UN PASEO POR EL MUSEO DEL PRADO EN NAVIDAD
El jueves de esta semana, el día amaneció nublado en Madrid, pero la temperatura no era fría y más o menos, agradable.
Habíamos quedado a las once en el Museo del Prado en la puerta de Goya. David y yo llegamos un poco antes y la cola ya era considerable. La encargada de vigilarla nos indicó que fuésemos mejor a la puerta de Murillo. Así lo hicimos y efectivamente pudimos entrar sin problemas.
Faltaban nuestras acompañantes. Después de las oportunas comunicaciones móviles, decidimos esperar dentro y dejar pasar a los que nos precedían, la mayoría extranjeros, sonriéndoles ante su actitud de sorpresa.La entrada a las escaleras de la pinacoteca era bastante lenta. Ya sabéis, escáner, arco detector, recoger los bártulos, alguna que otra pitada, comprar las entradas...Después de unos veinte minutos, pues ya se había empezado a formar otra cola en esta puerta, aparecieron Esther y Mari.
Nos fuimos directas a ver la exposición : El espíritu de la pintura, del pintor chino Cai Guo-Qiang. Esther me había hablado de ella y no le importaba volverla a ver. No me extraña, yo también quiero repetir. Es impresionante su pintura hecha con pólvora. Establece un diálogo con los grandes de la pintura española Velázquez Goya ...y en especial con El Greco, creando unos cuadros que cuanto más los miras, más, te introduces en ellos y empiezas a relacionar sus colores y formas para encontrar esa conversación entre pintores unidos en un mismo espíritu.
En una de las salas de la exposición se proyecta un documental, dirigido por Isabel Coixet, donde se va narrando el proceso creativo que ha realizado su autor para hacer esta exposición y que resulta muy interesante.
Hay tiempo para verla está hasta el 4 de marzo del año que va a empezar.
Como aún teníamos tiempo, decidimos ver por enésima vez la sala del Bosco. Imposible volver a admirar El jardín de las delicias, con tranquilidad. La cabezas se agolpaban y así no se puede apreciar una obra de arte.
Pasamos a ver la exposición de Fortuny. También lleno. Había que pedir hora. La decidimos para las cuatro de la tarde y así poder salir al exterior, buscar un lugar para comer y juntarnos con Julio que andaba de investigador en los archivos.
El restaurante que elegimos por allí cerca, a tope, y eso que aún no eran las dos. Cuando salimos, había cola para entrar. Madrid en estas fechas está lleno de paseantes. ¡Menos mal que han restringido el tráfico!
Volvimos al Prado a nuestra hora, para ver la exposición antológica de Mariano Fortuny. Admiramos cuadros al óleo donde la luz tiene un gran protagonismo, reflejando diferentes aspecto de la realidad del siglo XIX y los lugares donde vivió o visitó. También pudimos admirar las copias de las obras de arte y antigüedades de sus propias colecciones y otras venidas de diferentes museos y las que posee el Prado.
Esta exposición también la podéis ver hasta el 18 de marzo y creo que merece la pena, aunque a nosotros nos impresionó más la primera .
Fue un día genial y en buena compañía.
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