Yo conocí a
la Yoli, a pesar de sus faltas de asistencia a clase.
En los años
80, La Sociedad Sexológica de Madrid, puso en marcha un programa
pionero de educación sexual en los colegios de Coslada para
chicas y chicos de 7º y 8º de EGB que dicho sea de paso, les
encantaba. Los profesores que también éramos psicólogos y
monitores en educación sexual, les explicábamos los genitales
tanto masculinos como femeninos en diapositivas reales obviando los
dibujos y les decíamos que era una parte más de nuestro cuerpo y
así se debía tomar, transmitiéndoles la normalidad al ver un pene
o una vulva. Les hablábamos de la masturbación y el coito sin
ningún tipo de tapujos y con toda su objetividad, dejando aparte
cualquier tipo de ideología. Como el programa constataba de nueve
clases también les enseñábamos los métodos anticonceptivos
que existían en el mercado, eso nos llevaba a hablarles de los
embarazos no deseados y de forma tangencial al aborto e incluíamos
también lo que era un embarazo y un parto. Pero las clases no
olvidaban la parte emocional de la adolescencia y pubertad para que
fueran conscientes de lo que les estaba pasando en su cuerpo tanto
a nivel físico como psicológico y de comportamiento, explicándoles
el enamoramiento y el amor y las diferentes formas de amar, haciendo
hincapié en el hecho de que si todos somos distintos, también
nuestros amores pueden serlo y todos merecen nuestro respeto.
La Yoli un
día desapareció y después nos enteramos que había dejado el
colegio público para seguir sus estudios en uno de monjas. Algo se
habló en las clases, refiriéndose a su forma de ser, un poco casquivana, como consecuencia de
no haber conocido a su padre. La verdad es que no volví a saber de
ella hasta leer un cuento del escritor burgalés Óscar Esquivias
titulado EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN y ha sido entonces cuando la
he recordado.
Con el pasar de los años me pregunto: dónde andarán aquellos alumnos y alumnas que un día dejé por aquellos mundos de su adolescencia y mi madurez?
En
la más bella de las melodías que soñó el músico que no quiso
ser médico,Berlioz, puede encontrarse, lo más oscuro
del ser humano, para formar un poema que Coleridge tituló EL ARPA
EÓLICA, pero que a pesar de su belleza, no alcanzó lo sublime de
Kubla Khan que se introdujo en el sueño del propio poeta y que
después contó Jorge Luis Borges en su relato “El sueño de
Coleridge”, pero yo prefiero, en esto de los sueños y los cuentos
de mi amado Borges, "La flor de Coleridge".
-Pero
este cuento y los que han pasado ¿no tratan de música? ¿ Por qué
tú lo llevas a la poesía?
- A
estas alturas del libro no te has enterado que ambas, poesía y
música, son hermanas?
Luz del Olmo Veros
(Gracias Óscar por todos estos cuentos que me han incitado a escribir. Ha sido un placer leerte)
Etiquetas: Mis textos. Lectura de la Acequia. Óscar Esquivias.