26 DE SEPTIEMBRE
Desde que me cogiste en tus brazos nada más nacer, nunca me he desprendido de ti y eso que te fuiste, cuando yo tan solo había cumplido los quince años.
Han pasado 56, uno menos de los que tú tenías cuando al salir de la viña, recién vendimiada, en el término llamado Cocorrón, caíste en el empinado camino. Tu única compañía eran los campos y nuestro borrico Brillante, al que recuerdo muy bien, y, que no se movió de tu lado. No dejo de imaginarte con un dolor en tu corazón, tan fuerte, que no lo pudiste soportar, diciendo a tus seres querido un adiós para siempre.
Sentí tu recuerdo, en esas seis de la tarde, no en vano, era tu favorita.
Caían algunas gotas del recién empezado otoño y mi madre, la que te dio tres hijos y una hija, se había adelantado en el camino, por eso, porque llovía y yo, que siempre iba contigo por los campos, escuchando tus historias, ese día, me encontraba en Zaragoza, con tu hermana Cayetana, recogiendo las cenizas de Evencio, muerto a los 23 años y en la plenitud de su inteligencia. Por eso, nadie te vio morir. Siempre he pensado que nunca llegaste a superar, la pérdida del hijo del que tanto presumías .
- Nuestros vástagos han de estudiar, ya que nosotros, nunca lo hicimos.
Lo cumpliste. Solo Victoriano se quedó para ayudaros, porque Rafael el mayor, hacía bastante tiempo que había salido de casa, encauzando su vida en el sacerdocio.
¡Qué triste transitar por la vida, sintiendo la ausencia de estar junto a ti! Desde aquel 26 de septiembre de 1964, dejé de ser la niña querida y mimada por todos y en especial por ti.
¡Cuánto te echo de menos¡ Tu recuerdo siempre vendrá conmigo de forma especial, hoy, cuando se vuelve a repetir este, aciago día.
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