No siempre tengo la oportunidad de comprobarlo, pues a veces, como este tiempo de atrás me ha ocurrido, el arroyo de Ríofresno está seco y ya no se forman esas pequeñas balsas de agua, donde en tiempos de mi niñez existían al menos dos de estos remansos, para poder lavar y aclarar, las sábanas y luego tenderlas por la amplia pradera, a una y otro lado del arroyo, donde las aguas limpias y transparentes, eran acompañadas a veces, por el ulular de los árboles, si al viento suave y fresco le daba por despertarse.
Este año, cuando quise pasear por allí, todo esto que anida en mis recuerdos, ha desaparecido. Las balsas de agua que se formaban con el arroyo de Pardilla, que nace en Honrubia, claras y trasparentes, ya no existe y no se necesita ir colocando los pies en determinadas piedras para pasar y seguir el camino de Fuentenebro, no solo por la cantidad de maleza que existe a su alrededor, sino también porque el Arroyo, se ha secado y no he podido comprobar si mi querida Fuentes de los Pájaros aún seguía manando para preguntarme ¿ y si el agua ha desaparecido? ¿o su manantial es tan pequeñito, que no tiene fuerza para llegar hasta el camino? Las malas hierbas que han crecido por todos los lados, no han dejado nacer a los juncos y berros, que siempre estuvieron ahí.
Existen varios tipos de amores y todos ellos, sino los cuidamos, puede venir un tiempo de sequía, que hasta los manantiales de siempre se queden, sin su constante alimento.
(c) Texto y fotos Luz del Olmo Veros
De los álamos vienes, de ver cómo los menea el aire. Y con ellos viajan los recuerdos. Hermoso.
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