DESTINO
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar..
Jorge Manrique
Un hombre baja
por la ribera del río
cansado ya de la tarde,
cansado de tanto frío.
Triste, mira su amanecer
y se pregunta:
yo, ¿a qué he venido?
Solo el murmullo de agua
responde:
a caminar, con distinta agua,
por el mismo río.
Este fue uno de mis primeros poemas que escribí y que sigue inédito, dejándolo aquí por primera vez, porque desde que era pequeña ese ruido del agua, siempre me ha acompañado y quedo en éxtasis, cuando contemplo las cascadas, que siguen en su empeño, de trasportar innumerables gotas de agua, con ritmo y sin pausa en sus pequeños y grandes caudales.
He conocido unas cuantas cataratas y en especial las que se encuentran en la provincia de Burgos, como las del valle de Tobalina y aquella que la naturaleza me regaló, en el pueblo de Covanera cuando:
Yo me encontré,
sola ante la cascada
siendo feliz .
Lo que también aumenta mi contento es ese pequeño ruidito que el agua cristalina hace, como ha ocurrido en esta reciente primavera, cuando por sorpresa observo cómo el cauce del Arroyo de Pardilla, tanto tiempo en su sequía, se decide a mostrarme una corriente pequeña de agua pura y cristalina, en pequeñitas cascadas, porque paseo por sus alamedas, donde unos árboles más que centenarios, fueron talados hace unos años y yo no he hallado el motivo, de tales talas.
El Arroyo de Ríofresno con su alameda, también tiene sus pequeños sonidos, mientras paseo por la orilla de este lugar con mis inolvidables recuerdos, pues el propio arroyo, pasa por medio de un camino y así se va formando una balsa, con el agua que vierte el manantial de la La fuente de los pájaros, para unirse a lo que viene desde su nacimiento en el término de Honrubia.
Creo que esta atracción por el sonido del agua, pura y cristalina, me viene desde mi niñez, cuando en un terreno tan de secano, oigo ese canto tan parecido al de los pájaros que allí beben, mientras mariposas de diferentes colores, revolotean y no escuchan ¿o sí? ese silencio impactante que tiene la soledad cuando es deseada, solo interrumpido por el murmullo monótono y suave , de las gotas de agua que van lavando las `piedras de su camino, para formar su pequeña canción en constante movimiento, mientras recorren su cauce sin nunca mirar atrás.
Todo tiene su comienzo y su final. Sabemos dónde empezamos, también vamos conociendo los caminos que forman nuestros trayectos, pero el destino de pasar de un arroyo, a otro más grande, llegando a un río y este río a otro, y así hasta su final en el mar, que nos llevará al Océano y... ese otro después ¿dónde termina? ¿Quizás en el infinito?
De de lo que sí estamos seguros, es que no habrá una vuelta atrás, porque cada instante que pasa, por mucho que lo deseemos, jamás, jamás, vuelve . El agua continua por sus cauces, pero las gotas que lo forman, son como las golondrinas de Bécquer: ¡esas, no volverán!
(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros
Etiquetas: Luis Cernuda.Mis textos