DON ALONSO QUIJANO SIGLO XXI
Kety Morales, autora del blog los cuentos de la abuela y al hilo de todo este trajín internauta que nos traemos con Don Quijote y Sancho, me ha dejado este comentario que merece ser puesto en la entrada de este blog.
Luz, después de leer a PMT, y cogienddo sus ideas he escrito esto. A ver que os parece.
Pensaba ponerlo en mi blog, y hacer como con el Curioso impertinente. Pero si lo haceis en el vuestro da igual.
"En un lugar de la casa cuyo rincón no importa, se hallaba ese artilugio llamado ordenador, el cual don Alonso –exdirectivo de un banco afamado-, prejubilado, sin saber por qué, se había enganchado de una forma tal, que hasta su mujer le había abandonado.
Don Alonso ofuscado por su descubrimiento, apenas se percataba de la lejanía de su mujer, que andaba con sus amigas disfrutando de los baños en la playa junto al mar.
Pinchó una vez más en la página que le tenía trastornado. De seudónimo, Dulcinea. Según su perfil; ni guapa ni fea, ni alta ni baja, ni tonta ni lista, en fin, que don Alonso recordó esa frase que dice: “En la medianía está la verdadera felicidad” y con ese pensamiento siguió buceando en su página.
Habitaba Aldonza, la tal Dulcinea en una casa blanca con veleta, heredada de sus antepasados. Salió como todas las mañanas con su cesto al supermercado. Cogió un carro como era usual y comenzó el trasiego rutinario por los pasillos. Ese día la gente se arremolinaba en corrillos cuchicheando algo que ya había llegado a sus oídos.
Al llegar a la caja, Sanchica, hija de Sancho, la miró de reojo esquivando mirarla frente a frente, su padre, le había advertido ser cauta y discreta. Al fin y al cabo él era autónomo y se ganaba el sustento acudiendo donde le llamasen, pues sabía de todo un poco y lo mismo arreglaba un grifo, que transportaba muebles..., esto le daba opción a saber los entresijos de muchas casas…
ENCUENTRO DE UNA SANCHICA DE AHORA CON UN MENSAJERO
“Dice, pues, la historia, que el de Seur era muy rápido y eficiente, y con deseo de encontrar aquella imprecisa dirección partió, en su furgoneta, hacia el pueblo de Sancho. Antes de entrar en él vio, en las orillas de un arroyo, estar haciendo botellón cantidad de chicos jóvenes, a quienes preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un tal Sancho Panza, trabajador autónomo de chapucillas diversas y ayudante ocasional con un ejecutivo de Telefónica prejubilado llamado Alonso Quijano, a cuya pregunta se levantó en pie una joven que estaba agitando una botella de Coca Cola y dijo:—La Teresa Panza es mi madre, y el Sancho ése, mi padre, y el don Alonso, un cliente suyo que está como una chota. Desde que un día llamó, anda “missing” mi viejo y… la vieja desesperadita que no para de hacer horas en ca los pijos.
—Pues, si no te importa, acompáñame a casa de tu madre—dijo el de mensajería— porque le traigo una carta y un paquete de ése al que tú llamas “viejo”. Jesús, qué juventud, ya no hay respeto ni na.
—Vale, tío, voy contigo que igual algo cae —respondió la chavala, que mostraba ser de edad de dieciocho años, poco más a menos.
Y dejando la Coca Cola y el tinto don Simón a otra compañera, ajustándose los pantalones caídos y la camisetilla ajustada, que dejaba al aire su ombligo con plateado piercing , atándose las deportivas de marca falsa ,se plantó de un brinco en la furgoneta y dijo:
—Enseguida vuelvo, coleguís, dejadme algo de calimocho pa luego. Vamos, tío, que a la entrada del pueblo está la casa, y la Teresa con muchas ganas de saber algo de su hombre. Como dice “en qué hora se junto con ése chiflao que va a ser nuestra ruina”.
