He ido a la florestería y me he comprado un BREZO, en un tiesto pequeño para luego trasplantarlo en el jardín.
No sé cuál será su trayectoria a lo largo de este otoño, pues parece ser que estas plantas de diferentes colores en sus floración, pueden ser blancas, amarillas, rosadas, azules... teniendo la facultad de sobrevivir tanto al aire libre como dentro de casa.
De raíces finas y tierra, con ph ácido, su abono ha de ser específico, siendo el agua de lluvia la que más les conviene.
Y así según voy navegando por estos canaliculos, que diría sor Austringiliana(*) intento recordar, mientras pienso si por las tierras castellanas, existe esta planta en las pequeñas laderas y no acabo de visualizarlas en mis recuerdos.
Sí puedo imaginar muy bien: cómo en primavera se llenan los caminos y laderas de flores blancas, llamados por Pardilla, los pañales de la virgen y otras pocas azules, a las que damos el nombre de pañales del niño, junto a las amarillas, creo que son las retamas, pero.... en concreto, este brezo, cuya floración se empieza a dar por el otoño, no se encuentra en mis recuerdos.
Sigo leyendo a Cernuda en su prosa multicolor que titula EL BREZAL:
"... tantas cosas como el brezal pudo decirte antes, y ahora que lo tenía allí estaba inexpresivo y mudo, ¿ o eras tú quién lo estaba? porque el brezo es planta de parajes desolados y solitarios...
Y es entones cuando pienso en mis paseos solitarios en esa deseada soledad, donde puedo disfrutar de los amplios horizontes, mientras el campo me va regalando los paisajes que llegan hasta mis ojos para poder contemplar, ese pasar de las estaciones en su aparente mudez y cómo me van mostrando estos caminos de tierra donde los horizontes de uno y otro lado, se extienden allá, a lo lejos, mientras voy pisando la tierra roja con sus piedras rodantes y ancestrales, vestigios de otros tiempos, cuando los habitaron las aguas, para llegar a ese reposo que mis pasos van marcando, según mis ojos observan en paz y tranquilidad, todos los horizontes que la Tierra en su redondez, me va mostrando, mientras busco y no encuentro, en mi pensamiento, si en Pardilla, existirán también los brezales de diferentes colores que empiezan a surgir en este tiempo del otoño, cuando escribo, sin lapiz ni papel, sobre esta planta, cuyo nombre no conocía, llamada EL BREZO
La última foto está sacada del libro: LA FELICIDAD DE VIVIR CON LA NATURALEZA , de la autora Edith Holder en la Editorial BLUME.
El brezo es poco exigente, pero sabe muy bien qué nutrieentes precisa. Sólo lo conozco en floristerías, mas seguro que es abundante en tierras burgalesas,
ResponderEliminartal vez me haya pasado desapercibido en época sin flores.La miel de brezo de aquí es muy apreciada, las abejas bien lo conocen.
Hermosas imágenes, muy british las últimas.
Sor Austringiliana mantiene abiertos sus canalículos.
Besos
Ayer estuvimos en Cogolludo, un pueblo de Guadalajara que me comentaron, era dónde existían esa praderas de diferentes colores, mientras el brezo las va cubriendo. Vano intento, las praderas parece que estaban bastante lejos del pueblo y cómo ahora los días se ven acortando, me quedé sin verlas.
ResponderEliminarAsí que solo nos quedamos viendo este pueblo de Guadalajara, donde también teníamos un palacio cuya fachada renacentista si pudimos admirar, pero no por dentro, pues estaba cerrado, una iglesia interesante y también cerrada junto a un castillo con bastantes ruinas, desde donde se podían ver los paisajes que rodean a este pueblo, pero tan lejanos que no pudimos apreciar esas praderas de brezo que me habían comentado.
Las imágenes que he puesto, están hechas en la propia floristería donde compré el tiesto para plantar mi brezo particular.
Besos
Una entrada que combina varias cosas buenas: flores, poesía, viajes...
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