Al estar estudiando desde los once años a los dieciséis con las monjas agustinas, ellas siempre nos hacían hincapié en el gran santo que fue San Agustín, famoso obispo de Hipona y la anécdota de aquel encuentro con el niño de la concha, que quería meter todo el agua del mar en un agujero hecho en la arena de la playa, siendo tan incomprensible como el Misterio de la Santísima Trinidad.
Y no me extraña, porque ser Dios, uno y trino, a la vez, no es nada fácil de entender y cómo pueden ser tres personas distintas, en un solo dios verdadero, según nos repetían las agustinas de aquellos años 60, donde el franquismo de nuestra España, lo inundaba todo.
No por ser el santo más famoso que yo conocí, mientras me explicaban su biografía y por todas las cosas buenas que hizo, las monjas agustinas, nunca se olvidaron de recordarnos a otros santos, en especial a Santa Teresa de Ávila, y por supuesto su inseparable amigo San Juan de la Cruz, a los cuales siempre los he sentido como muy cercanos entre sí.
Y siguiendo con mis recuerdos de entonces, están de forma más nítida, algunas profesoras seglares que nos daban clases en el Colegio que tiene por nombre Inmaculada Concepción. Mi favorita era la de Física y Química, la cual me tenía un cariño especial, ella sabrá su porqué, pues siempre me estaba mandando a los recados y así sucedía que me perdía muchas de sus explicaciones, con aquello de la fuerza, los julios, los amperios y todo eso de la causalidad, que yo nunca entendía, porque la Física, no entraba en mi cabeza. Sin embargo, cuando llegábamos a la Química con sus famosas reacciones, en números y letras, sí me gustaban y hasta parece ser que sabía hacer los ajustes con bastante precisión.
Yo quería hacer letras, pero la madre Mercedes Ruiz que enseñaba muy bien las Matemáticas, me dijo que no, que las letras no servían para nada y aunque a mí se me daba bastante bien el Latín, con aquello del rosa rosae, me convenció para seguir en quinto y sexto de bachillerato con ciencias. Algo que a lo largo del tiempo me ha venido bien, aunque a decir verdad, mis favoritas siempre fueron las letras y en especial la Literatura que nos daba la madre María Antonia, que por cierto era la directora del colegio.
Y qué tiene esto qué ver junto con todo lo escrito anteriormente, en lo referido a esa SANTA que escribe Cernuda en OCNOS, ya que el poeta sevillano, se refiere a La Santa fundadora de conventos, que tuvo una vida muy agitada, salpicada de sus famosos éxtasis, interesante para leerla, porque vivirla.....tal y como ella misma la cuenta en sus escritos, no debió de ser nada fácil, teniendo siempre por compañero a San Juan de la Cruz , el fraialecillo, que así nos lo presentaba la madre María Antonia y a riesgo de equivocarmen, siempre pensé que el gran poeta místico es él, pero Santa Teresa, no se queda muy atrás.
SANTA TERESA DE JESUS
1515-1582
Versos nacidos del fuego del amor de Dios
que en sí tenía
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
GLOSA
Aquesta divina unión,
del amor con que yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo,
y libre mi corazón;
mas causa en mi tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay! que larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero
que muero porque no muero.
...........................
SAN JUAN DE LA CRUZ
(1542-1591)
COPLAS DEL ALMA QUE PENA
POR VER A DIOS
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí me quedo,
este vivir, ¿qué será?
Mil muertes se me hará
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.
Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así es contino morir
hasta que viva contigo.
Oye mi Dios lo que digo,
que esta vida no la quiero:
que muero porque no muero.
........
Santa es Santa Teresa y Santo es San Juan de la Cruz, que mueren porque no mueren en su amor a Dios
(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros