lunes, septiembre 30, 2024

EL RÍO JARAMA Y SUS LAGUNAS


                                           

                                                                            

 En la laguna,

           la sonrisa del agua,

      la lleva el viento. 


Vivo en Velilla de San Antonio, un pueblo cercano a  Madrid. Cuando vinimos desde Vicálvaro, fue por tener  una casa mejor y también para estar más cerca del campo. La transformación en estos dos lugares, como en otros tantos de la capital, ha sido rápida y fulgurante. ¡Quién te ha visto y quién te ve! me dijeron en alguna  ocasión y  esto también es muy aplicable a los dos pueblos, donde he pasado y paso varias etapas de mi ya un poco larga existencia,  como también pasa el Río Jarama con sus aguas,  mas bien opacas,  en  su abundante caudal. 


Al caminar  por diferentes senderos y lo  hago casi todos los días,  me gusta visitar y entretenerme en contemplar las tres lagunas que  acompañan al  río, mientras él,  ajeno a ellas,  sigue su curso, hasta verter las aguas en el Tajo a su paso por Aranjuez


Los nombres de estas lagunas son:  El Raso, Picón de los Conejos, El Soto,  y en mis pasos, las veo a uno y otro lado, con sus aguas tranquilas y reposadas, en los diferentes colores que el cielo les va regalando, en especial si  a las nubes blancas, incrustradas en el azul del cielo, les da por mirarse en sus aguas quietas, apenas movidas por la brisa del aire que las recorre, en compañia de los diferentes árboles,  para dejarme observar en los colores  de sus hojas, el pasar por las cambiantes  estaciones del año.


Aquí dejo uno de mis  poemas, dedicado a estas lagunas:



                                                                               

  

   LAGUNAS DEL RASO

Se formaron sin querer

porque el río las dejaba,

acercándose a las piedras 

y algún árbol del camino.


Llenas de calma crecieron

 vigiladas por los montes 

y el vuelo de algunas aves 

en noches de luna azul.


En tardes de cielo rosa

la soledad y el silencio,

llegaron a su armonía

con el agua y su paisaje.


Y al estar ya terminadas,

dos ánades se pararon.

Mujeres, niñas y hombres

en silencio las miraron.





(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 



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jueves, septiembre 26, 2024

LA CIUDAD QUE ME IMPACTÓ.

                                                          




                                                                        

                                                        DOS RASCACIELOS


Alicia antes de entrar, mira hacia arriba e intenta buscar el cielo.


Abre la  boca un ascensor. Hombres, mujeres, niñas y niños andan, con zapatillas por una moqueta verde. No hablan, no ríen, sólo tienen prisa por llegar.  

        

Puede subir de piso en piso, pero como todos, lo hace de diez en diez. Es tan grande que tarda días y noches en ver:


Que no hay hierba ni mosquitos, telarañas o primavera. No hay ojos de gato, ladridos de perro, manchas en los manteles ni ruidos de codorniz. No hay cerezas en los  árboles ni rosas amarillas. Pero si encuentra: ceniceros, bombones, muñecos que hablan, estatuas y estatuillas, tazas de porcelana, mucho hierro y aluminio, mermelada envasada, papel y plástico en todos lados, pantallas de ordenadores, batas y chaquetas blancas, bombillas y fluorescentes, innumerables botones, armarios llenos de abrigos y algunas pieles de animales muertos.


No hace frío ni calor y no se oye la lluvia ni el rugir del viento, ni el bee de la ovejas, ni el cric del grillo , ni el muu de a vaca, ni el pío  del pájaro , ni el cric  rac de las ratas, pero se oyen los buf del cansancio, el plaf del objeto que se rompe, el clic de las máquinas, el mic de un juguete mecánico y el ring  de los teléfonos; el mm por ver un pastel, el clin-clan de cucharillas y el abrir y cerrar de puertas .


No puede escuchar  el SSSSS del aire o el silencio; está interrumpido por diferentes palabras en distintas lenguas y el rumor de las hojas del periódico.


