A veces cuando el día
se empeña en saludarme
con tristezas imperfectas
y pensamientos deformes,
salgo a pasear por las calles
de este pueblo en el que habito.
Casi siempre me reciben
las palabras
de otros despistados
paseantes de la vida.
Nos acoge el desencuentro
para darnos las sonrisas y el saludo,
tres frases intrascendentes
y destellos de gastada filosofía.
-¿Cómo estás?
-¡Llevo una semana con gripe!
-He salido de mi casa sin las llaves.
-Hoy el frío me tiene helado el sentimiento.
-¡Hasta luego!
-Me ha alegrado verte.
Vuelvo a casa
y descubro que a esta hora,
el rosa y el azul
de mis cuadros interiores,
brillan más
y en su monotonía constante,
las horas me distraen
con un tono algo distinto.
Suena el teléfono,
abro un e-mail,
intento en una tarde
explicar:
"el porqué de los porqués"
y todo ello sigue ampliando
el horizonte de mi sonrisa.
Cuando llega la noche,
la luna ya tiene rayos blancos
proyectados en un círculo,
desterrando, para entonces,
la soledad del inicio.
(c) Foto y texto: Luz del Olmo
Etiquetas: mis fotos mis poemas
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