miércoles, octubre 22, 2025

LAS CATEDRALES






 Al nacer en la provincia de Burgos,  he de decir que una de las catedrales que me parecen más hermosas, tanto por fuera cómo por dentro,  es la de esta ciudad. Cada vez que voy hasta allí, me gusta más y quedo embelesada mirando sus piedras, sus arcos,  vidrieras, esculturas, pinturas....Eso no impide que a lo largo de ya mis dilatados años,  menosprecie a las que he visitado en mis viajes, tanto en España cómo en  Europa, ya que el  famoso "charco",   solo  lo crucé una vez,  cuando llegamos  a visitar   Nueva York y   Washington, dónde también tienen sus  interesantes y propias catedrales.


  De estas joyas labradas en piedra  de  las diferentes capitales del mundo,   conozco en particular  las  de España  ya sean románicas cómo la de Soria,  Sigüenza,  Lérida, Zamora.... sabiendo qué muchas más  tienen ese encanto de este estilo más sobrio que las góticas y más de una, llega a estar  hecha en  los dos estilos, pues  tardaban años y años  en dejarlas  terminadas. 


En el pasar de los siglos, vinieron las catedrales góticas y el número se extiende a las diferentes capitales de España  como Toledo, Málaga, Salamanca, León... y así se pueden ir recorriendo, cada una con su particular belleza. En el resto de Europa ocurre igual, siendo una de mis favoritas la de Milán, sin olvidar la de Notre Dame de París y en especial  La Sainte  Chapelle de esta misma ciudad, dónde sus vidrieras y en un día de sol, están llenas de colorido. 


Las mezquitas también son consideradas catedrales, cómo  las  de Córdoba, Huelva, Ceuta, sin olvidar la de Toledo.... y  las que son distintas  en  cúpulas y estructuras,  pertenecen  a  la religión ortodoxa,  cómo ocurre con La Catedral de San Basilio en Moscú, La dorada de San Petersburgo,  La Catedral de Borisov en Bielorrusia, .... según se van pasando por las diferentes  ciudades  que he visitado. Sin embargo hay otras muchas que en el mundo han sido  y son, pero yo no he tenido el placer de visitarlas, cómo así me ocurre con la de  Santa Sofía en Turquía. Ahí me tengo que conformar con las últimas fotos que me mandaron mis familiares que por allí estuvieron. 


Tampoco olvido la  catedral de Praga, sin dejarme  atrás  la de Budapest, aunque esta la recuerdo menos porque estuvimos tan solo  dos días.  Del Reino Unido, recuerdo la de San Pablo en Londres y me  viene  más a la memoria  la catedral moderna  y curiosa de Liverpool. Sin embargo la catedral de Finlandia, no me decía mucho y la de Riga,  no la pude ver con claridad, pues cuando estuvimos por allí, cayó una gran nevada y  en mi memoria destaca más  cómo la nieve  fue la protagonista de mi estancia, llenando la playa en el mes de abril y  la imagen de  un  músico  tocando impasible  un violín, mientras los copos le iban acompañando. 

 

Nunca estuve en Latinoamérica, ni tampoco  en África ni Oceanía, ni en Asia,   así que de estos continentes, que también tienen su catedrales, no puedo opinar de ellas, pero por lo visto en sus fotos, sí puedo decir que deben ser templos de innegable belleza. 

 

Por supuesto  algunas de las catedrales del sur de España,  incluida la Mezquita de Córdoba,  tienen esas pinceladas árabes que  también les hace únicas e irrepetibles  a este templo dedicado a un ser superior, optando distintos nombres: Dios, Jesucristo, Mahoma,  Dalai Lama...  y eso sin saber  con  toda certeza  la realidad de lo que puede ocurrir después de salir de esta vida terrenal. 

 

También es verdad que  cuando disfruto de la belleza de estas catedrales, mezquitas, o templos, pienso cómo las religiones y muchos religiosos tienen en su poder  estas joyas de la arquitectura, pintura e imaginería y  qué está muy bien qué así sea, pero  me  resulta algo disonante, el cómo   en los tiempos de su construcción, mientras el pueblo moría de  hambre,  las construcciones seguían  y las muertes de los muchos que las estaban construyendo también, ya que  tuvieron su especial protagonismo, por ello,  deberíamos recordarlos con más frecuencia, pues  fueron muchas personas las que perdieron la vida  en las construcción de estos templos.

                                                             




Foto hecha  junto  la catedral de Borisov, en Bielorrusia, con    Rafael del Moral Aguilera  y los profesores de español, del Colegio nº17 de esta ciudad,   en el año   de 2003.  


(c) Texto y fotos: Luz del  Olmo Veros



jueves, septiembre 04, 2025

LO VICIADO








Cuando tenía dieciséis años y ya había terminado  mi Bachillerato  Superior  con las monjas, siendo huérfana de padre porque él había muerto hacía tan solo un año antes,  ya  no podía seguir en el Colegio de las madres Agustinas, pues las clases se terminaban con el Sexto y Reválida de aquellos años sesenta,  dónde obtuve mi título. Por ello, sabía que mientras  mis compañeras internas y externas, seguramente pasarían al Preu, que  por entonces, así se llamaba, lo que hoy es la Selectividad,   yo  tenía que buscarme un trabajo para poder sobrevivir. 


Mi madre se quedó sola en el pueblo, pero acompañada de vecinas y vecinos dónde le ayudaban con  cariño. Mis hermanos no estaban, pues el uno andaba  por Chile  de sacerdote y el otro,  ya había encontrado  trabajo en una ferretería importante de la capital, mientras vivía en una pensión cerca de Atocha. Y yo, después de haber aprobado mi  último curso de estudios de aquellos años sesenta, irremediablemente,  tenía que ponerme a trabajar para poder sobrevivir. 


No tuve mucha suerte con los señores y en especial señora, pues el marido se iba de caza  y  se ausentaba con frecuencia de su familia,  dónde me junté con una ama de casa bastante desagradable,  una cocinera  y también una doncella,  cómo por entonces correspondía a estas familias de apellido compuesto. 


Teóricamente yo era la institutriz de las niñas y les ayudaba a  despertar  y prepararse  por la mañana temprano para ir andando hasta el colegio de  esas monjas agustinas donde también yo estudié. Después volvía a la casa  y tenía  tiempo libre, pues mi obligación consistía en atender a las niñas,  por ello,  hacía varias  veces  este camino  de ida y vuelta: ir por la mañana, hacer  mi trayecto con ellas, volver a la casa y la  hora de comer,  ir a buscarlas hasta la calle Goya,   para ponerles la comida ya hecha por la cocinera y  volver  a hacer el  mismo camino,  por la tarde.   También me ocupaba de que estas niñas tuvieran los uniformes limpios y en especial los zapatos, sin olvidarme de la ayuda en sus  deberes escolares.


Eso  no duró muchos días, pues cómo yo tenía bastante tiempo libre, a la señora se le ocurrió que mientras esperaba, podía ir limpiando el polvo en los numerosos adornos que el piso tenía  y después me iba añadiendo tareas como el ir  a  la compra con ella y su sirvienta, para enseñarme  cómo lo  debía de   hacer, pero  a mí me pareció que si yo estaba de institutriz, me ocuparía de las niñas y no de la compra, por ello empecé a pensar y cuando quiso mandarme  al supermercado yo le dije qué no me habían contratado para ello.  Obviamente  le sentó muy mal, pero a la persona que limpiaba  sí se le ocurrió que yo podía salir con ella los domingos  y qué me iba a presentar a algunos chicos porque  entonces lo íbamos a pasar muy bien. 


