LA SONRISA ROBADA
Foto tomada del Norte de Castilla
El libro que estamos leyendo de José Antonio Abella, creo que está lleno de humanidad, en toda la extensión de la palabra, porque todas las luces y las sombras que llevamos las personas , se nos manifiestan aquí.
El sueño de un enamoramiento en la distancia, que los dos protagonistas de esta historia, la joven alemana Edelgard y el poeta español José Fernández viven, amando la imagen que cada uno, se ha formado del otro a través de las correspondencia mantenida a lo largo de los años, es la aldaba a la que se agarran tanto uno como otra, para así poder sobrevivir y curar unas heridas que las guerras de uno y otro país, han dejado en ellos.
Junto a esas luces de ternura, cariño, amor, valentía, coraje y sensibilidad, se nos muestran también las sombras que poseemos las personas cuando se desata en nosotros la violencia y la barbarie, sustentadas en la arrogancia de un poder conseguido por la fuerza, capaz de cometer las peores atrocidades.
Junto a los dos protagonistas y su historia, se nos va intercalando otra crónica donde el narrador es el propio autor de este libro y su proceso de investigación y buceo en cómo se ha ido gestando la novela, porque él, ha quedado atrapado, seducido en la historia de lo que nos está narrando, de tal forma que es un personaje más, consiguiendo que dudemos cuando él duda, nos alegremos o nos quedemos tristes y desilusionados, según sean sus hallazgos, y es entonces cuando yo como lectora, quedo contagiada de esa facultad, tan humana, que es la seducción.
Uno de los capítulos que más me ha impresionado de los que llevo leídos, voy por el 23, es el titulado: El Nombre del padre, tanto es así que al leer su primera parte, me inspiró este poema
El tiempo se me vuelve
inconsciente vestimenta de los días
y recuerdo, sin quererlo,
tu presencia inexistente
que se fue apagando
como el último fuego
que queda en el rescoldo
de unas brasas decididas
a no irse.
Por la noche me perturbas
y reclamas mi atención
en fatales pesadillas.
Te has ido, te has ido
me repito sin saberlo
y en mi búsqueda,
voy descubriendo,
tu fatal desenlace
que anunciaste en los sueños,
preguntándole a mi culpa ,
si eres un espíritu engañoso
o viniste a revelarme
lo que nunca yo,
quise saber.
Luz del Olmo
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