ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Hoy 25 de noviembre es:
Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Etiquetas: Mujer. Mis textos
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Tengo costumbre al emprender algún viaje, sea corto o largo, de llevar en el bolso un libro de poemas, y, así sucedió en el verano de 1984, cuando nos decidimos a viajar hasta Chescoslovaquia. Por aquellos años, este país andaba bajo la bandera comunista y todavía, no se había dividido en dos.
Al llegar a la frontera, dejando Austria, ya nos dimos cuenta que estábamos saliendo de la Europa democrática. La espera en la entrada no fue muy larga, pues solo nos juntamos con un coche de la República Federal de Alemania, que por cierto, no le dejaron pasar. El examen de nosotros, incluido el coche, fue lento, pormenorizado y exhaustivo. Al final y después de comprobar que éramos una familia española con dos niños de corta edad y que todos nuestros papeles de visados y pasaportes estaban en regla, porque lo más peligroso que llevábamos eran las sartenes para hacer nuestros guisos en el camping, nos dejaron pasar.
Otra historia para contar es su estancia allí, pero en especial quiero relatar cómo fue la salida, porque al llegar a la dichosa frontera, recuerdo muy bien que estuvimos cinco horas esperando en una amplia cola de coches que se extendían a través de una gran alambrada llena de militares uniformados. Fue entonces, al ver el panorama, cuando salí de nuestro Renault rojo, para sentarme en algún adoquín, creo recordar , y leer este libro de Francisco Brines, que ya antes me había regalado mi hermano Rafael para la Navidad de 1979, cinco años después de su publicación.
Pasado el tiempo, tuve la oportunidad de conocer en Rivas Vaciamadrid, al poeta valenciano, con motivo de la presentación de la Revista Prima Littera, nº 6, que dirigían por aquellos años de los 90, Arturo Ledrado y José Luis Morante y poderle contar esta historia que acabo de dejar por aquí. Por supuesto llevaba el libro leído en la frontera Ensayo de una despedida y esta fue su dedicatoria:
El ejemplar lo tengo subrayado por varias páginas en bolígrafo. Ahora sigo haciendo lo mismo pero con lápiz, porque ya una vez tuve problemas. Os dejo algunas de sus páginas.
Como no hay dos sin tres, por una extraña casualidad, creo que fue ya en los años 2000, cuando en el Colegio Mayor Virgen de África, acudí a una cena donde Francisco Brines era el invitado principal y no sé el porqué, pues no estaba previsto de ninguna forma, acabé a su lado teniendo una estupenda conversación. Además de poeta y por ello, estoy convencida, también es un gran filósofo. En lo que no estuvimos de acuerdo fue la pasión que tiene por los toros, que me quiso convencer, pero la verdad, no lo consiguió.
Siempre supe que se merecía todos los premios que ha conseguido: Premio Adonais, Premio de la Crítica, Nacional de Poesía y el Cervantes de este 2020.
ENHORABUENA.
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(c) Texto y foto, Luz del Olmo
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Silbo de mirlo.
Melodía del aire,
muy de mañana.
Como el primer relámpago en una tormenta, Pedro Ojeda Escudero, en este diario de un confinamiento, nos deja en sucesión de estrofas, el canto agudo y acelerado del mirlo que empieza a cantar, en una temprana primavera, cuando todavía no ha finalizado el invierno.
Y sus notas, que ya nos dejó esparcidas, en su blog La acequia - blogger, las escuchamos al seguir la melodía, de un vivir que nunca antes tuvo tan especial sonido.
Según avanza nuestra lectura, le vamos acompañando en una angustia contenida que él nos va transmitiendo, en la claridad y ausencia de luz, mientras mira el paisaje de todos los días y cómo se fija en lo que antes no podíamos apreciar, por estar inmersos en la rutina de los días que pasaban y nosotros con ellos, sin apreciar los diferentes tonos que muestra la naturaleza, cuando de verdad miramos y vivimos reteniendo los instantes que quiere brindarnos el tiempo, sin dejarlos volar, porque andamos demasiado entretenidos, en las cosas que van y vienen.
De pronto algo extraordinario, nos hace parar y es entonces, cuando Pedro, y, nosotros con él, se da y nos damos cuenta, de lo esencial en el vivir cotidiano, para escribirnos y describirnos, ese antes y un después. El escritor y profesor de literatura, mira hacia el interior de sí mismo, para que cada lector o lectora, pueda mirar el suyo.
Una vez en estado de quietud, aunque sea impuesta, somos capaces de escuchar las notas que cada mañana nos va dejando este ave de pico amarillo, en las reflexiones de Pedro Ojeda, sobre la naturaleza y la literatura, deteniéndose en sus autores preferidos, pues no en vano, lleva muchos años enseñando esta disciplina, para llevarnos hasta la política y sus políticos en el devenir cotidiano, con nuestras filias y fobias, sin olvidar la cultura y sus avatares, donde también tiene una amplia experiencia, presentándonos a las personas amigas, que en su recuerdo, permanecen cercanas, aunque se encuentren lejos, junto a los familiares que caminan por lugares que ahora él no transita, siendo especiales y emotivas las dedicadas a sus seres queridos que ya se fueron para no volver.
Al llegar el mes de mayo, el poeta nos va mostrando cómo la tan ansiada desescalada le va a permitir faldear la sierra, durante tantos días vista solo en horizonte y también disfrutar por las calles de Béjar para volver a casa con una felicidad intensa. Creo que la mayoría de las personas que leamos estas estrofas, que Pedro nos va dejando en el libro, nos sentiremos identificadas con sus palabras, a excepción hecha de aquellas otras que parece amanecieron, en estos días, con el llamado síndrome de la caverna, cuya existencia yo ignoraba. Y no por llegar mayo, va a dejar de analizar nuestros comportamientos y en especial el de los políticos apuntando que todo es confusión, cuando debería haber más sosiego para el análisis...
También el autor de esta Metáfora del mirlo, nos va dejando en diferentes páginas algunos de sus poemas, como el escrito el Sábado nueve de mayo y dedicado a los vencejos que él observa :
...Dan la vuelta, buscándonos. No saben
que nos pasa, de dónde , de qué parte
nos nace esta tristeza tan cerrada......
Pedro, en este diario desde el 12 de marzo, hasta el 25 de mayo, del fatídico 2020, nos hace pensar en cómo la incertidumbre, que siempre estuvo y está ahí, es muy parecida al canto del mirlo cuando algo le espanta y lanza un sonido distinto al que nos tiene acostumbrados, porque entonces, nos detenemos, para escucharle con más atención, mientras su melodía llega a nuestros sentidos y nos hace reflexionar, sobre todo aquello que pasaba y no éramos capaces de ver, al igual que ocurre con la esquina de una calle, donde la sombra y su desplazamiento, mantiene su juego diario con la luz.
Y cuando ya, poco a poco, se va restableciendo por fases la libertad escribe que desde la sierra no me he visto mirar por las ventanas. asumiendo en esta frase que somos imperfectos, pero que también nos podemos dar cuenta de ello.
Felicidades Pedro por esta Metáfora del mirlo y también a Mayca, por ser tu compañera en todos los momentos y en especial, en este conticinio que nos ha puesto la vida de la que formamos parte.
Besos
(c) Luz del Olmo
Etiquetas: Criticas de libro. La Metáfora del mirlo. Pedro Ojeda
Piso su alfombra de hojas,
refleja el amarillo
del hermoso magnolio,
(c) Foto y texto: Luz del Olmo
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