(Abejita de la Vega, también llamada María Ángeles Merino)
4 Comments:
EL QUIJOTE CUENTA ASÍ EL ENCUENTRO DE UN MENSAJERO DE LOS DUQUES CON SANCHICA
”Dice, pues, la historia, que el paje era muy discreto y agudo, y con deseo de servir a sus señores partió de muy buena gana al lugar de Sancho, y antes de entrar en él vio en un arroyo estar lavando cantidad de mujeres, a quien preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un cierto Sancho Panza, escudero de un caballero llamado don Quijote de la Mancha; a cuya pregunta se levantó en pie una mozuela que estaba lavando y dijo:
—Esa Teresa Panza es mi madre, y ese tal Sancho, mi señor padre, y el tal caballero, nuestro amo.
—Pues venid, doncella —dijo el paje—, y mostradme a vuestra madre, porque le traigo una carta y un presente del tal vuestro padre.
—Eso haré yo de muy buena gana, señor mío —respondió la moza, que mostraba ser de edad de catorce años, poco más a menos.
Y dejando la ropa que lavaba a otra compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba en piernas y desgreñada , saltó delante de la cabalgadura del paje y dijo:
—Venga vuesa merced, que a la entrada del pueblo está nuestra casa, y mi madre en ella, con harta pena por no haber sabido muchos días ha de mi señor padre”
(MIGUEL DE CERVANTES)
miércoles, 27 agosto, 2008
LA ABEJITA DE LA VEGA LO CUENTA ASÍ, EN MODERNO.
“Dice, pues, la historia, que el de Seur era muy rápido y eficiente, y con deseo de encontrar aquella imprecisa dirección partió, en su furgoneta, hacia el pueblo de Sancho. Antes de entrar en él vio, en las orillas de un arroyo, estar haciendo botellón cantidad de chicos jóvenes, a quienes preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un tal Sancho Panza, trabajador autónomo de chapucillas diversas y ayudante ocasional con un ejecutivo de Telefónica prejubilado llamado Alonso Quijano, a cuya pregunta se levantó en pie una joven que estaba agitando una botella de Coca Cola y dijo:
—La Teresa Panza es mi madre, y el Sancho ése, mi padre, y el don Alonso, un cliente suyo que está como una chota. Desde que un día llamó, anda “missing” mi viejo y… la vieja desesperadita que no para de hacer horas en ca los pijos.
—Pues, si no te importa, acompáñame a casa de tu madre—dijo el de mensajería— porque le traigo una carta y un paquete de ése al que tú llamas “viejo”. Jesús, qué juventud, ya no hay respeto ni na.
—Vale, tío, voy contigo que igual algo cae —respondió la chavala, que mostraba ser de edad de dieciocho años, poco más a menos.
Y dejando la Coca Cola y el tinto don Simón a otra compañera, ajustándose los pantalones caídos y la camisetilla ajustada, que dejaba al aire su ombligo con plateado piercing , atándose las deportivas de marca falsa ,se plantó de un brinco en la furgoneta y dijo:
—Enseguida vuelvo, coleguis, dejadme algo de calimocho pa luego. Vamos, tío, que a la entrada del pueblo está la casa, y la Teresa con muchas ganas de saber algo de su hombre. Como dice “en qué hora se junto con ése chiflao que va a ser nuestra ruina”.
(Abejita de la vega también llamada María Ángeles Merino)
miércoles, 27 agosto, 2008
Luz esto parece una epidemia don Quijote está por todas partes ¡qué bueno!
Besos
viernes, 29 agosto, 2008
Sigo con Sanchica y el mensajero.
SANCHICA ,EN COMPAÑÍA DEL MENSAJERO,VA EN BUSCA DE SU MADRE TERESA PANZA.
"—Sal mama, abre, que viene aquí un tío de los de Siur que trae una carta y un paquete del papa.
A las voces de su hija, salió Teresa Panza, su madre , fregona y cubo en mano, con una falda acrílica floreada —parecía, según estaba de mal cortada, que se la habían alzado por detrás —, con una chaqueta chapuceramente tricotada y una blusa que dejaba al aire el canalillo. No era muy vieja, aunque aparentaba pasar de los cincuenta, pero fuerte, tiesa y bigotuda; la cual viendo a su hija, y al mensajero junto a la furgoneta, le dijo:
—¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es este?
