Mil amaneceres vieron, Antón Toledo también llamado Tontoledo y el Niño, Benjamín Campos de Talavera, desde su encuentro en las temibles y terribles galeras con sus remos, trabando una amistad eterna, donde la desgracia es su principal protagonista, en este siglo XVII, de oro, picaresca e injusticia, con los pobres en su pobreza y con los ricos en su riqueza.
Mil amaneceres vieron el maestro y su discípulo, mientras el mar jugaba con ellos y su destino, hasta devolverles a tierra, para seguir caminando en su infortunio, sin desesperarse por los inmensos obstáculos que día, tras día, han de sortear inventando, lo mejor que pueden, su forma de sobrevivir a las muchas adversidades del camino que les lleva a sus ciudades de origen.
Mil amaneceres vieron en el recuerdo de Benjamín, ante la caja de su amigo muerto, para cumplirse aquello de El muerto al hoyo y el vivo a bollo, donde nos va relatando el porqué y el cómo Antón, por ser justo, bueno y feminista, acaba en las galeras para después transitar, junto al inocente Niño, la tierra firme, donde las aventuras y en especial desventuras, se van sucediendo a lo largo de los diez capítulos de este libro, del gran autor innovador, José Luis Alonso de Santos, en un texto de teatro leído que te va atrapando, página tras página, con un solo personaje en el escenario, pero sabiendo muy bien que detrás de él hay otros muchos que no cuesta imaginarlos, porque están vivos en la lírica de sus palabras y en el retrato de aquel lejano siglo XVII.
* Pequeña nota.
Cuando leo un libro por primera vez, empiezo por el texto y me salto el prólogo, porque no quiero que influya en mi lectura, lo que otras personas, sin duda mucho más calificadas que yo, opinan sobre lo escrito y su autor.
Esta vez así lo hice y al leer el extraordinario Estudio introductorio, de Margarita Piñero, no tuve ningún remordimiento de seguir mi costumbre, ahora lo comprendía todo mejor y me reafirmaba en mis opiniones.
Un solo personaje, y ¡tantos personajes! ¡Tantas vidas encima del escenario!
ResponderEliminarCuánto aprendizaje y vida hay en este monólogo.
ResponderEliminarGracias por tu lectura.
Antón enseña a Benjamín a navegar en mar y en tierra, con el hambre, qué hambre se pasa en España, como fiero enemigo. Y el discípulo abandona al maestro, como es ley de vida. Y vuelve cuando Antón no puede hablar, como un Mario de Delibes. Antón vive en Benjamín que empieza a estar de vuelta, a rebobinar. Y a coger el remo para no olvidar lo que fue. A todos nos llega ese momento.
ResponderEliminarMuy buena lectura. Besos, Luz.
Carmen, esa es la grandeza de esta obra.Cómo lo doce TODO, aunque en apariecia, parezca que dice POCO.
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Pedro, el libro es una joya se aprende en muchos aspectos.
ResponderEliminarBesos
Sor Austrogiliana lo has resumido tan bien, que no tengo nada que añadir
ResponderEliminarBesos