Te conocí por la noche, cuando todo estaba oscuro y en tu playa sentí las piedras que te iban acompañando. Me diste miedo en el sonido. Te imaginaba, grande, enorme, infinito y con mucho poder.
Yo que nací en el corazón de Castilla, llegué a ti, con mis diecisiete años cumplidos. Unos meses antes Mari Tere, mi amiga de entonces y que ahora he recuperado, me convenció para que viajaramos juntas a Estepona (Málaga) y fue allí, en esa playa poco arenosa de aquellos años de 1966, cuando ella, me indicó que no tuviese miedo y que al volver a verte con la luz de la mañana, bien podía quedar sorprendida, al mirar toda tu belleza.
Y así fue, pero me seguías dando algo de temor. Tus aguas ya eran azules y no negras, como yo las imaginé en la noche anterior y comencé a caminar, con mucha cautela por la orilla, donde con tus constantes olas, ibas y volvías sin esconder tu ruido. Se calmó un poco mi alerta, porque veía tu agua cristalina y limpia que acariciaba mis pies. No obstante, si te acercabas más de lo normal, para jugar con tus olas, creía que en un momento de mi despiste, me llevarías contigo. Algo imposible, pero el miedo a lo que no conoces, tiene por real, lo que solo es imaginario.
Con el tiempo nos fuimos haciendo amigos tú y yo, porque la atracción de tus aguas, era más fuerte que aquel pavor del principio, aunque siempre fui muy cautelosa contigo y si ahora disfruto con tus malas pasadas, cuando la ola llega sin avisar, todavía me queda algo de aquella imagen de nuestro primer encuentro.
Aprendí a nadar muy poco, por eso lo que más me gusta es caminar hundiendo mis pies, en la arena fina de tus playas, mientras miro y observo, todo lo que se va extendiendo a nuestro alrededor, para oír esa canción que en la oscuridad querías cantarme y yo, por desconocimiento, solo podía temblar .
Después te he visitado en varios lugares, donde ejerces no solo de mar sino que llegas hasta ser un océano, siempre con tus olas, iguales pero distintas y en más de una ocasión, a veces me has pillado ensimismada mirándote y aunque enamorada de ti, sin ser capaz de alejarme demasiado de tu orilla, quizás esa cautela que tuve al conocerte, se quedó incrustado en mi mente, para permanecer a lo largo de los años.
También te he visitado desde barcos pequeños, medianos, grandes... y hasta en más de una ocasión, he dormido en ellos, porque mis viajes hacia a ti, han recorrido los diferentes lugares donde te encuentras y así, te he conocido en ciudades y pueblos de Europa, donde las playas grandes y bellas, se van sucediendo, pero donde tus aguas no son tan cálidas, como las que bañas en nuestras costas de España. Lo que sí me llamaba la atención era en algunos lugares como en Francia o Reino Unido, junto a los Países Nórdicos, tus subidas y bajadas en esas mareas que te da por mover tanto el agua, eran rápidas y espectaculares y comparándolas con las que he visto en nuestras costas españolas, son, algo más comedidas.
Si algo distinto quedó en mi retina, fue aquella vez que vimos cómo la nieve en un mes de abril, había llegado hasta las playas de Riga en Letonia. Yo no he vuelto a ver una playa tan nevada, como la que entonces disfruté por su gran novedad.
Allá en los lugares dónde puedes llegar con tus subidas y bajadas de agua, también tendrás su belleza, cuando vas recogiendo a los ríos en un gran caudal, para arrastrarlos contigo y donde te sentirás, con un gran poder. Por ello creo que un poquito del miedo que sentí al conocerte también lo saben todas las personas que te conocen, te cuidan y viven de ti y sino hay miedo, si al menos, mucho respeto. Nos has demostrado que tu furia, puede hacer también mucho daño, por ello al contemplarte, te suelo mirar desde lejos.
(c) texto y foto: Luz del Olmo Veros
La mar...¡Qué bonito texto!
ResponderEliminarLos que somos de tierra adentro y nacimos en la época en la que no se viajaba tanto, recordamos siempre nuestro primer contacto con el mar...
ResponderEliminarLaa olas vienen y van con el ritmo de las comas de tu texto.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Carmen, para mí el mar es muy importante, pero todavía me sigue inspirando bastante temor.
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Pedro, son recuerdos que no se olvidan, pues tienen algo especial, creo que para muchas de las personas que somos de tierra adentro.
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ResponderEliminarSor Austri, las olas van y viene, las comas también, no sé si me habré pasado con esas comas, pero últimamente los textos me van saliendo así.
ResponderEliminarBesos