—Es un empleado de paquetería —respondió el mensajero.
Y, diciendo y haciendo, se acercó a la puerta y se fue con mucha cortesía a dar la mano a la señora Teresa, diciendo:
—Le presento mis respetos, señora doña Teresa, como esposa legítima del señor don Sancho Panza, concejal de Barataria.
—¡Ay, señor, quítese de ahí, no haga eso —respondió Teresa—, que yo no soy nada palaciega, sino una pobre asistenta, hija de un peón caminero y mujer de un trabajador autónomo , y no de concejal alguno!
—Usted —respondió el mensajero— es mujer dignísima de un concejal de Cultura archidignísimo, y para prueba de ello reciba usted esta carta y este regalo.
Y sacó al instante un collar con extremos de oro, y se lo echó al cuello y dijo:
—Esta carta es del señor concejal, y otra que traigo y este collar son de la señora duquesa, que os lo envía con sus respetos.
Quedó pasmada Teresa, y su hija ni más ni menos, y la muchacha dijo:
—Que me maten si no anda por aquí el chalao de don Alonso, que debe de haber dado a padre la concejalía de Cultura que tantas veces le había prometido.
—Así es la verdad —respondió el del paquete—, que por respeto del señor Alonso es ahora el señor Sancho concejal de la ínsula Barataria, como se verá por esta carta.
—Léamela ,si no es mucha molestia señor —dijo Teresa—, porque, aunque sé leer despacito, no sé leer de corrido .
—Yo sí sé leer y tengo sacado el Graduado,…lea mejor usté —añadió Sanchica—, pero espérenme aquí, que yo iré a llamar quien la lea, el cura mismo o Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana por saber noticias de mi padre.
—No hay por qué llamar a nadie, que aunque no tenga el títulillo, sé leer y la leeré. "
Cervantes lo decía así:
"—Salga, madre Teresa, salga, salga, que viene aquí un señor que trae cartas y otras cosas de mi buen padre.
A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda —parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar —, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos . No era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada ; la cual viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo:
—¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es este?
—Es un servidor de mi señora doña Teresa Panza —respondió el paje.
Y, diciendo y haciendo, se arrojó del caballo y se fue con mucha humildad a poner de hinojos ante la señora Teresa, diciendo:
—Déme vuestra merced sus manos, mi señora doña Teresa, bien así como mujer legítima y particular del señor don Sancho Panza, gobernador propio de la ínsula Barataria.
—¡Ay, señor mío, quítese de ahí, no haga eso —respondió Teresa—, que yo no soy nada palaciega, sino una pobre labradora, hija de un estripaterrones y mujer de un escudero andante, y no de gobernador alguno!
—Vuesa merced —respondió el paje— es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo, y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta carta y este presente.
Y sacó al instante de la faldriquera una sarta de corales con estremos de oro , y se la echó al cuello y dijo:
—Esta carta es del señor gobernador, y otra que traigo y estos corales son de mi señora la duquesa, que a vuestra merced me envía.
Quedó pasmada Teresa, y su hija ni más ni menos, y la muchacha dijo:
—Que me maten si no anda por aquí nuestro señor amo don Quijote, que debe de haber dado a padre el gobierno o condado que tantas veces le había prometido.
—Así es la verdad —respondió el paje—, que por respeto del señor don Quijote es ahora el señor Sancho gobernador de la ínsula Barataria, como se verá por esta carta.
—Léamela vuesa merced, señor gentilhombre —dijo Teresa—, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja .
—Ni yo tampoco —añadió Sanchica—, pero espérenme aquí, que yo iré a llamar quien la lea, ora sea el cura mesmo o el bachiller Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana por saber nuevas de mi padre.
—No hay para qué se llame a nadie, que yo no sé hilar, pero sé leer y la leeré."
domingo, 31 agosto, 2008
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