Debió ser  influencia del Todopoderoso ante los ruegos de  mi hermano el cura,  que siempre le rezaba  a Dios por mí,  el que me debió  mandar algún mensaje del cielo, pues se me encendió una lucecita  y tuve claro que allí me estaban insinuando algo y qué debía salir cuanto antes de aquella casa.  Por ello,  esa misma mañana, hice mi maleta y  entonces fue   cuando la señora se dio cuenta de mis intenciones de cómo iba a dejar su casa y obviamente me preguntó por mi salida tan precipitada.  La ignorancia es muy atrevida  y yo le  contesté diciendo  qué no  quería seguir trabajando allí y me iba de su casa. Se quedó   sin poderlo creer, se enfadó mucho y yo cogí mi maleta y volví al colegio. No recuerdo si me pagó o no, los pocos días de este mi primer trabajo.


Pasado no mucho tiempo, tuve bastante mejor suerte, pues las monjas me buscaron  otra casa para dar clases particulares por las tarde, a un niño y una niña encantadores,  junto con su madre y aquí voy a dar el nombre, la familia Tudanca, dónde disfruté enseñando a mis primeros alumnos y  dónde sentí su cariño hacia mí. Los he perdido en el tiempo y a veces he preguntado por ellos, ya que tienen negocios con este nombre y  es a   esta familia la que siempre recordaré con muchísimo cariño.





(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 



 

domingo, agosto 17, 2025

LOS ESCÁNDALOS

 


Para ti, mi amigo y maestro Julián Fernández de Quero, que te fuiste demasiado pronto, en esos primeros días de marzo, cuándo un nefasto virus vino  a visitarnos y llevarse a las personas  tan maravillosas cóm tú.


 No recuerdo que ni en mi infancia ni en mi juventud temprana, haber oído la palabra homosexual para referirse a personas adultas que cultivaban su amor, siendo del mismo sexo. Crecí con esa ignorancia y eso que en el colegio de las monjas,  si hubo un episodio que a nosotros las pequeñas internas, no nos acababan de referir, pero a las mayores que estudiaban el  bachiller superior de quinto y sexto, sí las oímos  comentar  un escándo que hubo entre algunas de las alumnas. Decían estas mayores que los padres de estas  compañeras  habían estado en el colegio, guardando en mi memoria el que"algo"  había pasado, pero no sabíamos cuál era  su realidad. 


Fue unos años después, cuando tuve ese  algo de consciencia  de cómo  podían enamorarse dos mujeres o dos hombres, para comprender en mi nebulosa de juventud, lo que al  parecer había ocurrido.


La vida va pasando y la mayoría de las veces, no sabes los distintos caminos  por dónde  el tiempo te lleva a transitarlos.


A mediados de los años 80 de nuestro siglo XX, estuve dando clases de educación sexual en varios colegios de Coslada, San Fernando de Henares, Rivas y Madrid capital, dónde fuimos mostrando  lo referido al sexo y  a la sexualidad de las personas, ya que en tiempos anteriores era un tema tabú y por ello, bastante distorsionado y alejado de la verdad. El fin de estas clases era dar a conocer a los adolescentes, de una forma sencilla, pero veraz, aquello que en décadas anteriores, nos habían ocultado.


 Algunas personas se dieron cuenta de esa carencia y por ello, en esta  década  de los  referidos  años  de 1980, se empezó a enseñar a los chicos y chicas, el derecho que en su pubertad y adolescencia tenían de conocer, todo lo que les estaba ocurriendo mientras su cuerpo, mente y comportamientos se iba transformando y su porqué.


Por ello, desde la Sociedad Sexológica, también llamada Sexpol, se propuso  a algunos  ayuntamientos, el dar clases a los grupos de séptimo  y octavo, para que estos grupos no cayeran en la ignorancia y la mitificación de  algo tan natural, cómo es el crecimiento de su propio cuerpo,  junto a las emociones que se  van sintiendo cuando el niño o niña  va dejando de serlo, para pasar a otra etapa por la que todas las personas  transitamos  y cómo de forma  bastante generalizada, se van creando conflictos psicológicos  y de comportamiento, por ese crecer en nuestra propia biología.


