Traigo aquí un artículo que Cristina del Olmo publicó, el pasado 22 de mayo, en la revista
Revista Ecclesel 22 de mayo que me ha parecido muy interesante.
y que me ha parecido muy interesante.
Ana Frank, en mi recuerdo
Está viniendo a mi cabeza estos días de confinamiento la historia
de Ana Frank, la parte de su vida que nos contó en su famoso
diario. Sus vivencias vuelven a ser actuales ante esta situación
extraña que estamos padeciendo por el Covid-19.
Su confinamiento, en el
desván oscuro de un piso de Amsterdam, por causas mucho más
malévolas que por la pandemia que ahora nos azota, nos puede ayudar
también a la reflexión. Sobre todo los más jóvenes pueden
descubrir en el «Diario
de Ana Frank», o
en algún buen documental que se ha realizado de esta niña
judía, valores que todos podemos recuperar.
Me regalaron el libro a la edad en la que ella comenzó a escribir su
diario, con 13 años. Y el recuerdo de su fuerza interior, la alegría
a pesar de las circunstancias, sus sueños de adolescente
y su coraje siempre han estado en mi recuerdo.
Ana Frank comenzó a escribir su
diario durante la ocupación alemana de los Países Bajos en la
II Guerra Mundial, en 1942. Durante dos años estuvo escondida con su
familia, en lo que fue su casa en Amsterdam. Confinados
sin salir, con miedo, con mucho miedo. En un confinamiento
mucho más horrible que el nuestro.
Con un terror provocado por una persecución irracional, de odio de
los nazis hacia el pueblo judío. Su casa, convertida en museo,
vuelve a abrir sus puertas, según han anunciado, el próximo 1
de junio.
En los dos años que se esconde, Ana escribe sobre lo que ocurre en
la ”Casa de atrás”, pero también sobre lo que siente y piensa.
Además, escribe cuentos, comienza una novela y anota citas en
su Cuaderno de frases buenas, que copia de los libros que lee.
Así es como la escritura le ayuda a que el tiempo transcurra.
El diario se detiene abruptamente el 4 de agosto de 1944, cuando su
familia es descubierta por la Gestapo y enviada al campo de
exterminio de Auschwitz. Desde ahí, ella y su hermana fueron
nuevamente trasladadas hasta el campo de concentración de
Bergen-Belsen, donde murieron en febrero de 1945. Sus padres permanecieron en
Auschwitz. Solo el padre de Ana, Otto, sobrevivió y publicó el
diario de su hija en 1947.
Las ganas de sentirse libre y salir a montar en bici, ver gente, ir a
la escuela eran algunos de los anhelos que contaba Ana Frank en las
páginas del libro. Echaba de menos la vida sencilla, en la
calle, en libertad. Pero se topó con el espanto.
Los acontecimientos en
muchas ocasiones nos sobrepasan. Nunca
podremos controlar todo, aunque en determinados momentos nos creamos
dioses. Por ello, es tiempo de confianza. De
esperanza ante tanto sufrimiento. De comprender, desde lo más
profundo, que Dios está por encima. De recordar tiempos pasados, que
en muchas ocasiones, no fueron mejores.
Estamos en un momento donde la confrontación es inútil – y los
políticos no nos están dando lecciones – , donde todos tenemos
que estar en la misma barca. Solo si “globalizamos la solidaridad”,
como decía el obispo de Ávila, Mons. José María Gil Tamayo, en su
entrevista en Ecclesia, después de salir del hospital, podremos
superar esta crisis, que no es solo sanitaria, como se está viendo y
viviendo.
A esta crisis sanitaria se le añade la crisis social, de valores,
además de la económica. Será duro, pero si ponemos a la persona en
el centro, todo será más fácil. El desprecio por el ser humano
nunca nos llevó a nada bueno.
Cristina del Olmo
22 de mayo 2020 @olmocris
Etiquetas: Cristina del Olmo. Artículo
4 Comments:
¡Muy buen artículo! Graciss por traerlo. Me gusta eso de globalizar la solidaridad. Leí el diario de Ana Frank cuando era adolescente. También visité su casa en Amsterdam.
¿Cristina del Olmo es familiar tuya?
Besotes, Luz
martes, 26 mayo, 2020
Leí el "Diario de Ana Frank" cuando era adolescente y me llamó la atención que en aquel sótano del miedo Ana siguiera estudiando y aprendiendo. Felicito a tu sobrina Cristina del Olmo por su artículo.
Besos
miércoles, 27 mayo, 2020
Sí, Myriam, Cristina, como muy bien sabe Mª Ángeles, es mi sobrina, casi la hija que no he tenido, porque la quiero de esa forma. Siempre fuimos muy cómplices y el Diario de Ana Frank yo se lo regalé, cuando ella tenía esos 13 años de su principio de adolescencia. Trabaja como periodista.
Ya le diré que te ha gustado, aunque supongo que lo verá.
Besos
jueves, 28 mayo, 2020
Gracias sor Austringiliana, la verdad que es un libro que no te deja indiferente y como muy bien escribe Cristina, el confinamiento era mucho más duro, en aquellas terribles circunstancias.
Esta vez y si me lo permite su reverencia, nos daremos un beso virtual .
jueves, 28 mayo, 2020
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