CANTO II A TERESA - JOSÉ DE ESPRONCEDA.
El pasado viernes día 9 de diciembre, el profesor Pedro Ojeda Escudero y la profesora Raquel Sánchez, junto con Antonio del Hoyo, nos dieron una conferencia en el Museo Romántico de Madrid, de forma auditiva y visual, con el título Autoelegía de Espronceda en su Canto a Teresa, refiriéndose a la amada y amante Teresa Mancha Arroyal, que dejó escrito el autor en su Canto II, incluido en su libro El diablo mundo, ante la irreparable pérdida que ocurre con su muerte.Es verdad que la acústica del lugar, no era muy adecuada y junto a mis ya cansado oídos, me impidieron disfrutar de todo lo que nos estuvieron contando con gran entusiasmo los dos profesores, acompañado por las magníficas imágenes que nos proyectaban y que pertenecen al libro de la editorial Démeter.Leo este canto y también lo escucho en varias repeticiones, quedando subyugada por los versos del autor extremeño, en la musicalidad de sus octavas reales, y decido que voy a intentar imitar, esa es mi osadía, escribiendo lo que me sugiere el poema de Espronceda, en algunas estrofas, que no son octava reales, para condensar la maravilla de estos versos en su forma y fondo que el poeta romántico, dedica a la muerte de su amada Teresa.
Vuelven a su memoria tristes recuerdos
de tantas horas alegres en días:
Ruiseñores, flores, fuentes, encuentros...
mientras olas del mar iban, volvían...
Completamente enamorado amaba
loco ilusionado en su libertad
en las aguas que todo lo inundaban
disfrutando de su irrealidad.
Las citas se suceden en cascada
porque el tiempo volaba, o se paraba
ante el deseo de estar con la amada
ya que todo su ser lo transformaba.
El sol, estrellas y la nube Blanca
respirando en el aire de sus días
ensueños de amor en su propia danza
por una mujer hecha poesía.
Es el amor buscándose así mismo
que huye errante arrastrando sus penas
y llama a Teresa en su desvarío
cuando las lágrimas son las sirenas.
¿Cómo pensar que este llanto de amor
de tanta felicidad y alegría
se transformara en un gran dolor
en el transcurrir de los tristes días?
Recuerda el poeta quién fue Teresa
en las horas felices y pasadas
veloces, eternas y siempre intensas
huyendo del tiempo en su escapada.
¿Sintió el poeta en su Teresa amada
primero manantial y claro río
y después aguas muy estancadas
en un torrente de color sombrío?
Mas al amor siempre le va llegando
un desamor que lo trastoca todo,
los años de la euforia van pasando
para cambiar y verlo de otro modo.
Tras la muerte llegó su desconsuelo
pero al fin, descansa ella en su camino
y él la recordará por tierra y cielo
como un rayo de luz en su destino.
(c) Texto y fotos: Luz del Olmo
Etiquetas: Canto a Teresa, Espronceda. Lectura de la Acequia.