Cuando la cicatriz poco a poco, se fue formando y cerrando una herida que continúa en mí, le escribí este poema, aunque es muy posible que lo haya repetido más de una vez y que se encuentra en el libro editado, junto a mis amigas Ino Muñoz y Josefina Ramos, cuando formábamos parte del Grupo Poético ANTARES, de Vicálvaro.
Por ti, conocí la muerte
sin apenas comprender la vida.
Hundida mi rebelión
detrás de tu sueño inmóvil
aprendió desesperada
que te fuiste para siempre.
Por tejer un dolor,
retomé esa vida
y en el desánimo
acaricié la luz
de tu boina negra
en rostro cercano
besado por el sol.
De andar lento, arqueado,
eras, ante todo,
mi padre soñador.
¡Qué corto fue el tiempo
de andar en los campos
jugando entre voces
a estar junto a ti!
Hoy, cuando es más larga
la ausencia a la vida,
renuevo la pena
de haberte perdido,
y por el rincón de tu muerte,
paseo vencida.
(c) Texto y fotos: Luz del Olmo
El padre de todos tus poemas. El de tu padre.
ResponderEliminarBesos, Luz.
Sí Abejita, bien me conoces.
ResponderEliminarBesos
Siempre sentido.
ResponderEliminarCarmen
Buen homenaje.
ResponderEliminarUn beso, Luz.
Precioso homenaje a tu padre. Muy emotivo.
ResponderEliminarBesos
Abejita, qué bien me conoces. Ese padre que perdí con 15 años, marcó mucho mi vida y aunque yo ya escribía con 13 años, su recuerdo anda bastante presente en mis escritos.
ResponderEliminarBesos
Carmen, ese sentimiento de perder lo que más quería y sigo queriendo, no se olvida nunca.
ResponderEliminarBesos
Gracias Pedro, por tu cariño.
ResponderEliminarBesos también para ti.
Gracias Kety. Las ausencias irremplazables, nos ayudan a escribir.
ResponderEliminarBesos