33 AÑOS DEL ACCIDENTE DE CHERNOBIL
AIRE: Pasaban cuatro segundo de la una y veintitrés de la noche del viernes 25 de Abril de 1986, cuando me vi bruscamente invadido por el fuego.
AGUA: El núcleo del reactor número 4 de la Planta de Energía Atómica Chernobil se recalentó convirtiéndome en vapor; atrapado en las cañerías como un gigante de una jaula de pájaros, las reventé y produje una explosión extraordinaria; al caer sobre mi la grúa de 200 toneladas que los hombres diseñaron para cargar el combustible y que en el aquel preciso instante no podían dominar, me mezclé con el circonio de los tubos que lo contenía produciéndose, con tanta alta temperatura, hidrógeno; mientras se combinaba con el oxígeno del aire, provocando más de 30 incendio, los bloques de grafito del núcleo comenzaron a arder liberando una gran nube de productos radiactivos.
FUEGO: Yo nunca me vi dominado; lo confieso ahora, después de la destrucción; durante 14 días ardí sin mesura y muchos de los hombres que intentaron apagarme murieron en el empeño; querían enterrar los indicios que demostraban el robo, la ominosa acción de Prometeo que les llevaba a la muerte.
TIERRA: Para aplacar tu ira y que no me reventaras construyendo un túnel por debajo del núcleo y cubrieron tus ojos de poseído con toneladas de arenas y otros materiales.
Este es un pequeño fragmento del poema LA ESPIRAL IVISIBLE, que escribió Felipe Ángel Rodriguez, años después de la catástrofe ocurrida en CHERNOBIL y que el grupo ANTARES escenificamos en los Centros Culturales de Velilla de San Antonio y de Rivas Vaciamadrid, haciendo hablar a los cuatro elementos.
La foto está tomada en el río NËMAN de Bielorrusia, hasta donde llegó la contaminación radiactiva y donde tuve a bien, darme un pequeño baño, acompañado a mis amigas de esta zona.
Etiquetas: Chernobyl. Felipe Ángel Rodríguez. Poesía. La espiral invisible.