(c) Foto hecha antes de comenzar el recital.
ORILLAS
Afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
Adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
NOCHE ADENTRO Y NO DUERMO
A lo lejos, en un atardecer
en que el otoño
es un lugar en mi pecho,
comienzan a encenderse las ventanas,
mi nostalgia
por estar donde bien sé que al llegar
volvería a estar afuera.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
Poco a poco se apagan las luces,
es el lindero de una noche y otra noche,
la frágil vecindad
del miedo y la esperanza.
El último día podría ser éste que termina,
esta noche
en la que aún escribo
igual, pero sin una ausencia nueva
para seguir esperando.
EL ANUNCIO
Raro relámpago del
instante,
brilla y ciega sobre
un plato blanco y vacío.
Hay que acoger el fulgor de la ausencia,
reflejar
el don de lo que no está
en cada cosa que creamos.
BAJO LOS TECHOS
Bajo los techos
se oyen respirar los sueños
en el callar de la noche;
en la calle
un niño,
sin sombra ni rumbo,
recorre el vacío de dios, paso a paso
desanda su esperanza.
(CONFESIÓN
El poema, el que anhelo,
al que aspiro,
es el que pueda leerse en voz alta sin que nada se oiga.
Es ese imposible el que comienzo cada vez,
es desde esa quimera
que escribo y borro.)
INSOSLAYABLE
Apenas una brisa,
un estremecimiento en las hojas del roble,
un temblor que la piel acoge.
También la ausencia es huella,
pasos sin pisadas y, no obstante,
insoslayable camino.
ALTO, LEJOS
Alto,
lejos, por apenas
un instante
la nervadura de un relámpago
incendia de blanco mis ojos,
después todo regresa a lo oscuro,
pero ya no es sólo sombras:
son huellas de lo perdido.
ENTREGA
Sin ecos,
en una tierra sin nombre,
un arroyo
murmura su paso,
transparenta su huella.
Ajena a sí nace la entrega,
adentrándose en la noche
se borra la propia sombra.
TODA SOMBRA
En la noche
toda sombra es también la noche
y cada relámpago
un tajo
que abre un horizonte en la carne,
en la carne
donde se nace el alma.
Algunos de los poemas que Hugo Mújica nos leyó anoche en el Círculo de Bellas Artes, junto con la presentación de Alfredo Piquer y la entrevista que le hizo Mario Pérez Antolín, al gran poeta argentino, y, hasta ahora, desconocido para mí .
Nada me importaron, las subida y bajada de autobuses, sortear la lluvia, el viento y el frío. Después obtuve una gran recompensa y seguiré leyendo estos poemas llenos de hondura y profundidad, cuando el silencio es el auténtico protagonista, porque lo dice todo. Sí, anoche disfruté de la verdadera poesía.
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