¡no me hagas despertar!
No voy a decir que soy una persona solitaria, porque esto no es así. Normalmente me complace la compañía de familiares, amigas y amigos. Y sin embargo, puedo confesar que en determinados días, ratos, o momentos, prefiero estar conmigo misma, en especial cuando paseo por los campos de los sitios donde resido.
Me gusta el practicar eso de el andar por andar, en los lugares donde los caminos son de tierra y piedra, para ir observando, cómo a uno y otro lado de ese camino, van pasando las estaciones del año y dónde los horizontes, pueden verse allá a lo lejos,
acariciados por los cielos de distintas tonalidades en sus grises y azules, siendo las nubes blancas sus protagonistas, aunque también surquen en el cielo los pájaros tanto naturales como los artificiales, porque al estar muy cerca del aeropuerto, emiten sus diferentes ruidos, como así también pueden oírse, los mugidos de las vacas, el cacareo de gallinas, el silencio de las cigüeñas, el trote de los caballos o el rebuzno de algún que otro borrico que me saluda al pasar cerca de él, unido al ladrido de los perros con sus correspondientes amos.
Sí, es el campo con sus horizontes, lo que más me gusta pasear en la soledad de mi misma, porque puedo abstraerme y pensar con frecuencia, recordando los versos de Lope de Vega con aquello de: a mis soledades voy y de mis soledades vengo, aunque eso no me impida, el ir hablando por el aparato que lo hace todo y nos tiene informados, embelesados, embrujados, llamado móvil, ya que nunca se aparta de nuestras manos o bolsillos, para responder al primer tono, aunque estemos disfrutando de los mejores paisajes.
Es más, si algo nos llama la atención, lógico que lo queramos compartir, pero ahora, en este siglo XXI, la sociedad ha cambiado tanto.... que es la inmediatez lo que nos está impulsando a dejar de lado, esos momentos donde la soledad, deseada, ya no existe, pues nuestros intereses han cambiado y cada vez somos menos solitarios, surgiéndome la duda de si ¿es en apariencia o es una realidad? pues yo me pregunto: ¿estamos más solos que nunca? ¿ o es la inmediatez de contar, lo que nos impide esa soledad de la que escribe Mario Benedetti, para ser uno mismo?
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