jueves, noviembre 19, 2020

PEQUEÑA HISTORIA DE UN LIBRO DE POESÍA

 


Cada libro tiene su historia  y este de Francisco Brines, recién galardonado con el premio Cervantes 2020,  está un poco enlazada, con respecto  a la mía.

Tengo costumbre  al emprender algún viaje, sea corto o  largo, de llevar en el bolso  un libro de poemas, y,  así sucedió en el verano de 1984, cuando nos decidimos a viajar  hasta Chescoslovaquia. Por aquellos años, este país andaba bajo la bandera comunista  y todavía, no se había dividido en dos. 

Al llegar a la frontera,  dejando Austria, ya nos dimos cuenta que estábamos saliendo de la Europa democrática. La espera en la entrada no fue muy larga, pues solo nos juntamos  con un coche de la República Federal de  Alemania, que por cierto, no le dejaron pasar. El examen de nosotros, incluido el coche,  fue lento, pormenorizado y  exhaustivo.  Al final y después de comprobar que éramos una familia  española con dos niños de corta edad y que  todos nuestros papeles de visados y pasaportes  estaban en regla, porque lo  más peligroso que llevábamos eran las sartenes para hacer nuestros guisos en el camping, nos dejaron pasar.

Otra historia para contar es su estancia allí, pero en especial quiero relatar cómo fue la salida, porque al llegar a la dichosa frontera, recuerdo muy bien que estuvimos cinco horas  esperando en una amplia cola de coches  que se extendían a través  de una gran alambrada llena de militares uniformados. Fue entonces, al ver el panorama, cuando salí de nuestro Renault rojo, para sentarme en algún adoquín, creo recordar , y leer este libro de Francisco Brines, que ya antes me había regalado mi hermano Rafael para la Navidad de 1979, cinco años después de su publicación. 



Pasado  el tiempo, tuve la oportunidad de conocer  en Rivas Vaciamadrid, al poeta valenciano, con motivo de la presentación de la Revista Prima Littera, nº 6,  que dirigían por aquellos años de los 90, Arturo Ledrado y José Luis Morante  y poderle contar esta historia que acabo de dejar por aquí. Por supuesto llevaba el  libro  leído en la frontera Ensayo de una despedida  y esta fue su dedicatoria:



El ejemplar lo tengo subrayado por varias páginas en bolígrafo. Ahora sigo haciendo lo mismo pero con lápiz, porque ya una vez tuve problemas. Os dejo algunas de sus páginas. 



Como no hay dos sin tres, por una extraña casualidad, creo que fue ya en los años 2000, cuando  en el Colegio Mayor Virgen de África,   acudí  a una cena donde Francisco Brines era el invitado principal y no sé el porqué, pues no estaba previsto de ninguna forma, acabé a su lado teniendo una estupenda  conversación. Además de poeta y por ello, estoy convencida,  también es un gran filósofo. En lo que no estuvimos de acuerdo fue  la pasión  que tiene por  los toros, que me quiso convencer, pero la verdad, no lo consiguió. 

Siempre supe que se merecía todos los premios  que ha conseguido: Premio Adonais, Premio de la Crítica, Nacional de Poesía y el  Cervantes de este 2020. 

ENHORABUENA. 



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8 Comments:

Blogger Pedro Ojeda Escudero said...

Asociar un libro a un viaje, un viaje a un libro y que luego sirva de rememoración de aquel viaje, aquel texto, aquel autor. Y más con uno de Brines, claro. Qué acierto.

viernes, 20 noviembre, 2020

 
Blogger Ele Bergón said...

Gracias Pedro por tu comentario.

Esta pequeña historia la escribí en el periódico local "Informativo Vicálvaro", porque por aquellos años de los 80 y 90, estuve bastante activa en los círculos literarios de la periferia de Madrid.

Aunque soy desordenada y no hago mucho caso de las fechas, sí es verdad que guardo algunos recortes de los periódicos en los que escribía, pero este en concreto, lo he vuelto a reescribir y en realidad, me parece que casi por completo, pues le he añadido lo que guardaba en mi memoria de lo que pasó después con Francisco Brines.

Con mi años, ya puedo ir contando batallitas.

Besos

sábado, 21 noviembre, 2020

 
Blogger JOSÉ LUIS MORANTE said...

Querida Elen, qué hermosa historia personal y qué círculo afectivo cierran los libros dedicados. Muy hermosa evocación. Si me permites, querría darte las gracias aquí por participar y ser protagonista directa de aquella crecida cultural que organizamos en Rivas. Te recuerdo en las aulas con tus libros en el Colegio Victoria Kent, que dirigía Adela, mi mujer, y te recuerdo siempre como activa presencia en las presentaciones de la revista o en el encuentro con José Saramago. Ahora creo que fue un sueño de dos o tres locos de la poesía que hicimos de nuestros días en Rivas un quehacer maravilloso. Quedan los frutos de aquella cosecha irrepetible y queda nuestra amistad. Es mucho y estoy muy agradecido.

sábado, 21 noviembre, 2020

 
Blogger Ele Bergón said...

Sí Jose Luis, yo también lo recuerdo con un especial cariño y nostalgia, aquellos bonitos tiempos.¡Cómo no acordarme del encuentro con José Saramago! Sabes que al final, conseguí que se publicara en la revista CYT NUESTRA PRENSA, un escrito del Nobel de Literatura. Gracias, todo tengo que decirlo, a Pilar del Río.

Seguiremos en el camino de la Literatura y Enhorabuena por tus aforismos que ya he visto han sido traducidos a otras lenguas. No suelo pasar mucho por facebook, pero, aunque no te escriba nada, sí te sigo en tus publicaciones.

Besos

sábado, 21 noviembre, 2020

 
Blogger La seña Carmen said...

Una vez me contaron la historia de un almirez que viajó a América, era una historia de emigración.

Esta historia de un libro con dedicatorias que viajó por Europa en compañía de unas sartenes, también.

Algún día las generaciones futuras de filólogos harán trabajos sobre los poetas de Rivas.

domingo, 22 noviembre, 2020

 
Blogger Sor Austringiliana said...

Poeta, filósofo y... aficionado a los toros, nadie es perfecto.
He vivido contigo ese viaje con tu familia al otro lado del Telón de Acero, con niños pequeños, sartenes y libro de poemas. Sin duda, habrá que leer a Brines.
Besos

domingo, 22 noviembre, 2020

 
Blogger Ele Bergón said...

Carmen, en mi caso fue el libro el que viajó hasta Checoslovaquia y volvió para que su autor conociera la historia.

La movida de la periferia de Madrid, también tuvo su historia y no sé si se conocerá o no, pero yo guardo un gran recuerdo de aquellos días .
Besos

martes, 24 noviembre, 2020

 
Blogger Ele Bergón said...

Sor Austringiliana, creo que sí, que Francisco Brines, merece la pena leerlo. Es un poeta de los buenos, al menos eso es lo que yo pienso.

Besos

martes, 24 noviembre, 2020

 

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