Recuerdo cómo todavía, algún que otro alumno y alumna me preguntaba por la homoxesualidad y   si  ¿ era normal o no? junto a otros mitos que se han repetido  a lo largo de los tiempos. Estos me lleva hasta el profesor Carrobles  de la Universidad Autónoma  y cómo utilizábamos una lista de todos esos mitos que existian  con respecto a la sexualidad, icluyendo los nuevos sentimientos  que se podían tener. Hay que recordar,  cómo en  su manifestación públca y  en la mayoría de la sociedad de esos años 80, todavía no estaba muy bien vista.


Una de las preguntas que se repetía  en los adolescentes de esta época de los 80 era ¿La homosexualidad  es una enfermedad? Y su duda venía porque así lo creían, ya que lo habían oído o se lo habían dicho. Viene a mi memoria  también el mito de no poder tocar una flor  o no lavarse la cabeza, cuándo una mujer tenía la regla o periodo. Esto último con menos frecuencia, pero todavía existia. 


No fue fácil para algunos progenitores de las chicas  y chicos, el aceptar que sus hijos e hijas fueran a estas clases y  también en más de una ocasión, la polémica pudo subir de tono. No obstante, para mí fue una gran experiencia  dónde también aprendí a conocerme mejor a mí misma,  intententando  que a lo largo del tiempo, a este alumnado que tuve, les haya servido para ser más felices, acercándose a la verdad.



 

(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros 

lunes, julio 28, 2025

LOS POETAS Y LOS MITOS


  

                                                         

 LUIS CERNUDA, nos dice  en una de sus prosas de OCNOS, que: "Bien temprano en la vida, antes que leyeses versos algunos, cayó en tus manos un libro de mitología".


No ha sido este mi caso, pues creo que cuando yo llegué a la mitología y siendo consciente de ello, ya había  escuchado  en la voz de mi hermano Victoriano, que por entonces era pastor de ovejas, el famoso romance titulado: La loba parda. Versos que bien se quedaron en la memoria que se ocupa de retener en el tiempo, lo que es muy difícil de olvidar. 


En lo que se  refiere a la mitología, no la descubrí hasta más tarde, cuando el famoso poema de La Odisea,  la  mi ya nombrada profesora de Literatura,  monja y directora del colegio a la que llamábamos la madre María Antonia, gran entusiasta de todo aquello que  estuviera escrito y   sin llegarme a nombrar ninguno de los magníficos autores que tuvieron que salir fuera de España o bien fueron asesinados, como Lorca, o desterrados como lo fue el gran Antonio Machado. La  censura franquista, nos lo  tenía prohibido. Manuel Machado sí, pero nada de su hermano.


Al ser una niña  que estaba pasando a la adolescencia,  no era tan capaz  como el autor sevillano,  de darme cuenta  de esa  tristeza que le parecía a Cernuda la religión que en mi caso, estaba sustentada en la dictura de ese general llamado Franco, dónde estaba prohibido poner en duda cualquier aspecto de la vida que llevábamos entre misas, rosarios y oraciones al Todopoderoso Creador, sin cuestionarme en ningún momento, aquella España gris de los años  sesenta, dónde la religión lo inundaba TODO.


Sin embargo, tengo la  anécdota de cómo el padre Ángel,  capellán de las monjas que vivía en una casita en un lugar del enorme  patio que teníamos, un día cuándo ya  se iba a jubilar o más bien retirarse de sus oficios  religiosos, pues padecía del corazón, me dejó en una de esas  estampas de aquellas  en blanco  y negro, estos versos que después  me he dado cuenta, pertenecían a Miguel Hernández : 


El odio se amortigua, 

detrás de la ventana,

será la garra suave,

dejarme la esperanza.


Recuerdo que de tanto leerlos, me los aprendí de memoria. Después de varios años, un día los recordé y entonces  comprendí  que don Ángel era un seguidor del poeta de Orihuela, nacido en 1910. 


Siempre he tenido  esos versos guardados en un  misal, pero cómo más de una vez me he cambiado de casa, por más que los busco, no acabo de encontrarlos, pero de mi mente nunca  se han borrado.



