23 DE ABRIL: DÍA DEL LIBRO
Hoy, 23 de abril, Día internacional del libro, quiero contaros una pequeña historia de mi afición por la lectura.
Quizás nací con ese amor, porque de la casa donde tuve mi primer llanto y viví una infancia feliz, solo tengo el recuerdo de un libro grande sin pastas, lleno de letras y de vez en cuando dibujos, que con el tiempo he identificado en mi memoria, como El Quijote, al que solo miraba los "santos", sin leer las letras.
Lo que sí recuerdo muy bien, son la regañinas de mis padres, hermanos y vecinos, por agacharme a recoger algún papel tirado por las calles del pueblo, a causa de mi necesidad por saber qué querían decir sus letras llenas de polvo y barro.
Me costaba encontrar papel impreso, donde el pescadero solía envolver las sardinas o congrios y el carnicero, las partes del lechal, porque los pliegos que más se utilizaban en estos casos, eran los que llamaban de estraza, donde podía haber anotaciones de alimentos y en especial números con el resultado de una suma.
A los diez años, me llevaron interna a un colegio de monjas en Madrid y aunque la estancia tuvo sus altos y bajos, más de estos últimos, que de los primeros, los libros me acompañaron y pude leerlos, en especial, cuando teníamos ejercicios espirituales, porque entonces, estaba prohibido hablar, pero no leer y aún dentro de la censura franquista, leí libros muy interesantes como Por quién doblan las campanas de Hemingway.
En vacaciones de Semana Santa, lo pasaba con mi tía Cayetana, que era la cocinera de un alto militar del régimen, en la calle de Ferraz. Ellos tenían una inmensa biblioteca y allí me pasaba las horas leyendo libros, sin que nadie se ocupara de mis lecturas. Se me quedaron grabados Los últimos días de Pompeya y también Las memorias de Casanova.
Pero quizás el libro que más me gustó y me impresionó, cuando ya tenía diez y seis años, y me estaba sacando el bachiller superior de aquella época, fueron las Obras completas de Juan Ramón Jiménez. Este libro marcó mi vida y es verdad que muchos de sus poemas, no los acababa de comprender, pero sí presentía que allí se encontraba algo grande que me fascinaba, de tal forma, que aún me dura.
En estos días tan especiales, leo al poeta de Moguer y degusto sus palabras cuando escribe: Poesía es todo lo bello que no se puede explicar y que no necesita explicación.
Creo que mi primer poema escrito, fue con trece años y desde entonces, no he dejado de leer, para luego, poder escribir.
Hoy 23 de abril de 2020, es un día doblemente especial y desde mi confinamiento, he querido recordar cómo fue mi relación con los libros que tanta felicidad me han proporcionado.
( La foto es de la casa donde nací y que ahora ya no existe, pero allí vivieron mis bisabuelos y la tengo datada de al menos hace 150 años)
Etiquetas: . Mis fotos. mis textos
6 Comments:
Yo no puedo concebir la vida sin la lectura.
Besos.
viernes, 24 abril, 2020
Las historias marcan como hitos nuestra vida.
domingo, 26 abril, 2020
Yo tampoco puedo concebir mi vida sin la lectura, ya digo que nació conmigo.
Somos "hermanos" en esto.
Besos
lunes, 27 abril, 2020
Sor Austringiliana , las historias que leemos unas más y otras menos, es verdad que marcan nuestra vida y así las vamos guardando.
Besos
lunes, 27 abril, 2020
¡Qué recuerdos tan tiernos! Y felices, al menos, hasta los, 10 años.
A mi la lectura me ha salvado, en todo sentido.
Besotes y feliz dia
martes, 28 abril, 2020
(aunque llego tarde a felicitarte)
martes, 28 abril, 2020
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