lunes, abril 29, 2024

DESTINO

 




Nuestras vidas son los ríos

 que van a dar a la mar..

   Jorge Manrique                                                                  


                                                                             

Un hombre baja

por la ribera del río

cansado ya de la tarde, 

cansado de tanto frío.


Triste, mira su amanecer 

 y se pregunta:

yo, ¿a qué he venido? 


Solo el murmullo de agua 

responde:

a caminar,  con distinta agua,

por el mismo río.



Este fue uno de mis primeros poemas  que escribí y que  sigue inédito, dejándolo aquí por primera vez,  porque desde que era pequeña ese ruido del agua, siempre me ha acompañado y  quedo   en éxtasis,  cuando  contemplo  las cascadas,  que siguen en su empeño, de trasportar innumerables gotas de agua,  con ritmo y sin pausa en sus pequeños y grandes caudales. 


He conocido unas cuantas  cataratas y  en especial  las que  se encuentran en  la provincia de Burgos,  como las del valle de Tobalina  y aquella que  la naturaleza me regaló,  en el pueblo de Covanera  cuando:  

                            

Yo me encontré,

sola ante la cascada

siendo feliz .

                                                

Lo que también aumenta mi contento  es ese pequeño ruidito que el agua cristalina hace, como ha ocurrido en esta reciente primavera,  cuando por  sorpresa observo cómo el  cauce del  Arroyo  de Pardilla, tanto  tiempo  en su sequía,  se decide a mostrarme  una corriente pequeña de  agua pura y cristalina,  en pequeñitas cascadas, porque  paseo por sus alamedas, donde unos árboles más que centenarios, fueron talados hace unos años y  yo no he hallado el motivo, de tales talas. 


El Arroyo de Ríofresno con su alameda, también tiene sus pequeños sonidos, mientras paseo por la orilla de este lugar  con mis inolvidables recuerdos, pues el propio arroyo, pasa por medio de un camino y así se va formando una balsa,  con el agua que vierte  el manantial  de la La  fuente de los pájaros,  para unirse a lo que viene  desde  su nacimiento en el  término de Honrubia.


Creo  que esta atracción por el sonido del agua, pura y cristalina, me viene desde mi niñez,  cuando en un terreno  tan de secano,  oigo ese canto tan parecido al  de los pájaros que  allí  beben, mientras mariposas  de diferentes colores, revolotean  y no escuchan ¿o sí?  ese silencio impactante que tiene la soledad cuando es deseada, solo interrumpido por el  murmullo   monótono y suave , de las gotas de agua que van lavando las `piedras de su camino, para formar su pequeña canción en constante movimiento, mientras recorren su cauce sin nunca  mirar atrás.


Todo tiene su comienzo  y su final. Sabemos dónde empezamos, también vamos conociendo los caminos que forman nuestros trayectos, pero el  destino de pasar de un arroyo, a otro más grande, llegando a un río  y este río a otro, y así   hasta su final en el mar, que nos llevará al Océano y...   ese otro después ¿dónde termina? ¿Quizás en el infinito?   


De de lo  que sí  estamos seguros,  es que no habrá una  vuelta atrás, porque cada instante que pasa, por mucho que lo deseemos, jamás, jamás, vuelve . El  agua continua por sus cauces, pero las gotas que lo forman, son  como las golondrinas de Bécquer: ¡esas, no  volverán! 




(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros



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jueves, abril 18, 2024

SORTILEGIO DIURNO



 Al autobús que pasaba por Pardilla, a eso de las tres de la tarde, para despertarnos de la siesta, lo llamábamos El Albarrán y  puede que me equivoque, pero creo que más o menos, esa era su hora de  todos los días de la semana, excepto los domingos. Lo  que sí  recuerdan muy bien  mis neuronas, es el sonido que hacían sus bocinas, para indicarnos que ya era  la hora de levantarse, después del pequeño descanso que nos tomábamos, en los  calurosos veranos de Castilla, a su paso por la provincia de Burgos y  con nitiedez, puedo  visualizar el color  amarillo del coche, con un gran morro y en especial su baca,  contándome alguno de  mis vecinos las anécdotas de lo que ocurría en el lugar que se acumulaban las maletas y otros utensilios varios. 


Mi amigo y  paisano, José Antonio, me ha relatado su experiencia de un viaje  a la vuelta de Boceguillas,  llevando  en la parte de arriba, donde  se acumulaban los viajeros  sin billete,  un ataúd  de madera y  el susto que se llevaron, todos los que iban en la baca, al comprobar cómo del féretro que  les acompañaba en el viaje,   salía una mano, a la vez que una voz preguntaba  que si todavía llovía o había escampao.


