miércoles, abril 19, 2023

EL SOLITARIO- CONCHA MÉNDEZ


                                                                
Camino solo.
Un árbol solitario,
te ve pasar.

Después de leer  por  dos veces, el  teatro  El solitariode Concha Méndez  y detenerme en las entradas hechas por M ªÁngeles Merino Moya, Pedro Ojeda Escudero y Carmen Ugarte García, donde con gran precisión analizan esta obra, me surge el haiku de la foto, para más tarde pensar,  cómo todas las personas,  de una u otra forma, estamos solas en el camino,  pero  también,  podemos sentirnos muy acompañadas,  por los retazos  que nos dejan las soledades compartidas,  al irlas encontrando, en los  diferentes senderos de nuestra vida.

En la primera lectura de El Solitario,  recordé al amigo y contemporáneo de  la autora  y  gran  poeta del 27, Luis Cernuda  por su inolvidable  poema:  Soliloquio del Farero que  aquí os  dejo. 

                                                SOLILOQUIO DEL FARERO

Cómo llenarte, soledad,

sino contigo misma.


De niño,  entre las pobres guaridas de la tierra,

Quieto en ángulo oscuro,

Buscaba en ti, encendida guirnalda,

Mis auroras futuras y furtivos nocturnos,

Y en ti los vislumbraba,

Naturales y exactos, también libres y fieles,

A semejanza mía,

A semejanza tuya, eterna soledad.


Me perdí luego por la tierra injusta

Como quien busca amigos o ignorados amantes;

Diverso con el mundo,

Fui luz serena y anhelo desbocado,

Y en la lluvia sombría o en el sol evidente 

Queria una verdad que a ti te traicionase,

Olvidando en mi afán

Como las alas fugitivas su propia nube crean


Y al  velarse mis ojos 

Con nubes sobre nubes de otoño desbordado

La luz de aquellos días en ti misma entrevistos,

Te negué por bien poco;

Por menudos amores ni ciertos ni fingidos, 

Por quietas amistades de sillón y de gesto,

Por un nombre de reducida cola  en un mundo fantasma,

Por los viejos placeres prohibidos

Útiles solamente  para el elegante salón susurrado,

En bocas de mentira y palabras de hielo.


Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona

Que yo fui,

Que yo mismo manché con aquellas juvenines traiciones;

Por ti me  encuentro ahora, constelados hallazgos,

Limpios de otro deseo,

El sol, mi dios, la noche rumorosa,

La lluvia, intimidad de siempre,

El bosque a su alentar pagano,

El mar, el mar como su nombre hermoso;

Y sobre todos ellos,

Cuerpo oscuro y esbelto,

Te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,

Y me das fuerza y debilidad

Como el ave cansada los brazos de la piedra.


Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,

Oigo sus oscuras imprecaciones,

Contemplo sus blancas caricias;

Y ergido desde cuna vigilante

Soy en la noche un diamante que gira diviertiendo a los hombres,

Por quienes vivo, aun cuando lo los vea;

Y así, lejos de ellos,

Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,

Roncas y violentas  como el mar, mi morada,

Puras ante la espera  de una revolución ardiente

O rendidas y dóociles, como el mar sabe serlo

Cuando toca la hora de reposo que su fuerza  conquista,

Tú, verdad solitaaria,

Transparente pasión, mi soledad de siempre,

Eres inmenso abrazo;

El sol, el mar, 

La oscuridad, la estepa,

El hombre y su deseo,

La airada muchedumbre,

¿Qué son sino tú misma?


Por ti, mi soledad, los busqué un día:

En ti, mi soleldad, los amo ahora.



Este libro de Luis Cernuda,  me lo regalaron hace poco tiempo  y me está sirviendo para volver a leer y reeler  su obra, a la que me llevó  Concha Méndez, en la Lectura de la Acequia, 
por esa soledad que dice Mario Benedetti, en sus versos:

La discutible soledad

en la que puedo 

ser yo mismo. 

(c) Luz del Olmo


 

3 comentarios:

  1. Qué bien traído el poema de Cernuda...
    En efecto, estamos solos, por eso mismo hay que procurar una soledad consciente, pero acompañada. Si se puede.
    Qué buen haiku.

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  2. Gracias por traernos el poema de Cernuda y tu haiku. Vivimos cada uno en nuestro faro invisible, en compañía. Con luz siempre. Besos.

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  3. Pues yo cada vez veo menos árboles solitarios a la orilla del camino, y no precisamente porque otros hayan ido a hacerles compañía. Es que sencillamente los han talado. Hasta los árboles solitarios estorban.

    No conocía el poema de Cernuda. Gracias por acercarlo.

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