martes, febrero 13, 2007

POEMA

Siempre me gustaron los lirios
morados, azules, amarillos, blancos.

Admiro su quietud de luna,
su tacto triste,
como de tierra sola.

Huelen a niebla dulce,
atravesada por una sola luz hermosa.

Bajo su apariencia de frialdad,
se pliega la ternura viva
en la búsqueda inútil
de una melancolía eterna.

Siempre me gustaron los lirios,
como me gustan las apacibles tardes blancas
y como me gustas tú
sin una razón que convenza a los incrédulos.



LUZ DEL OLMO