(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 





lunes, julio 07, 2025

ALGÚN BAZAR

 








A  las tiendas de Pardilla, que solían vender de todo, nunca les llamábamos bazar, es más, creo que esta palabra es algo más moderna que mis recuerdos de niñez y adolescencia. 


Lo palabra que sí recuerdo y que puede pronunciarse como bazar pero sustituyendo la letra "z" por la letra "s", es  vasar, así con uve y es, al menos que yo sepa, para los castellanos, ese mueble que estaba en la mayoría de nuestras casas, sustituyendo a lo qué hoy es estantería o mueble bar, pues  ahí metíamos los platos, vasos, principalmente y ese vasar podía estar en la cocina y también en el comedor. Esto es al menos mi recuerdo. 


Nosotros lo teníamos en la cocina y era un mueble bastante viejo y desgastado, pero con todas las tablas bien puestas. Alguna  vez puede que lo pintaran mis padres, posiblemente de blanco, pero en mi memoria lo recuerda cómo algo oscuro y no es de extrañar, pues la  cocina solo  tenía un pequeño ventanuco con un abertura en  forma de flor por dónde se podía ver el corral del vecino  y poco más, quizás en la lejanía yo imaginaba la carretera que nos llevaba a Milagros y a los pueblos que nos íbamos encontrando hasta llegar a la villa de Aranda de Duero, como  el citado Milagros y al subir una empinada  cuesta por la derecha,  se podía  y se puede ir  a  Fentelcésped o todo recto  a Fuentespina, hasta llegar a la cabeza de Partido que era y es   Aranda de Duero, quedando en la izquierda, la carretera que nos lleva hasta  Campillo. 


Por entonces no estaba hecha la autopista y ni siquiera pensada,  por ello no era fácil ir sorteando los coches a lo largo de esa Nacional I y más si se iba en caballería  y bastante difícil si se hacía con un carro. Más de una persona tuvo un accidente y cómo el señor Félix, muy a migo de mi padre, acabar allí su vida.







Etiquetas:

domingo, junio 22, 2025

EL TIEMPO, SIEMPRE EL TIEMPO

 

                                                           

 



No hay otro tiempo que el ahora.

Jorge Luis Borges. 


Aunque quisieras, no lo puedes detener  y otras  veces, le pides que pase rápido, notando y exagerando su lentitud.


Él, llamado tiempo, no atiende a tus peticiones y va a su libre albredío, no obstante, sí tienes algo  que lo domine, está  guardado en  tus memorias, que distorsionadas o no, lo mantiene, para volver a recordar aquellos años pasados: ¿dónde fuiste tan feliz? ¿quién te acompañaba?  y es muy probable que esa realidad, llamémosla paralela,  se encuentre sola en tu imaginación, modelada por los años que ya se fueron  y  solo quedan en los recuerdos, de tantos lugares y personas, con algo o bastante  distorsión  porque  mientras  va pasando  el tiempo, a esos recuerdos  les inundan  los  errores y  también inexactitudes que tú piensas fueron reales.


Es una fantasía el tiempo? o es solo una imagen de una realidad pasada? Dicen que el presente no existe, porque se  ha enredando con el pasado y sin llegar al futuro.


       El tiempo suele estar emparentado con el  recuerdo y también con las quimeras de todo aquello que un día, más tarde o más temprano, llegará a posarse  como una mariposa inquieta, en la ilusión de su instante.


    Esto que ahora escribo, son tan  solo los recuerdos que distorsionados o no, me van dictando palabras más o menos  con acierto, de unos tiempos que han pasado, dejándome una pequeña huella, que yo intento  rescatar, en los instantes de esos vuelos que van marcándome los pájaros,  en las alas de su tiempo.



 

 

(c) Texto y  fotos: Luz del Olmo Veros

 


Etiquetas:

martes, mayo 13, 2025

TANTO MIEDO





Por miedo de irnos solos a la fuerza del tiempo.

