Voy leyendo Todo lo que era sólido dentro
del club de lectura de la Acequia y aunque las
palabras y la pluma el viento las tumba,
su lectura me ha sugerido que bien pudiera hacer yo este “trabajo”
sobre el libro, rememorando alguno de los refranes que nuestro
querido amigo Sancho Panza y padre de Sanchico, va ensartando
mientras habla y razona con su amo D. Quijote.
Todo lo que era sólido,
estaba cimentado en barros y el tiempo, como descubridor de todas
las cosas , los ha convertido en lodo.
Todo lo que era sólido, se
cayó como un castillo de naipes por el ansia y la codicia de
personas arrogantes y egoístas, cuyo único interés era acumular riquezas hasta
que se rompió el saco , y además no se supo ver que las necedades
del rico, por sentencias pasan en el mundo .
En
Todo lo que era sólido
quizá se detuvo demasiado en el ayer, y ya se sabe que añorar
el pasado es correr tras el viento.
En
Todo lo que era sólido, costaba
poco el prometer, porque en el fondo, se pensaba que no se podía
cumplir, ya que del dicho al hecho, siempre hay un gran trecho y no
se tuvo en cuenta, que el dar y el tener, seso ha de menester.
Como
era de esperar,
en Todo lo que era sólido, con
la casa llena, presto se guisó la cena y efectivamente no era oro
todo lo que relucía, porque además, la culpa del asno no se debe
echar a la albarda...
Ahora
Antonio Muñoz Molina, con este libro pretende darnos el hilo para
poder sacar el ovillo.
Contiuará...
Etiquetas: Antonio Muñoz Molina, Lectura de la Acequia.