Huele a desodorante y humo  de tabaco. No hay perfume de glicinas ni  árbol del paraíso. Imposible tocar la nieve o mirar el otoño.


Busca la luna y cuando llega al piso 176 se siente  Asesinada por el cielo. Sólo tras el grueso cristal de la cárcel donde se metió, divisa fuego en una Isla que tiene una estatua a la que llaman  Libertad.


Como no puede tocar el atardecer, mira hacia el suelo y encuentra: casas y coches tan pequeños que ella es gigante  metida en otro gigante. Las luces forman ríos interminables y entonces se siente feliz porque  imagina desde arriba, una ciudad de juguete.


Aunque quiere  no puede salir por otro lado que no sea la puerta de la calle. Sigue  el  camino de todos y espera que el cristal se abra al contacto con el pie para pisar la ciudad que pudo ver cuando aún estaba  muy cerca de las nubes.

 

 (c) Texto: Luz del Olmo Veros

Foto tomada de aquí, La verdadera razón de la caída de las Torres Gemelas | Meer


 Nota: Este escrito forma parte de mi libro inédito: Las casas de Alicia. Y está dedicado a las Torres Gemelas de Nueva York, antes de sufrir el tremendo atentado  de 2001 y nuestra visita a esta singular ciudad que nunca olvidaremos. 

 

 

 

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martes, septiembre 24, 2024

LOS AMORES



 A  ellos  los contemplo desde el camino que me lleva a la Fuente de los pájaros. Y en el paseo cada vez están más cerca de mí. 


Después de pasar por el asfalto, llega un momento que el sendero se convierte en casi una carretera llena de baches y piedrecitas que se escapan del alquitrán. Después una rotonda de no hace muchos años, nos indica que por arriba pasan los coches de la Nacional I, mientras yo me sumerjo en un pequeño túnel abierto, donde sus paredes  están llenas de  churretones formados por la lluvia, de tal forma, que parecen un cuadro abstracto. No obstante,  al salir de este surrealismo, los diviso allá a lo lejos a esos álamos que siempre quise, pues forman una alameda y mientras camino, noto cómo me voy acercando cada vez más al objeto de mi deseo: el mirar, si es que me deja la maleza, cómo la Fuente de los  Pájaros,  todavía es capaz de manar agua pura  y cristalina, después de atravesar por el arroyo permitiéndome  pasar, aunque sea mojándome un poco, hasta el otro lado, donde me espera el agua cantarina, que nunca se  borró de mi memoria. 


No siempre tengo la oportunidad de comprobarlo, pues a veces, como este tiempo de atrás me ha ocurrido, el arroyo de Ríofresno está seco y ya no se forman  esas pequeñas  balsas de agua, donde en tiempos de mi niñez existían al menos dos de  estos remansos, para poder lavar y aclarar, las sábanas y luego tenderlas   por la amplia pradera, a una y otro lado del arroyo,  donde las  aguas  limpias y transparentes, eran acompañadas  a veces, por el  ulular de los árboles,  si al viento suave y fresco le daba por despertarse. 


Este año, cuando quise pasear por  allí, todo esto que anida en mis recuerdos, ha desaparecido. Las balsas de agua que se formaban con el arroyo de  Pardilla, que nace en Honrubia, claras y trasparentes,  ya no existe  y  no se necesita ir colocando los pies en determinadas piedras para pasar  y seguir el camino de Fuentenebro, no solo por la cantidad de maleza que existe a su alrededor, sino también porque el Arroyo, se ha secado y no he podido comprobar  si mi querida Fuentes de los  Pájaros aún  seguía manando para preguntarme  ¿ y si el agua  ha desaparecido? ¿o su manantial es tan pequeñito, que no tiene fuerza para llegar hasta el camino? Las malas hierbas que han crecido  por todos los lados,  no han dejado  nacer a  los juncos y berros,  que siempre estuvieron ahí. 


Existen varios tipos de amores y todos ellos, sino los cuidamos, puede venir un tiempo de sequía, que hasta los manantiales de siempre se queden,  sin su constante alimento. 


