sábado, septiembre 24, 2011
miércoles, septiembre 21, 2011
LAS FOTOS DEL VERANO QUE SE VA
En Soria encuentro a Bécquer
y a Cervantes
En Ucero ( Soria) la Ermita de San Bartolomé en el hermoso Cañón del Río Lobos
Los atardeceres en los Cerrillos de Pardilla
Las Médulas en la provincia de León
La playa de las Catedrales en Ribadeo ( Lugo)
Las aguas tranquilas de Vigo
Y también castros en un poblado celta
En Urueña ( Valladolid) La villa del libro
Amanece en Simancas
La Plaza Mayor en Valladolid
En L'estartit ( Gerona) Mi hijo David me pide un poema
Miré el mar
y en ese instante
fui feliz.
Divisé las Islas Medes.
La quietud del cielo
en su color de plata.
Nuestra sonrisa interna
y un corazón en ese especial
vaivén del agua.
( Después de leerselo me dice: Está bien)
Al llegar a Francia y contemplamos el Tarn en la bella ciudad de Albi
El techo de su hermosa catedral
Paseamos por sus calles y vimos sus antiguas casas
Una calle del pueblo medieval Castelnau de Montmirail
Y también su plaza
Comimos los riquísimos tomates que cultiva Michel.
Etiquetas: mis fotos, verano2011
jueves, septiembre 15, 2011
EL MISERERE (Leyenda de Bécquer)
El Grito de Munch
Vio el horror del mal. Sintió tanto terror que cuando escuchó su grito, no pudo soportarlo.
Al intentar escribirlo en las últimas notas del Miserere que siempre había buscado, quedó incompleto para siempre.
Etiquetas: Lectura de la Acequia, Leyendas de Bécquer, mis textos
martes, septiembre 13, 2011
Gracias Merche
(c) Luz
Para Merche Pallarés porque ella también
trepaba al árbol, sin tener que pagar el fruto.
Gracias por el bonito día.
Pasaban las estaciones
al ritmo de los pájaros.
En el camino del huerto,
inventábamos palmeras
con paisajes donde el mar
no sabía que eran olas.
Dulce arrullaba la hierba
resbalando en la memoria
tibias noches de verano.
Y en el monte las encinas
se agitaban aireando
al gigante de los cuentos.
O en el valle la vendimia,
pintaban ruido los carros.
Con el cielo de tormenta
angustiaban a los hombres
sometidos por el viento
ondulados campos grises.
Se juntaban animales,
la tierra tenía olor
y el fuego se deslizaba
con delirio por las manos.
Trepábamos al árbol
sin tener que pagar el fruto.
Sólo cuando emigramos,
supimos que el silencio
también tiene su sonido.
Sin apenas darnos cuenta,
nos daba llamas la vida,
abandonando la luz
una o dos huellas dormidas.
Luz del Olmo
( El poema ya está publicado en una de mis primeras entradas, pero creo que por Merche merece ser repetido)
Etiquetas: mis poemas