                                          Luis Cernuda


Cómo todas las emociones, el miedo es incontrolable, llevándonos a las personas en la mayoría de las veces,  a un estado de vulnerabilidad, dónde todos los patrones tanto físicos, cómo sociales y psicológicos,  van respondiendo en su  defensa. 


El miedo puede llegar en su estado más avanzado, al pánico, porque este miedo tiene también sus diferentes formas de expresarse. ¿Quién no ha tenido nunca miedo, exceptuando las épocas de nuestra temprana niñez, o también  ese estado de locura que nos impide ver la realidad? 


El miedo en sí es una defensa que tenemos todas las personas y también  los animales para poder sobrevivir, no obastante, cómo emoción que es, tiene su cara y su cruz. ¡Cuántas experiencias habremos rechazado por miedo! Después puede que nos hayamos arrepentido de no haber hecho aquel viaje, salido con aquel chico o chica, haber dicho aquellas palabras que  debimos pronunciar.... porque el miedo tiene su ambivalencia  y cómo no sabemos realmente lo que puede ocurrir en el  futuro, a veces nos arriesgamos y otras, por el contrario, lo desechamos, porque el tiempo que no para de correr,  nunca nos pondrá fácil  saber la opción más correcta. 


Retomando mi infancia, puedo decir que aún recuerdo, cómo más que  miedo era cansacio,  cuando mi padre y yo volvíamos de Moradillo, el pueblo  de la provincia  de Burgos, dónde residia la familia de mi madre, cuando a mí tanto  me  gustaba ir por esos caminos, montada en el borrico al que llamábamos Brillante, de color entre gris  y marrón claro, al menos así lo recuerdo, y aunque la ida siempre se me hacía corta por aquellos senderos polvorientos, la vuelta ya no lo era tanto. Por ello, ya bastante antes de llegar al Corral del Mono, empezaba a preguntar  a mi padre ¿cuánto falta para llegar a casa? Él me engañaba para decime: cuando pasemos esta cuesta, ya hemos llegado a Pardilla. Pero  aunque no me mentía, no me decía la verdad, porque a mí se me hacían interminables aquellas subidas y bajadas  polvorientas del camino solitario,  junto con los atisbos de luz, que poco a poco se iban apagando.

 

Él iba tranquilo y  contento de haber vuelto a ver a la familia de mi madre, pero yo con mis siete u ocho años, empezaba a sentir miedo de la noche, por si su cercania nos pillaba, teniendo más posibilidad de equivocáramos  en los caminos, tanto mi padre como el propio burro. 


Mi progenitor  iba andando y yo montada en el asno, aunque  me sentía segura, notaba  algo de resquemor por si nos perdíamos. A causa de ello,  yo cada dos por tres, en especial cuando estábamos en lo alto de las cuestas,  repetia las pregunta que me obsesionaba:


-¿Falta mucho para llegar a Pardilla? ¿Cuándo llegamos a nuestra casa?  y él siempre me contestaba: 


-Pronto Mari,  ya falta muy poco para llegar al Corral del Mono-  pero aquel poco se me hacía interminable y nunca llegábamos al famoso  corral hecho piedra a piedra, cómo todos los corrales que todavía subsisten por Pardilla y sus alrededores. Y cuándo por fin lo veíamos, me ponía contenta  sabiendo que el pueblo estaba cerca y era entonces cuando  mi progenitor  me contaba la última  de sus mentiras. 


- Al llegar al corral,  podemos coger el coche de línea  y así no te cansas. 


¡Mi padre era un bromista y yo una ilusa! Es verdad que al ver ya la carretera Nacional I, estábamos cerca de Pardilla, pero cuando esto ocurría,  me quería convencer con su verdad a medias:


-Si ya total, no merece la pena lo del coche. Mira ya se ve la espadaña de la Iglesia. 


Yo creo que el Brilllante, aunque fuese un burro, también debía de darse cuenta, porque siempre  aceleraba el paso.















   

(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 

Etiquetas: