo mismo, pero los dos supimos  que había vuelto a establecerse un equilibrio roto.

Mientras leía con paciencia y detenimiento verso a verso todos los poemas de los clásicos españoles y los clásicos extranjeros, una o dos veces, me fijé en el rostro de la gente y por su cara deduje que el otoño, nos había envuelto en su acostumbrada tristeza.

Seguí leyendo poemas y descubrí la cantidad de versos que han escrito los hombres a lo largo de los tiempos. La forma de pensar y sentir es tan actual, que me dejaban perplejo.

¿Por qué aquel empeño en cuatro palabras? ¿Por qué no lo dejaba y me dedicaba a otra cosa? ¿Merecía la pena?

Sostuve una gran lucha  entre el desánimo  y el deseo de descubrir hasta que  ganó el continuar la búsqueda.

Un domingo, unos amigos insistieron en llevarme a su casa a pasar el día. Ellos estaban bastante preocupados por mis continuas rarezas de hacer siempre lo mismo en una determinada época y después dejarlo para coger otra  manía. Al fin y al cabo, decían, eso no era normal.

A mí me parecía que sus manías eran muy similares a las que yo frecuentaba, lo que pasa es que yo las variaba por temporadas y ellos tenían  una durante muchos años.

No obstante, decidí pasarlo con ellos lo mejor posible, la verdad  es que eran amables y siempre se habían portado bien conmigo, aunque  de vez en cuando comentasen mis "rarezas".

Llegué a su casa dispuesto a sufrirlos lo mejor posible; y al entrar en el enorme salón, ordenado y limpio, me atrajo poderosamente la atención una gran fila de libros, todos del mismo color, que estaban colocados en la estantería del mueble.

Imantando por ellos, casi sin saludar a mis amigos, me acerqué para  mirarlos. Olían a papel recién salido de fábrica.

Al ver mi gesto, me explicaron que era una colección de poesía comprada a un vendedor, que  los trajo a casa y como el color combinaba con el marrón claro de la estantería, decidieron comprarlos. Además la forma de pago era un tanto cómoda e incluso me hicieron la pregunta afirmación:

¿Verdad que el color es precioso?

Yo les contesté‚ con otra pregunta ¿Los habéis leído?

- No, me replicaron, apenas si tenemos tiempo.

Como ya había ocurrido otras veces, nuestro diálogo se averiguaba algo discontinuo y troceado. Decidí olvidarlos, aunque fuese una descortesía  y cogiendo un libro al azar, comencé a leer.

Y cuando mis ojos tropezaron con aquello  de:


"( los días que uno espera olvidar, los días que uno sabe que
olvidará)" callé bruscamente y comprendí el autentico significado de mis obsesionantes versos. Lo que pasó después, es algo que no voy a contar, nos pertenece a ellos y a mí.

Seguí leyendo, ahora ya en voz baja y completamente absorto en el poema.

          ..............................
          ................................................

          ¿Qué‚ importa el tiempo sucesivo sí en él
          hubo una plenitud, un‚éxtasis, una tarde?.

Cerré‚ el libro  y encontré‚ su autor.

Hubiese deseado  compartir esos momentos con mis amigos, pero ellos siempre estuvieron ajenos y jamás comprendieron que estaba ocurriendo en mi.

Pasamos el resto del día más o menos como se pasa en estos casos, dejándonos llevar por la rutina establecida para un domingo con invitados.

Al volver a casa abrí ilusionado la mochila para comprobar que allí seguía el preciado billete de mis sueños, junto a él, algunas flores secas a las que antes no había prestado atención, me miraban  interrogantes. 



(c) Texto y foto: Luz del Olmo

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13 Comments:

Blogger AntonioyDaniela said...

Hola Luz:

¿No son super atractivos los temas que se encuentran a través de la lectura? Gracias por compartir tu relato con nosotros. bss

daniela

jueves, 13 diciembre, 2012

 
Blogger Pedro Ojeda Escudero said...

¡Y tanto que tiene relación! Un cuento bien borgiano, un amante de la lectura como pocos.
Gracias por tu participación en esta serie. Un beso.

jueves, 13 diciembre, 2012

 
Blogger Merche Pallarés said...

Precioso y como dice el profe bien borgiano hasta el título, je,je... Besotes, M.

viernes, 14 diciembre, 2012

 
Blogger Myriam said...

¡Genial! me encantó, Luz.

Besos

viernes, 14 diciembre, 2012

 
Blogger Abejita de la Vega said...

¿Y qué pasó con el pelo de gato?

viernes, 14 diciembre, 2012

 
Anonymous Anónimo said...

Una maravilla de entrada, una marvilla tu poesía completamente azul.
Gracias por compartirla con todos.

Rita.

viernes, 14 diciembre, 2012

 
Blogger Pamisola said...

Muy bueno Luz, el juego que puede dar una señal en un libro. Pero hay que saber hacerlo, como tú. El título ya hace sospechar.

Besos.

viernes, 14 diciembre, 2012

 
Blogger Gelu said...

Buenas noches, Luz:

Aparte del misterio que en sí guarda un libro, el añadido del billete de autobús escrito.
Con la pista del título de la ilustración y la ayuda de Google, fácil completar el poema.
Los versos anotados preciosos. Copio otros dos:

“...En los atardeceres pensaría
que para él había florecido esa rosa”.

Abrazos

sábado, 15 diciembre, 2012

 
Blogger pancho said...

Comprar libros por el color de la portada, mejor que no comprarlos en absoluto. Siempre habrá algún lector, que atraído por el autor, el título o el recuerdo, se muestre dispuesto a salvarlos del ostracismo y los libere de la ceniza del olvido de años y años de estantería.

Es identificable en el relato la espesa atmósfera borgiana.

Un abrazo.

martes, 18 diciembre, 2012

 
Blogger Ele Bergón said...

Daniela, gracias a ti por haber leído, supongo que hasta el final, este cuento que pretende ser borgiano.

Pedro,últimamente ando un poco ocupada, por eso pensé que este cuento escrito hace tiempo, podría servir. Me alegra el haber participado.Descubriste que los versos eran de Borges.

Merche, también lo descubriste, en el título estaba la clave.

Myriam, gracias por tus palabras y supongo que tú como argentinas, no sé si estarás a favor o en contra de Borges. Sé que en su país tine sus fobias y filias.

Abejita, el bigote del gato, aún lo estoy buscando. ¿LLegaste hasta el final?

Rita, no acabo de saber quién eres. De todas formas muchas gracias por tus palabras al cuento y la poesía y bienvenida por aquí.

Pamisola también te fijaste en el título. Gracias por tus palabras

Gelu, el caso es que cuando descubrí el poema, me desilusionó un poco pues está dedicado al Coronel Juárez y hacen referencia a la batalla de Junín y eso, me rechinaba un poco, pero es verdad que encontré en el billete de metro esos versos escritos y es verdad que los busqué. La forma de encontrarlos no es la que digo, pero esa es ya mi fantasía.

Pancho, lo de los libros por el color, es algo que los que han leído este cuento siempre les llama la atención. Lo hice un poco por contraste o porque me salió así. Ya he dicho que lo escribí cuando era más joven que ahora.

Besos para todos y todas

Luz





miércoles, 19 diciembre, 2012

 
Blogger matrioska_verde said...

ADEMÁS DE un color bonito, los libros contenían el significado de tus versos y algunas de tus respuestas.

misterio, buena narración... ¿se puede pedir más?

biquiños,

miércoles, 19 diciembre, 2012

 
Blogger Ele Bergón said...

Aldabra, muchas gracias por tus comentarios

Besos

Luz

miércoles, 19 diciembre, 2012

 
Blogger Myriam said...

No se si estoy en contra o no, y no creo que pueda hablar de una fobia hacia él, peor si puedo decirte que sus relatos tan bien elaborados, me producen un sentimiento de frialdad intelectual. Hay otros autores que me emociona leerlos. También se lo mucho que te gusta a ti, Luz y me parece muy válido, más cuando a partir suyo puedes crear relatos como éste.

Besos

domingo, 23 diciembre, 2012

 

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