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Dicen que todo poema es
un desnudarse ante el público y ¿qué decir de un diario? Ahí está
toda la intimidad al descubierto. Diego Fernández Magdaleno, así
lo hace y según vamos pasando las páginas con los días de sus
escritos, le vamos descubriendo, porque eso es este Diario de
2004, un desnudo de cómo el pasar del tiempo va influyendo en el
artista que nos lo cuenta.
El mismo día 1 de
enero, nos hace participes de la persona que más ha transformado su
vida: el músico catalán
Josep Soler.
En los días
posteriores indicará las palabras leídas, imágenes vistas, amigos
y ante todo las música que siempre le ha acompañado, relatándonos
sus pensamientos, miedos y angustias, vividos, recogidos y anotados,
de los importantes y densos autores que lee
( André Gide, Maurice Blanchot, Peter Handke, Noam Chomsky,
Nietzsche.... y otros más, no sin antes advertirnos en la forma de leer, porque a él, le sirven para
reconocerse así mismo, siendo el lenguaje, la luz que hace
soportable la vida.
“ El insomnio tiene
sabor a un tiempo incinerado”, nos anuncia el 16 de enero.
No puede obviar la
política y sus disimulos, con los políticos y sus diatribas,
centrándose en el mundo de la música qué es lo que más conoce.
El 1 de febrero escribe
sobre las mujeres y la literatura. Admira, en especial a Virgina
Woolf, su vida, su obra. En días posteriores es el tiempo en su
pasar y recuerda que poco a poco, nos van quitando la conversación
cara a cara con el consiguiente “gozo de pensar”.
El 21 de febrero nos
lleva a su infancia y recuerda un verso de Antonio Gamoneda : “ Dame
la mano para entrar en la nieve.”
Como artista completo
que es, no olvida la pintura ni a sus alumnos, para pasar a la
objetividad y subjetividad, en todo, pero en especial en la música.
Su vida va quedando plasmada en el día a día, de lo que vive,
lo que piensa, le emociona o le produce tristeza.
Llega el 11 de marzo de
este 2004 y no puedo por menos de identificarme con sus escritos,
aunque sea parco en sus palabras, porque no se necesitan más.
Evoco, en ese momento que lo leo, la imagen de Aylan
Kurdi, el niño muerto en la playa que tanto nos sobrecoge,
porque hay imágenes, palabras y sentimientos compartidos que
emocionan, remueven y nos impactan de tal forma, que no necesitamos
más que un párrafo o una fotografía, para sentirlo vivo en
nuestro interior.
Sigue
La tragedia del hombre (Kokoschka) de lo que ha pasado y
pasará y sus manos llevarán hasta las teclas del piano los
sentimientos acumulados, en el recorrer de este aciago mes de marzo
de 2004, para interpretar la música de los grandes autores que
permanecen y permanecerán en el tiempo, como persisten en sus
sentimientos.
En el mes de abril nos
descubrirá que la música y la poesía, siempre estuvieron unidas
en él. Los lectores ya lo sabíamos desde el primer día de su
diario y nos deja escrito un poema del gran poeta olvidado Francisco
Pino, titulado “ La música”. No
omite relatarnos la amistad que siempre ha existido y
existe entre los músicos y los poetas, trayéndonos a Ernesto Halffter y Manuel de
Falla, sin olvidar a Federico García Lorca.
Algo
que me ha gustado mucho leer en el domingo 4 de abril, ha sido “el
convencimiento de que la música carece de contenido ajeno a su
propia esencia” y en palabras de Igor Strawinsky “ que la
música sea un fin en sí, independientemente de lo que pueda
sugerir”. No soy ninguna experta en música, pero cuando la oigo,
no me importa lo que sugiera, ni imagino nada en especial,
simplemente la siento. Es sin duda, hermana de la poesía.
El miércoles 14 de
abril, lo dedica al recuerdo de su padre: Las vetas son melismas de
las piedras.....
Luz del Olmo
Etiquetas: El tiempo incinerado. Diego Fernández Magdaleno, Lectura de la Acequia, mis textos