Velilla de San Antonio, 6 de mayo de 2015
Querido Igor:
Hace ya mucho tiempo que no sé de ti.
Y sin embargo, llevo unos días acordándome de nuestra amistad en
la distancia. Tú en Bielorrusia y yo en España. Al principio de
conocernos, a finales de los años noventa, creo que fue en el 97,
cuando nos encontramos por primera vez en Borisov, nos unió nuestra amiga común
Larisa. Después poco a poco, empezamos a cartearnos y hoy, te
escribo porque estoy leyendo un libro de un escritor español,
Antonio Muñoz Molina, no sé si lo conocerás, titulado
Sefarad.
Es un libro que me está impresionando
porque cada capítulo es una novela, donde las vidas que el autor
nos cuenta en sus páginas, pertenece a personajes de la vida real,
pero que tuvieron una existencia tan kafkiana que parece inverosímil,
y es por ello que recordando tus cartas y tus últimos correos
electrónicos, bien pudieras ser tú uno de estos personajes.
¿Cómo estás ahora? Sé que al final
pudiste seguir dando tus clases de español en el colegio donde te
conocí y lejos han quedado aquellos días, allá por los años de
2004, cuando por no doblegarte al poder y aceptar sus imposiciones,
llegaste a estar preso en una cárcel de ínfimas condiciones,
desde donde me escribías, casi en clave, esa cartas llenas de
desesperanza y temor a perder tu salud, tanto física como moral y
psíquica. Fueron años duros. Después conseguiste salir del
infierno y te rebajaron y te humillaron a barrer las calles de tu
ciudad. Tú, mi querido amigo, que habías sido profesor lingüista en la Universidad
Humanística Europea y todo porque tanto tú, como otros, queríais
aires nuevos y frescos para vuestro país.
Puedo leer los párrafos de tu carta,
excusándote por no responder a la mía: ...No te respondí por
mal organizado, no lo pude hacer porque me vi aplastado y convertido
en nada por una serie de acontecimientos tristes y espantosos. ….
Y así sigues relatándome todo lo que te va ocurriendo,
utilizando, en varias ocasiones, las palabras, aflicción,
desesperanza, temor, en especial por tu familia, por lo absurdo de
tu situación.
Otro
día te escribiré con más calma, pero quiero que sepas que aún
guardo aquella flor que nacía en abril y que buscaste debajo de la
nieve, porque anunciaba la primavera y que me regalaste la última
vez que nos vimos. De esto hace ya más de diez años.
Recibe
un abrazo muy fuerte de tu amiga.
(c) Luz del
Olmo
Etiquetas: Antonio Muñoz Molina, Lectura de la Acequia, Sefarad
5 Comments:
Emocionante forma de enlazar la novela con otras historias que conectan con la realidad lo que nos relata Muñoz Molina. Gracias.
jueves, 07 mayo, 2015
¡Qué impotencia se siente cuando te llegan malas noticias de amigos lejanos a través del correo electrónico y tú solo cuentas con tus palabras!
viernes, 08 mayo, 2015
Dentro de la duda y el juego que se puede permitir el que escribe, muchos escritores lo hacen, me parece muy acertada la forma de relacionar la carta a tu amigo con el ambiente de partes del libro, (juzgo por lo poco que he leído).
Espero que la situación de tu amigo, haya mejorado.
Abrazos, Luz.
viernes, 08 mayo, 2015
La trisre realidad es que sigue habiendo presos que no han cometido otro delito que pensar distinto. Espero que Igor sea feliz y siga con sus clases.
¿Bielorrusia?
Besos, Luz.
sábado, 09 mayo, 2015
Buenos días, Luz:
Cuando leí el libro ‘La sonrisa robada’ de nuestro paisano José Antonio Abella, y citaba la flor de nieve, recordé tu entrada.
¡Qué crueles los hombres de todos los tiempos! ¡Cuántos sufrimientos! ¿Llegaremos alguna vez a tener bondad con nuestros semejantes?
En fin.
Abrazos.
lunes, 11 mayo, 2015
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