domingo, febrero 04, 2024

CIUDAD A DISTANCIA

 

                                                      


 


Cuando llegué a Vicálvaro, el barrio de Madrid que distaba unos 15kms de la capital, allá por el año 66, era un pueblo, donde  muchas de sus calles en aquella época, cuando llovía, se llenaban de barro, pues no estaban asfaltadas. Solo había una carretera por  la  que circulaba una camioneta, la llamada P6,  que nos llevaba hasta Ventas y  allí podíamos coger la línea 2 del metro, que en mi caso me desplazaba hasta la estación de Alonso Martínez, para subir por la  hoy  llamada  Santa Engracia y llegar a su nº 33, donde estaba  y está la Cooperativa de Farmacia (COFARES) que suministra medicamentos a todo Madrid y su provincia, pues por entonces yo  trabajaba en este  lugar,  en turnos de mañana y tarde. 


Vicálvaro era un pueblo, pueblo, con su Iglesia de Santa María de la Antigua, joya arquitectónica, con un órgano en su interior donde en la actualidad se suelen celebrar conciertos internacionales. Su  calle, cerca de la plaza,  donde se erige la estatua  don Antonio de Andrés,  médico muy querido  que lo fue del pueblo, era y es empinada, porque Vicálvaro, hoy distrito, está en cuesta.

 

Por aquellas fechas y hasta ya bien entrado la década de los 90, seguíamos diciendo aquello de “hoy me voy, o tengo que ir a Madrid”, por una carretera estrecha y mal asfaltada que pasaba por la misma puerta del cementerio de la Almudena y con el tiempo, vimos cómo poco a poco se iba formando, cerca  San Blas, lugar donde teníamos el ambulatorio grande para los especialistas y  también el nuevo Barrio de Bilbao.

 

Lo que me gustaba de Vicálvaro, era que podía encontrarme  con el campo y pasear por él para comprobar el paso de las estaciones. Las casas bajas, algunas de ellas todavía persisten y  fueron construidas por sus propietarios,  en el llamamdo Barrio del Sacrificio  por entonces, anunciaban que la tierra pronto se convertiría en un verdor y con el paso de los días, se iría formando una alfombra de flores en su diverso y espectacular colorido. Mis paseos por estos campos siempre fue una de mis aficiones preferidas. Existía hasta un pequeño arroyuelo, casi sin agua, que hoy en día se lo ha  debido de  tragar el propio asfalto y ladrillo, con el que han poblado y están rodeando a este singular pueblo que tiene su propia historia y donde hasta el General O,Donell, tiene su especial protagonismo, representado en uno de sus, interesantes  y bonitos parques,  llenos de flora y fauna. 


Yo a Vicálvaro nunca lo he olvidado. En este pueblo barrio, he vivido la Dictadura de Franco, pero también la Transición y la venida de la Democracia, siendo por estos años un pueblo obrero, de los más luchadores. Encontré a personas que, a pesar de las distancias, seguimos en contacto. Mis experiencias de aquel entonces, son múltiples e inolvidables. Fue mi despertar de la pasada adolescencia a la juventud y también los años de madurez y en especial, el sentir y compartir lo que me más me apasiona: la poesía. Son mis años dorados que siempre vienen conmigo. 

¡Vicálvaro, ya no eres pueblo, eres distrito y estás formando parte de aquella capital que nos parecía lejana! ¡Nunca te olvidaré!


(c) Texto: Luz del Olmo Veros

Fotos: Tomadas de Internet.

 

 

 

 

5 Comments:

Blogger Sor Austringiliana said...

Los lugares vividos se nos quedan dentro, forman parte de nuestra biografía y no se olvidan. Vicálvaro ya no es pueblo.

martes, 06 febrero, 2024

 
Blogger Ele Bergón said...

Pues si, sor Austri, hay lugares que se quedan con nosotras y cuando existe alguna ocasión de expresarlo, pues lo escribimos.

Besos

miércoles, 07 febrero, 2024

 
Blogger Pedro Ojeda Escudero said...

Esos pueblos a los que han devorado las ciudades cercanas...

miércoles, 07 febrero, 2024

 
Blogger Ele Bergón said...

Pedro, llevas toda la razón, no te puedes ni imaginar lo que han hecho en Vicálvaro, ya solo queda un pequeño cogollito en la parte de la plaza y la iglesia, lo demás es todo ladrillo y cemento y lo que están construyendo, muy cerca del polígono industrial. Bien se puede decir de Vicálvaro, quién te ha visto y quién te ve.

Besos

miércoles, 07 febrero, 2024

 
Blogger La seña Carmen said...

Pues yo a Vicálvaro le sigo encontrando sabor a pueblo.

Mis recuerdos más lejanos de este barrio son de finales de los setenta, cuando una de las rutas que nos trasladaban a los empleados del centro técnico de IBM en Torrejón a Madrid pasaba por allí, por esa carretera que describes, que terminaba en Ventas. No era mi ruta habitual, sino la que cogía cuando, a la salida del trabajo, tenía que ir a algún lugar de Madrid, que pillara por aquella parte.

En Vicálvaro, habitualmente, se bajaba un único compañero, un hombre callado, discreto y afable que trabajaba en el almacén de piezas. Recuerdo que me había aproximado más a él en un curso de la empresa en San Lorenzo de El Escorial; hablaba poco, pero no dudaba en seguirnos a las noches locas, todo lo locas que podían ser allí las noches de invierno, a los bingos de la localidad.

Se bajaba en algún lugar de la carretera y se perdía tras los bloques no muy altos.

Supe años después que había muerto pronto, pero no le olvidaré bajando del autobús camino de su casa.

lunes, 19 febrero, 2024

 

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