LA CASA SIN LLUVIA
Foto tomada del libro Rosa- Fría patinadora de la Luna
Cuando Rosa Fría entra en la casa, piensa que al penetrar en ella la inundará la lentitud de lo incompleto, pues sabe que por aquí habita la llamada Tortuga 427, por eso decide buscarla en cualquier rincón con polvo de siete años.
No es capaz de hallarla , pero sí puede escuchar y ver a distintos animales que en la confusión de sus idas y venidas por pasillos pedregosos y habitaciones octogonales, corren, saltan, luchan y se saludan formando un concierto de ritmo efímero, con sonidos que no guardan similitud en las formas que los representan. Los pájaros pueden rebuznar y las ranas imitar a las golondrinas mientras juegan a entrar y salir por la ventana, en busca de algo que no se sabe muy bien qué es.
Los gatos ladran en consonancia con los maullidos de los perros, mientras los leopardos balan y las ovejas mugen. Las mariposas poseen orejas de elefantes y estos tienen finas alas de diferentes colores que no les impiden alzar el vuelo para buscar con su trompa, el néctar de una flor muy blanca, nacida en una maceta que se esconde debajo de la escalera.
Rosa Fría se queda aún más helada que su nombre, al ver y escuchar todo aquel alboroto, cuando de pronto reconoce un sonido que le es muy familiar. La nieve donde ella siempre habita, se ha convertido en lluvia y siguiendo las notas de su canción, llega hasta la sala de arriba donde encuentra a un hombre demasiado viejo y con demasiadas canas, canturreando junto a una tortuga con un número, que le mira de forma muy severa.
Sentados los dos alrededor de una mesa camilla, discuten sobre un arca , mientras el reloj marca las cinco en punto y ambos comienzan a beber su té, servido un minuto antes, por una ballena azul.
En un instante de cierta paz, seguida por el silencio, todos los que allí habitan toman conciencia de cómo en el exterior del recinto se ha desencadenado El Gran Diluvio .
Rosa Fría sabe que es la hora de salir, mas la lluvia se lo impide y comprenden que ha de quedarse, por ahora, con todos sus habitantes navegando a la deriva y en constante confusión, eternizados en discusiones de cómo superar la gran crisis a la que han llegado sin saber su cómo ni su por qué.
Luz del Olmo
Etiquetas: Lectura de la Acequia, mis textos, Rosa Fría
2 Comments:
Cuando uno entra en el mundo de la imaginación, queda atrapado. Buena recreación del mundo de María Teresa.
Besos.
jueves, 01 mayo, 2014
Siempre hay un refugio para el diluvio. Cuando arrecia la lluvia buscamos a la tortuga salvadora.
Besos
jueves, 01 mayo, 2014
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