sábado, diciembre 30, 2006

PARA JULIÁN



Cuando te pienso, siento que eres la brisa fresca que aparece  en esta mañana de julio mientras  te  escribo.

Sosegado y suave, lo que más admiro de ti,  es la fidelidad que le prestas a tus principios. 

Fuerte y quimérico estás lleno de los molinos de la Mancha que te vio nacer, a los que sé no vas a renunciar por mucho que te jubiles.

Para aprender de tu sabiduría hay que detenerse, seguir tu ritmo y escuchar.

Hoy, aquí, sentada en el jardín de mi casa, oigo los sonidos que me gustan:

El movimiento de las hojas en la higuera, el poema de los pájaros, los bostezos de la gata y el lento caminar de la tortuga. Y eso es lo que aprendí de ti, a sentirme bien y en equilibrio, con las pequeñas cosas que me rodean y a luchar por todo aquello en lo que creo.

Soy tan ilusa como tú porque  eres mi amigo y maestro,  enseñándome  un  mundo utópico sin prisas ni ruidos,  donde “nadie sea más que nadie”,  respirando  todas las personas unidas,  respeto y auténtica libertad. 

Son muchas y muchos a los que has formado en tu filosofía de vida y luego nosotros hemos sembrado en otros,  que a su vez enseñan y enseñarán a muchos más.

Por eso hoy, 8 de julio, quiero darte las gracias y decirte con permiso de tu entrañable Carmen, tu Cuchi, que te quiero y que espero sigas teniendo la buena suerte, de la que me hablabas hace unos días, en tu nueva andadura que ahora empiezas. Creo que te lo mereces.

Besos. LUZ

(c) Foto y texto: Luz del Olmo

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me uno a los buenos deseos de Luz.
Con tu huida quedó un gran vacío en el espacio de la amistad.
Gracias por estar ahí.
Ino.

domingo, 01 abril, 2007

 

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