(c) Texto y fotos Luz del Olmo Veros 


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viernes, septiembre 20, 2024

NO A LA GUERRA, SÍ A LA PAZ




¿Qué puede el hombre contra la locura de todos? y sin volver los ojos ni presentir el futuro, saliste al mundo extraño desde tu tierra en secreto ya extraña.     

Luis Cernuda


Ha pasado mucho tiempo, desde que el poeta sevillano escribiera estas palabras, mientras recuerda el paso de España en guerra y Francia en paz. La nación vecina, poco tiempo después, como  una buena parte de toda Europa,  tampoco se libró de los enfrentamientos que aún  sigue habiendo en diferentes lugares de nuestro planeta y sus incomprensibles luchas. 

Esto me lleva a recordar la primera vez que crucé la frontera por Irún, para pasar a territorio francés, en un tren que nos llevaba en aquel septiembre de 1974 para llegar con  las luces de la madrugada y así  pude  observar cómo  los carteles, estaban escritos en francés, para llevarme al recuerdo de mi antiguas    clases  en este idioma, impartidas por una profesora nativa que también hablaba y escribía en un perfecto  español. 

Íbamos a Toulouse donde  la familia de mi marido se había refugiado en territorio francés cuando tuvieron que huir, como muchos otros españoles, a causa de nuestra triste Guerra Civil y así llegamos hasta la bella ciudad de Albi, para después  esperar un coche que nos acercaba a un pueblecito pequeño, lleno de viñedos y casitas bajas, rodeadas de huertos y jardines, donde la naturaleza me hacía recordar,  al lugar de mi nacimiento. También, entre otros pueblos, visitamos la ciudad de Montauban, donde está enterrado, Manuel Azaña, el último presidente de la República Española.  


En el país vecino,  nos recibieron con toda amabilidad y cariño, sintiéndonos felices, al estar unos días por aquellos campos,  donde la amplitud de  sus horizontes, era un poco similar a nuestra Castilla en primavera, por ser terreno sin apenas montañas, pero también fuimos conscientes de cómo se  respiraba esa libertad que en España, por entonces, no existía. Se podía hablar de todo y de todos, algo que en nuestra país, a pesar de estar  a las puertas de una transición hacia la democracia, no había sucedido. El dictador aún seguía con nosotros.

A los pocos días de andar por allí y dejar de tomar clases para manejar la bicicleta que  todas las personas utilizaban, decidimos coger Mariano y yo de nuevo el tren  hasta  París, porque ir a Francia y no ver París, es casi una herejía.

A la capital  francesa,  hemos vuelto varias veces y es una ciudad tan, tan hermosa ....que nunca te cansas de visitarla en  el andar por su  amplias y largas calles, para mirar y detenerte en los muchos edificios  de interés, necesitando unos cuantos días, sabiendo que tendrás que volver, pues no puedes acaparar  tanta belleza: Arco del Triunfo, Museos de Orsay, El Louvre,  El Sacré-Coeur,  en  Montmartre, Notre Dame, La Torre Eiffel,  los Jardines del Trocadero..., el paseo en barco para turistas por el río Sena... pero yo siempre me quedo con La Sainte Chapelle, aquellas vidrieras,  vistas en un día de sol, me impactó de tal forma que si vuelvo, hace tiempo que no vamos,  es lo que siempre quiero visitar.

Francia, nunca te podré olvidar  en  especial, por esa libertad, que por fortuna,  ahora también se respira por aquí, en nuestra España porque a pesar de todo, vivimos en democracia. 



(c) Texto y Fotos: Luz del Olmo Veros 

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martes, septiembre 03, 2024

SANTA Y SANTO



Ruinas del convento de las monjas del siglo XVI en Santo Tomé del Puerto.


 Al estar estudiando desde los once años a los dieciséis con las monjas agustinas, ellas siempre nos hacían hincapié  en el gran santo que  fue San Agustín, famoso obispo de Hipona y  la anécdota de aquel encuentro con el niño de la concha, que quería meter todo el agua del mar en un agujero  hecho en la arena de la playa, siendo   tan incomprensible  como el Misterio   de la Santísima Trinidad. 

