miércoles, noviembre 19, 2025

ATARDECERES



 





                                                                        Yo no te conocía, tierra:
                                                                         con los ojos inertes, la mano aleteante,
                                                                         lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa"
                                                
                                                                  Luis Cernuda.
                                                                                    
         
Algo que siempre me ha  gustado y tengo la posibilidad de extasiarme en sus colores, son los atardeceres que puedo ver  cuando el sol, poco a poco, nos va diciendo adiós, entre nubes o sin ellas, para volver otra vez  en ese círculo mágico  que es la sucesión de los días con sus noches. 


Yo también, cómo Cernuda,  puedo subir a la azotea o  terraza de mi  casa y  desde este lugar,  poder mirar los amaneceres a lo largo de los días qué van pasando, sin prisa, pero sin pausa,  en ese  correr del tiempo en su constante movilidad, que me van acompañando en el   gran avatar que es  esto del vivir. 


Mi vista puede tener el horizonte del cielo en sus múltiples movimientos y así poder contemplar, sí he madrugado lo debido, los cielos límpidos y sin nubes, pero también lleno de ellas en su  color, orden y concierto. Sin embargo, lo qué es el atardecer,  a no ser que al cielo le haya dado por ponerse el vestido largo y se cubra  por completo, lo tengo que mirar en otra dirección y suelo hacerlo, cuando en la tarde,  mis paseos vespertinos y dependiendo un poco del tiempo en su caminanr,  me van llevando a esa laguna del Raso, que me tiene ya muy  conocida y  yo a ella,  para poder contemplar cómo los  rayos del sol se reflejan en el agua  quieta, con leves ondulaciones acompasadas por un apenas percetible aire que las va acunando, porque poco a poco vendrá la noche y aunque siga en su vaiven, el agua  quedará dormida y yo aunque quiera, no podré verla  y sí imaginarla,  después de un atardecer, cómo ha sido el que mis ojos miraron en el instante, apenas detenido, en  esta  foto qué dejo aquí.
  


                                          


(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros