MAGNOLIO
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Oír la música que originan el tamboril y las dulzainas,
en las dos fiestas de Pardilla y los pueblos de alrededor, siempre me ha producido, un sentimiento
de verdadero placer, porque los sonidos que la originan, se introducen en mí
como una ráfaga de viento en su carantoña de verano, para escuchar la música que
va directa a mis manos, en el toque de pitos con los dedos y en consonancia con
el cruce de los pies, para obedecer la melodía en su repetición.
Es un placer que desde mi infancia se va repitiendo y que permance, en especial, cuando son las Fiestas de
la Patrona Santa Isabel, en el 2 de Julio y también el 29 de agosto en su
Fiesta Grande de San Juan “Degollao”.
Si es verdad que este sentimiento de placer está íntimamente relacionado con los sentidos, puedo afirmar que el disfrute de esos momentos que ocurren en el verano, vienen hasta mí en el deleite por la música compartida, que también puedo experimentar, cuando la escucho en el directo de la orquesta, donde los diversos instrumentos, cuentan su historia en esa eterna melodía que han ido creando los grandes autores, en el pasar de los siglos.
Esta jota castellana con
su música en repetición, es capaz, aunque me cueste un poco, de introducirse
en mí, para conseguir una cierta armonía y en especial, esa vivencia de
compartirla desde nuestros primeros años, con aquellas
personas que formaron parte
de nuestra infancia y adolescencia y por ello, se ha
quedado incrustada, como un sentir muy especial, guardada en la memoria, volviendo a tener el placer
del pasado, para retomar aquellos días felices, que nos llevan a
nuestro presente.
(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros
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