jueves, octubre 31, 2024

MI BIBLIOTECA

 



No tengo solo una estantería para guardar los  libros que a lo largo de mi ya dilatada vida,  he ido acumulando y,  en general, para lo desordenada que soy, suelo respetar el orden alfabético por autores. 


En la imagen que dejo en esta foto,  descansan  las prosas, es decir, las novelas y cuentos de diferentes escritores que escriben en lengua española  y en otro apartado, los  autores que publican en nuestra lengua, pero que escriben en la suya. 


Por fortuna,  tengo la suerte de tener una  amplia habitación, en la parte de arriba de la casa, donde la luz, mi inseparable compañera, me va alimentando en el transcurrir del tiempo,  por ello  los libros se acumulan, al compás de mis años, porque a pesar de ahora poder leer  en las pantallas de diferentes tamaños, mi preferencia sigue siendo el papel.


Por otra parte, la poesía también tiene su estantería particular. Es más pequeña y por eso su morada se encuentra en el  comedor, donde también se hallan   los libros  de teatro, junto a los que me han publicado y he publicado.


Los libros que nos hablan de filosofía y en especial de psicología, reposan tranquilos en un descansillo de la escalera,  con su correspondiente orden alfabético, como siempre, por autores . 


No me olvido que tengo dos casas  y que hay otros que permanecen silenciosos, un poco sin orden ni concierto,  en la casa que me vio nacer y  donde reposan en  sus correspondientes estanterías.


En fin, que creo no haber llegado casi a los mil libros  que  tenía mi querido amigo Felipe A. Rodriguez y donde nos muestra una entrada que lleva por nombre: PÓRTICO: " LOS INADAPTADOS"  y aquí os dejo el enlace  por si queréis saber donde han ido a parar. 

 https://lahoradelabanana.blogspot.com/2024/10/portico-los-inadaptados.html

 

En principio me resisto a desprenderme de ellos, pero un refrán me recuerda que: "Nunca digas, de este agua no beberé" y otro  que también me viene a la mente y es ese de " Hay que darle tiempo al tiempo". 


(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros

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viernes, octubre 18, 2024

EL BREZO







 He ido a la florestería y me he comprado un  BREZO,  en un tiesto pequeño para luego trasplantarlo en el jardín. 

No sé cuál será   su trayectoria a lo largo de este otoño, pues parece ser que estas plantas de diferentes colores en sus floración, pueden ser blancas, amarillas, rosadas, azules... teniendo la facultad de sobrevivir tanto al aire libre como  dentro de casa.  

De raíces finas y tierra, con ph ácido, su abono ha de ser específico, siendo  el agua de lluvia  la que  más les  conviene.  

Y así según voy navegando por estos canaliculos, que diría sor Austringiliana(*) intento recordar, mientras pienso si por las tierras castellanas, existe esta planta en las pequeñas laderas y  no acabo  de visualizarlas en mis recuerdos. 


Sí puedo  imaginar muy bien: cómo en primavera se llenan los  caminos y laderas de flores blancas, llamados por Pardilla,   los pañales de la virgen y otras pocas azules, a las que damos el nombre de  pañales del niño, junto a las amarillas, creo que son las retamas, pero.... en concreto, este brezo, cuya floración se empieza a dar por el otoño,  no  se encuentra en mis recuerdos. 

Sigo leyendo a Cernuda en su prosa  multicolor que titula  EL BREZAL:

"... tantas cosas como el brezal pudo decirte antes, y ahora que lo tenía allí estaba inexpresivo  y mudo, ¿ o eras  tú quién lo estaba? porque el brezo es planta  de parajes desolados y solitarios...

Y es entones cuando pienso en mis paseos solitarios en esa  deseada soledad, donde puedo disfrutar de los amplios horizontes, mientras el campo me va regalando los paisajes que llegan hasta mis ojos  para poder contemplar, ese pasar de las estaciones  en su aparente mudez y cómo me van mostrando estos caminos de tierra  donde los horizontes de uno y otro lado, se extienden allá, a lo lejos, mientras voy pisando la tierra roja   con sus piedras rodantes y ancestrales, vestigios de otros tiempos, cuando los  habitaron las aguas,  para llegar a ese reposo que mis pasos van marcando, según mis ojos observan en paz y tranquilidad, todos los horizontes que la Tierra en su redondez, me va mostrando, mientras busco y no encuentro, en mi  pensamiento,  si en Pardilla, existirán  también los brezales de diferentes colores que empiezan a surgir en este tiempo del otoño,  cuando escribo, sin lapiz ni papel,  sobre  esta planta, cuyo nombre no conocía, llamada  EL BREZO





                                              


(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 

La última foto está sacada del libro: LA FELICIDAD DE VIVIR CON LA NATURALEZA , de la autora  Edith Holder en la  Editorial BLUME.






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sábado, octubre 12, 2024

SILBOS DE MIRLOS

                                               



Silbos de mirlos 
estáis muy callados
en este cable. 
                                                 
                             

Viene el día y  cuando es  otoño salgo al jardín, para darme cuenta que estos pájaros con pico dorado   de plumaje negro en  machos  y pardo en hembras, en el ahora de mi escritura, han desaparecido  y me pregunto  si se fueron, porque ya no tienen comida  en los abundantes higos que dio la higuera, dejándome las huellas de su satisfecha comilona, por las piedrecitas blancas que cubren buena parte de mi siempre querido  oasis o  porque ya la parra de uvas blancas se han terminado en sus dulces racimos. Por todo ello pienso que han  emigrado  a otros lugares, buscando los insectos, larvas, gusanos ... y  según he leído, hasta algún renacuajo y rana pequeña. 


No,  en el río Jarama en su tramo por Velilla de San Antonio, no deben de estar, pues  no los  escucho  en mis paseos diarios por su ribera.


A decir verdad, los echo de menos en su insistente y bonito canto de flauta y de forma especial,  en las  primeras horas de esas mañanas  primaverales, cuando salía al jardín lleno de violetas en sus comienzos de estación, para seguir en el color morado de los lirios y lilas y  poder oler las rosas  rojas,  naranjas, amarillas,  rosadas, blancas.... y  también al  transitar  por las calles llenas de colorido, mientras observaba cómo  los diferentes pájaros y en especial estos mirlos,  se movían  por   el asfalto,  en las calles y aceras  con sus  saltitos pequeños buscado algo qué comer. 


Pasará el otoño con sus nostalgias y diferentes tonalidades en su camino hacia el invierno y yo no sé si estas aves migratorias que son los mirlos, llegarán  a ser sedentarias para quedarse con nosotros en los inviernos, como ya parece que está pasando en algunas ciudades y pueblos de Europa. 


De momento, en el lugar donde vivo, yo los estoy echando de menos en sus cantos que ya no oigo, ni los veo por las aceras, donde hace apenas unos meses, no se asustaban de mis pasos porque me gustaba contemplarlos en ese afán que tenían, de picotearlo casi todo. 


En otros tiempos ocupaban los bosques donde hacían sus nidos, pero ahora, también pueden hacerlos en nuestros pueblos y ciudades, ¿estarán perdiendo el miedo a los humanos?



(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros 





                     

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