Parece ser que uno de los  viajeros,  al ver que la lluvia  arreciaba con  más fuerza, se había introducido en la caja de los muertos, pensando  que aquella caja de madera, era el mejor refugio para no tener que aguantar el chaparrón y por  ello decidió "morirse antes de tiempo" y  no mojarse, mientras hacia su viaje. Después de un rato y pensando que ya había pasado el aguacero, decidió levantar la  tapa de la caja mortuoria, sacar la mano y preguntar con voz viva : 


-¿ Llueve o no llueve?- El susto de los que iban en la parte de arriba, fue tremendo, para poco después, terminar en carcajadas. 


Esta Carretera General, como siempre la hemos llamado,  empezó con sus primeros planos allá por 1815, para quedar inaugurada a  mitad de los años cuarenta,  pasando   por cerca de la Plaza de Pardilla, donde todavía conservamos el asfalto, no sin antes, ya por 1949, decidir su primer desvío, pues más de un accidente hubo por entonces, como el ocurrido con el Benjamín.


Si paseas por los campos de  Pardilla, no existe solo este desvío, porque creo ya van tres. El  último fue en estos años convulsos del siglo XXI,  por donde ya no pasa El  Albarrán porque se extinguió,  como ocurre con El Navarro,  que nos solía dejar en La Casilla, la vivienda del Caminero,  figura importante  en aquellos años, encargada de mantener las carreteras limpias y arregladas las cunetas. Mi tío El Jotilla, se dedicaba a esto. El de Pardilla se llamaba Aniceto, y su apodo, obviamente El Caminero.


También me cuenta José Antonio que por aquellos años de desvío, en el pueblo pernoctaban los llamados picapedreros, que se dedicaban a golpe de pico y pala, a dejar las piedras pequeñas y así poder mezclarlas con el alquitrán.


Con el tiempo, los coches de la Continental, tuvieron sus destinos desde Aranda  hasta Madrid,  para pasar a otras empresas, como ocurre ahora, con parada en todos los pueblos, cercanos a la A-1 para hacer el trayecto de mañana y tarde, en las dos horas y media que dura su viaje. 


Y mientras escribo esto, voy recordando, cómo mi amiga Cándida y yo, nos subíamos a la era donde está la zarcera de la bodega que era del señor Román y  a la vez que  bordábamos con  aguja, hilo y bastidor, nos entreteníamos en contar  los coches que ya pasaban por el primer  desvío. 


Es posible que con el tiempo, pusieran el anuncio de Coñac Henness y a pesar  de sus muchos años, la pintura  todavía no se ha borrado. 




(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros




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jueves, abril 04, 2024

MÁS DE UN COMPÁS




Este es le título que Luis Cernuda, me propone en la siguiente lectura de su gran obra OCNOS,  para luego escribir mis experiencias relacionadas, en esta ocasión,  con  los claustros  que  abundan por la Comunidad Autónoma  de Castilla  León.  

Empiezo por el más conocido para mi familia y para mí. 

Cuando tenía cuatro años, me cuentan cómo me llevaron al convento de La Vid porque mi hermano Rafael, cantaba misa y se convertía en   sacerdote. 


Y sí, aunque no me creáis mucho, puedo decir que algún recuerdo de entonces, se ha quedado en mi memoria.  En concreto  la anécdota de cómo iba yo con mi rebeca supongo que algo vieja  y me la cambiaron por otra, más nueva y vistosa. También me han contado, los que vivieron esa experiencia conmigo, que los frailes  me llamaban "la pos". Parece ser que esa era una de mis muletillas de niña, que no ha quedado en mi memoria.  


Por  supuesto a este lugar he vuelto con una cierta frecuencia. Y tengo que decir que además del  hermoso edificio  que poseen,  la congregación de los Padres Agustinos, claustro incluido,  del siglo XVI,  con una bóveda de crucería, también es digno de visitar, su altar mayor  con una virgen del siglo XIII, donde  unos espejos permiten observar la escultura, desde distintos puntos de vista. También pido   que  me dejen subir y bajar por una escalera románica en piedra, que es una maravilla, pero de lo que estoy  más enamorada, es de su magnífica biblioteca. Allí  el padre Serafín,  nos ha mostrado algún libro  más de los que enseñan  al público que desea visitarla. 


Los alrededores son  también muy bellos  y acogedores, en la alameda que circunda todo el Monasterio, acompañando al  Duero,  con su huerta  y lugares  donde pasear,  respirando el aire limpio, lleno del sosiego y paz.


Pero, siendo sincera,  he de escribir que el claustro que más me ha impresionado, es sin duda el llamado de San Juan de Dios, en Soria. Allí,   siento encontrarme en un  lugar  muy especial, entre  el recinto de  sus columnas  y  aunque  he visitado bastantes de estos claustros que abundan por diferentes lugares de la tierra donde nací, éste es mi preferido. 





(c)  Fotos y  texto: Luz del Olmo Veros