Nacemos con la luz y no en vano decimos que una mujer da a luz o alumbra un nuevo ser. Por el contrario, cuando morimos, se nos va esa luz y no sabemos con toda certeza, el dónde, el cuando y el cómo transitaremos si nada o mucho, por esos lugares misteriosos y desconocidos, pero sí evocamos a las personas que todavía no hemos abandonado esta Tierra que nos cobija, porque somos capaces de suponer, las posibilidades que podremos encontrar en ese " más allá", cada uno según su forma de pensar y vivir en este planeta donde la única certeza, según el decir del pueblo, es la Muerte.
En esta mi ya larga vida, llevando el nombre de María Luz que mi madre se empeñó en ponerme, porque no había ninguna persona que se llamase así en el pueblo de Pardilla, ya que en aquellos años de la dictadura franquista las mujeres, independiente de nuestro nombre, siempre teníamos que anteponer el famoso María.
Bien puedo escribir que siempre me he identificado con mi nombre, pues indica las luces tanto de la mañana como la de la tarde, para subyugárme de igual forma, amaneceres y atardeceres , notando que la oscuridad no me gusta nada.
Sí madre, estuviste acertada con mi nombre y sus diferentes tonalidades que van pasando a lo largo de los días con sus noches.
En el escrito de Cernuda que lo titula LA LUZ , hace referencia a esa luz que se apaga cuando nos dice adiós nuestra propia vida, por eso, al leerlo he recordado la mía y en ella llevo ya bastántes pérdidas en cuanto a la familia, amigos y amigas se refiere. Algunas esperadas como la de mi progenitora, pues consigió llegar a sus 90 años y otras inesperadas como la de mi padre cuando de forma repentina, nos dejó con tan solo ciencuenta y siete años. También lo hizo mi hermano Evencio con veintitres y hace unos días en noviembre de este año fatídico, fue mi hermano Rafael quién se marchó con 91 años. Ahora solo quedamos los pequeños de la familia, Victoriano y yo.
En el pasar de los días con su luz y las noches sin ella, mi camino poco a poco, se va quedando más solitario y aunque el andar por él también me ha traído nuevas amistades, junto a las que ya existian, vamos caminando entre luces y también episodios de oscuridad, en este pasar de la vida con su tiempo que fueron creciendo conmigo, cómo bien lo dice mi admirado escritor Jorge Luis Borges, en su poema:
EL RELOJ DE ARENA
El tiempo, ya que el tiempo y el destino
se parecen los dos : la imponderable
sombra diurna y el curso irrevocable
del agua que prosigue su camino.
(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros
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