Y no me extraña, porque  ser Dios, uno y trino,  a la vez, no es nada fácil de entender y  cómo pueden ser  tres  personas distintas, en un solo dios verdadero, según nos repetían las agustinas de aquellos años 60, donde el franquismo de nuestra España, lo inundaba todo.


  No por ser el santo más famoso que yo conocí, mientras me explicaban su  biografía y por todas las cosas buenas que hizo, las monjas agustinas,  nunca se olvidaron de recordarnos  a otros santos, en especial  a Santa Teresa de Ávila, y  por supuesto su inseparable amigo San Juan de la Cruz, a los cuales  siempre los he sentido como muy cercanos entre sí.


Y siguiendo con mis recuerdos de entonces, están de forma más nítida, algunas profesoras seglares  que nos daban clases en el Colegio que tiene por nombre  Inmaculada Concepción. Mi favorita era la de Física y Química, la cual me tenía un cariño especial, ella sabrá su porqué, pues  siempre me estaba mandando a los recados  y así sucedía  que me perdía muchas de sus explicaciones, con aquello de la fuerza, los julios, los amperios y todo eso de la causalidad, que yo nunca entendía, porque la Física, no entraba en mi cabeza. Sin embargo, cuando llegábamos a   la Química  con sus   famosas  reacciones,  en números y letras, sí me gustaban  y hasta  parece  ser que sabía hacer los ajustes con bastante precisión. 


Yo quería hacer letras, pero la madre Mercedes Ruiz que enseñaba muy bien las Matemáticas, me dijo que no, que las letras no servían para nada y aunque a mí se me daba bastante bien el  Latín, con aquello del rosa rosae, me convenció para seguir en quinto y sexto de bachillerato con ciencias. Algo  que a lo largo del tiempo me ha venido bien, aunque a decir verdad, mis favoritas siempre fueron las letras y en especial la Literatura que nos daba la madre María Antonia, que por cierto era la directora del colegio. 


Y qué tiene esto qué  ver junto con todo lo escrito anteriormente,  en lo referido a esa SANTA que escribe Cernuda en OCNOS, ya que el poeta  sevillano, se refiere  a  La Santa fundadora de conventos,  que tuvo una vida muy agitada,  salpicada de sus famosos éxtasis, interesante para leerla,  porque vivirla.....tal y como ella misma la cuenta  en sus escritos, no debió de ser nada fácil,  teniendo siempre por compañero a San Juan de la Cruz , el fraialecillo, que así nos lo presentaba la madre María Antonia y a riesgo de equivocarmen, siempre pensé que el gran poeta místico es él, pero Santa Teresa, no  se queda muy atrás.

   

SANTA TERESA DE JESUS  

            1515-1582

Versos nacidos del fuego del amor de Dios 

                    que en sí tenía 


Vivo sin vivir en mí,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero.


                GLOSA

Aquesta  divina unión,

del amor con que yo vivo,

hace a Dios ser mi cautivo,

y libre mi corazón;

mas causa en mi tal pasión

ver a Dios mi prisionero, 

que muero porque no muero.

¡Ay! que larga es esta vida!

¡Qué duros estos destierros,

esta cárcel y estos hierros

en que el alma está metida!

Sólo esperar la salida 

me causa un dolor tan fiero

que muero porque no muero.

...........................

SAN JUAN DE LA CRUZ 

                (1542-1591)

  COPLAS DEL ALMA QUE PENA 

                POR VER A DIOS 


Vivo sin vivir en mí,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero.


En mí yo  no vivo ya 

y sin Dios vivir  no puedo;

pues sin él y sin mí me quedo,

este vivir, ¿qué será?

Mil muertes se me hará

pues mi misma vida  espero,

muriendo porque no muero.

Esta vida que yo vivo

es privación de vivir;

y así es contino morir

hasta que viva contigo.

Oye mi Dios lo que digo,

que esta vida no la quiero:

que muero porque no muero.

........

Santa es Santa Teresa y Santo es San Juan de la Cruz, que mueren porque no mueren en su amor a Dios


(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros




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