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Estatua del poeta nacional bielorruso Janke Kupala en Minsk |
España 18 de agosto de 2020
Mi querida Rusia Blanca:
Por dos veces te visité y allí siguen nuestros amigos y en especial amigas, a los que viste nacer, en tu tierra sin montañas, llena de bosques con pinares y abedules, que dan cobijo, a los frutos silvestres.
Quiero que sepas que las dos visitas fueron muy especiales. La primera la hicimos en el mes de agosto, del año 1997, llegando hasta primeros de septiembre, cuando tus habitantes celebran la vuelta al colegio de los niños y niñas, algo que me sorprendió gratamente.
En esas fechas, la mayoría de los padres se toman el día libre o se lo dan, porque es muy importante para ellos, el acompañar ese primer día a sus hijos e hijas al colegio. Celebran una gran fiesta y son los de los cursos superiores, los encargados de llevar hasta su clase, a los pequeñitos que llegan por primera vez.
En este viaje, Mariano y yo, pernoctábamos en la ciudad de Borisov, a 70 kms de Minsk. Nuestras guías fueron Larisa y Elena que nos llevaron en tren para conocer la capital.
Recuerdo en especial los andenes llenos de gente, tranquila y seria, vestida con colores oscuros que daba un halo de tristeza a la estación de tu capital.
Paseamos por sus anchas avenidas y sus edificios sobrios y austeros de hormigón, y, junto a los pocos vehículos, que circulaban por sus calles, nos indicaban claramente, que estábamos en una tierra, gobernada por uno de los últimos reductos comunistas de Europa.
Entrábamos para comprar comida en las tiendas del Estado y si no éramos muy escrupulosos, podíamos obtener algunos productos en los mercados al aire libre, o, a los vendedores ambulantes.
Hicimos varios viajes por tus carreteras, en coches particulares para llegar a Ivjie, donde conocimos a la familia de nuestra Natacha.
Recuerdo en especial el día que conducía Dima, con una especie de radar que le avisaba si cerca andaba la policía y así podía aminorar la marcha para evitar la multa, comentando por medio de nuestras traductoras que si era en dólares, mejor que mejor, porque era la moneda más cotizada.
Y al llegar a los lugares de nacimiento de nuestra Natacha, nos invitaron a una boda, donde por supuesto, nunca falto el vodka, como es costumbre en las muchas comidas y cenas con las que nos agasajaron.
Otro día, nos desplazamos a Myshanka, y en el camino tuvimos alguna que otra aventura, no siempre agradable, aunque por fortuna, todo salió bien.
Tengo que decirte que en cualquiera de los sitios donde pernoctamos, el trato de tus ciudadanos, fue tan emotivo, generoso y entregado, que las emociones se iban sucediendo de tal forma, que si bien, empecé a escribirlas, tuve que dejar el bolígrafo y el cuaderno, para vivirlas con gran profundidad.
La segunda visita que te hice fue en el año de 2001 y esta fue algo distinta. Larisa hizo de anfitriona y por supuesto Elena, que ya se nos fue en el 2003, dos años más tarde de estar nosotros por allí.
Esta vez íbamos Rafael y yo, un poco como embajadores de la lengua española y fue más institucional el viaje, tanto que yo acabé en uno de tus hospitales a causa de una subida de tensión.
Y aunque también fue emotivo el viaje, yo disfrute menos. No obstante me quedo con aquel zumo de abedul, que me regalaron en un frasco muy grande y que fui capaz de traérmelo hasta España.
Sí, estos días eres noticia internacional y has llegado hasta nosotros, por eso, te recuerdo y voy al cajón donde guardo las cartas que algunos de tus moradores me enviaron a lo largo de los finales del año 90 del siglo pasado y principios de este extraño siglo XXI.
Tengo cartas cariñosas y entrañables de tus ciudadanos, pero en especial releo las de Igor, donde en uno de sus párrafos, de hace casi 20 años me escribe en perfecto español esto: El lamentable estar de las cosas en el país, hace más que evidente la necesidad de transformar nuestra sociedad y de flaquear el monstruoso edificio de la dictadura . Me duele ver a mi patria atrasar y no quiero que mis ojos sufran de las absurdas ideas y atavismos del comunismo.
En estos momentos no sé nada de él, porque se interrumpió la comunicación.
Mi querida Bielorrusia, tierra de fronteras, con habitantes pacíficos, invadida por varios pueblos a lo largo de tu historia, espero y deseo que triunfes en esta revolución que habéis empezado hace apenas unos pocos días.
Siempre os querré.
(c) Fotos: Mariano Plaza
Texto: Luz del Olmo
Etiquetas: Bielorrusia., Mis fotos. mis textos