martes, septiembre 11, 2007

UN INVIERNO EN NUEVA YORK

(c) Beatriz Díez Muiño
En noviembre de 1991, estuve en Nueva York. Fue una ciudad que me impactó. Me llevé el libro de García Lorca "Poeta en Nueva York" y allí pude sentir mejor sus versos. Lo mejor fueron las vistas desde las Torres Gemelas, tanto al atardecer como ya entrada la noche.

Hoy quiero dejar aquí dos poemas de un libro que empecé entonces y que después no lo he continuado.

El primero se publicó en la revista Prima Littera que dirige mi amigo Arturo Ledrado y después estuvo expuesto en el Centro Cervantes de esta ciudad con el proyecto INYECIONES.


Aquellos ojos míos
de mil novecientos diez.
Federico García Lorca

Estos ojos míos
de mil novecientos noventa y uno,
no pudieron mirar
las casas negras de Harlem
para conocer su voz.

Estos ojos míos
de mil novecientos noventa y uno,
no pudieron ver
el interior de la manzana,
cuando llueven aguas
estancadas, putrefactas
en Manhattan.

Estos ojos míos
de mil novecientos noventa y uno,
casi miraron los niños
y nunca vieron sus ojos.

Tan sólo captaron:
la parada en los semáforos
con los taxis amarillos,
el humo y sus olores,
las tiendas escarlata,
las prisas en los paseos
y el graffiti de los muros.

Estos ojos míos
pasearon la mirada
del turista en vacaciones.


A María Ángeles Pérez
anfitriona de nuestra estancia.
¿Lo recuerdas? Yo nunca lo olvidaré.

Odian la sombra del pájaro
Federico García Lorca

Odian la sombra del pájaro
y otras aves les odian a ellos.


Transitan las doscientas vientitres calles
atravesando las ocho avenidas.

LLegan a Booklin,
Queen, Elis y el Bronx.

Yo, les he visto a ellos,
los negros
de cinco a seis de la tarde,
en el Path, camino,
camino de Harrison, New Pres,
Hoovoken y Newar,
cansados, dormidos,
abrigos viejos y zapatillas Nike.

Yo los he visto a ellos,
los negros del Path,
de regreso a casa
y en busca de su origen.

(c) Luz del Olmo

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Sabías que el padre de García Lorca murió y está enterrado en Nueva York?No quiso saber nada de este país de locos.

domingo, 16 septiembre, 2007

 
Blogger Ele Bergón said...

No me esxtraña que se fuera después de lo que pasó con su hijo y toda la maldita guerra civil. Él tuvo suerte, influencia y supongo que dinero paa salir de aquí, otros no tuvieron más remedio que quedarse, muchos con el resultado de cárcel y muerte.

¿Sabias que García Lorca no tuvo muy buena relación con Miguel Hernández? A Lorca no le caia muy bien porque en su primer encuentro, Miguel se puso un poco arrogante con él.

Acabo de leer una biografía de Miguel Hernánde y me ha encantado. Hay muchas cosas que nos han ocultado de la geneación del 27. En realidad como ellos eran sus propios críticos, decían lo que querían. ¿ Por qué Miguel Hernándes se quedó en España y no salió como si lo hicieron los otros? Tiene su explicación.


En fin, los hechos son únicos, luego las interpretacines son muy variadas e interesadas.

Besos.

domingo, 16 septiembre, 2007

 
Anonymous Anónimo said...

Yo siempre he intuido, que no sabido, que ,para los señoritos del 27 ,el pastorcillo Miguel Hernández era algo así como la mascota.Mira qué versos hace este chico pobre y pueblerino, lo llevamos con nosotros y nos da un toque popular.¿Soy dura con esos poetas que decían levantarse, desayunarse con jugo de naranja, salir a pasear y todo ya pleno, las doce en el reloj?
La parlanchina convertida en picateclas

domingo, 16 septiembre, 2007

 

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