EL RÍO QUE NOS LLEVA
Desde los tiempo de Heráclito y Jorge Manrique, el río siempre fue sinónimo de vida. Este Río que nos lleva y que tan magníficamente, ha escrito y descripto José Luis Sampedro, es el Tajo en su trayecto desde la serranía de Cuenca hasta su siempre querido Aranjuez. El itinerario lo realizan unos troncos de árbol, desde marzo hasta agosto, cortados y empujados por los gancheros. En realidad son las vidas tanto presentes como pasadas de estos trabajadores a la intemperie, las que Sampedro nos quiere contar para que así los lectores nos vayamos reconociendo en ellas.
Shannon, el irlandés, confundido con un inglés, y al que se llaman Royo por hacerle español su nombre Roy, viene desde Italia de pelear contra el fascismo y decide quedarse en España porque se ha roto su gran corazón, al desilusionarse con lo que en realidad significa la paz. Se encuentra En la puerta en la roca, con Paula, la mujer con una vida oculta, como oculto está su verdadero nombre. El encuentro, casual, fortuito en medio de la niebla, marcará todo el curso del río y la vida de los protagonista de esta historia que seguirán a los gancheros y sus troncos aún sin proponérselos.
En la andadura hallarán el alma del Americano, tercer personaje importante del libro, que viene de América después de una mala experiencia con el amor. Este hombre será por su cultura y por su forma de entender la vida, el jefe que pondrá paz entre los gancheros cuando todos quieran disputarse a la única mujer que camina entre varones y será el sosiego y buen juicio para liderar al grupo encargado de controlar que los troncos sigan la ruta marcada. Su conversación con el Cura de Oterón, capaz de hacer dos sermones en un mismo día de Viernes Santo, distintos y opuestos, está llena de dignidad.
Es esa dignidad acompañada de libertad, la que se encuentra implícita en todo el libro de este agua del río que, lo deseemos o no, nos hace navegar, y donde nuestro empuje ha de ser sabio para poder sortear los saltos con cataratas que nos surjan de improviso o nos dejará transitar por meandros tranquilos.
La decisión que tomemos en el impulsar y reconducir los troncos de vida, ha de ser siempre en compañía y solidaridad con los otros que llevan nuestro mismo camino y con quiénes nos cruzamos, queriéndolo o sin querer, como en este libro sucede con los personajes del Seco, don Juan experimentado e irresistible para todas las mujeres excepto para Paula, que al estar vetada se le hace irresistible. En contraposición al Seco, tenemos al Rubio, personaje que disfrutará de su primera gran noche de amor con Nieves, la prostituta valenciana que ha dejado de serlo para casarse con un hombre impotente y que se le revelará el amor precisamente con el ganchero blanco y rubio como ella.
El Dámaso, que ya se nos ha dado a conocer por su carácter negativo e instigador con El Gacetilla, el niño hecho adulto por su vida tan dura, nos presenta en Sotondo uno de los episodios más violentos , al menos para mi, de este Río que nos lleva, así como su intento de violación de Paula. No obstante, su valentía con la dinamita cuando ha de quitar los maderos atravesados en el río, también lo dignifica.
Dispares, distintos son : El Encontrao Antonio, el único capaz de suscitar pasión y amor en Paula. El sorprendente Negro, admirador de Melquíades Álvarez que saca en Sotondo el líder nato que lleva dentro, El Cacholo, El Chepa, acomplejado con su defecto, el beato de Cuatrodedos, el ciego, el cacique de D. Benigno y sus hermanas.
Los parajes por donde vamos pasando, van dando nombre a los capítulos del libro . Todos bellamente descriptos, tienen su simbolismo y donde su lirismo se condensa es al llegar a la primavera en Ocentejo, con el espléndido episodio de las ranas y el seductor encuentro entre Antonio y Paula. Al llegar a Entrepeñas el protagonista será el sencillo fraile franciscano, amante de la naturaleza en discrepanccia con el progreso y donde se va a ir resquebrajando la solidaridad que de una forma u otra, se había mantenido hasta ahora.
Jose Luis Sampedro en este Río Tajo nos va llevando de la mano por toda su filosofía de vida, mostrándonos a su vez, como era él, fiel así mismo y capaz de llegar a sus noventa y cuatro años para escribir el magnifico prólogo del libro “¡Indignaos! De Stéphane Hessel que sirvió de filosofía para los nuevos movimientos de jóvenes y no tan jóvenes que despertaron en el 15M del recién año 2011.
Luz del Olmo
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