EL CONVENTO DE LOS VIERNES

Este viernes, después de ausentarme dos, uno por tener que ir al médico otro por ser puente, llegué al convento a la hora habitual. En el camino me encontré con el hermano Juanjo y con el hermano Miguel Ángel, que como hacía frío, traía su gorro puesto. Entré, saludé a los que allí estaban y le entregué a la novicia Rocío unas fichas que había tenido retenidas por mi tardanza en aparecer por el sagrado lugar.

Al hermano Bártel le hice la observación de sus correos, pues ahora ya no llenga con la frecuencia de antes, me contestó que a él tampoco le mandan. Subí al primer piso y me encontré con el hermano Paco que como siempre andaba con sus ordenadores. Le di la enhorabuena, pues ha sido padre por segunda vez de otro niño. No se asuste su caridad, ya sabe que en este convento somos muy liberales y podemos ser padres y madres, que de todo hay .

Al rato llegó la hermana Esther y ya la hermana Estrella, junto con los hermanos Alejandros, andábamos por allí. El novicio Juanjo, que ahora tiene la categoría de hermano, pues ha pasado satisfactoriamente las pruebas, la hermana Carmen y el novicio Antonio que también lo hemos ordenado como hermano, subieron hasta nosotros y fue un buen momento, pues nos pilló a todos trabajando la madre superiora y la madre Abadesa de todas las madres abadesas. Nos hizo alguna preguntas que respondimos con sinceridad y prontitud y hasta al hermano Juanjo le dijo que le podía quitar horas de trabajo pues consideraba quelas 24 del horario eran muchas. Al hermano Juanjo no le importaba, estaba muy bien así.

Al hermano Luis lo vi muy poco, siempre anda con sus cosas. Al hermano Jacinto también lo vi un momento, sigue con sus claes de los viernes y me hizo ilusión que el hermano Jorge colgara en el tablón de anuncios la entrevista que me hicieron en un periódico, donde hablaba de mis clases a los inmigrantes.

Cuando llegó nuestra hora, poco a poco fuimos desapareciendo. El próximo viernes habrá claustro y después comida. Creo que no iremos a ningún restaurante. En el convento restamos bien. Los hermanos Juanjo y Miguel Ángel de Mejorada le dijeron a la madre superiora que ellos ayudaban en lo que hiciera falta. Yo me abstuve, no me gusta trabajar.

Sor Austringiliana, vuestra reverencia estará el próximo viernes en nuestras oraciones y demás comidillas. Muchos besos en esta tarde dominical.