(c) Luz
El
poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge
que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Fernando Pessoa
La literatura,
como todo arte, es la demostración de que la vida no basta.
Fernando Pessoa
Este martes de
primavera en Semana Santa, decidí mostrar al libro El Héroe
discreto, que también en los espacios fuera de los transportes
habituales, donde le ha gustado que le leyese, se podía sentir
cómodo, por ello le mostré cómo de ancha puede ser Castilla y
tener horizontes ilimitados.
Parece que le gustó.
En las dilatadas y amplias llanuras, me senté bajo un sol cálido
que lucía en un cielo, lleno de luz azul,y, refrescada por el aire que
corría con parsimonia, avancé en mi lectura para comenzar en ese otro
martes del invierno limeño donde don Rigoberto y doña Lucrecia
vivieron lo que consideraron el peor día de su vida:
Don Rigoberto tuvo que
sufrir el acoso judicial de los mellizos, Miki y Escobita . Se llevó
otro susto con las apariciones de Edilberto Torres que seguía
teniendo su único hijo Fonchito. Tuvo una llamada de su jefe Ismael
Carrera, para comunicarle que ya se encontraba en Lima de vuelta de
su viaje de novios y le pedía una cita inmediata. Cita a la que
acudió presuroso y donde se enteró de lo mucho que había
disfrutado con su mujer Arminda y de las últimas novedades de lo que
había hecho con su próspera y rica compañía y de cómo su fortuna
había aumentado considerablemente.
A última hora, su esposa, toda compungida, le comunicó la triste noticia: su amigo, tan lleno
de vida, que apenas unas horas antes hablaba con él, acababa de
morir.
Seguí leyendo mientras
de vez en cuando miraba por un lado las cumbres nevadas de La Pinilla
y por otro, la nieve de Los Picos de Urbión y la Sierra de la
Demanda, para sumergirme en la traición de Miguel y Mabel, hijo y
amante del otro héroe discreto Felicito Yanaqué y la consiguiente
amargura y desazón en el descubrimiento, no sólo de los
extorsionadores si no también, de su propia sospecha, en relación a
quién era su verdadero y único hijo.
La muerte de Ismael
Carrera, trajo consigo el encuentro de los personajes en la figura de
la viuda Arminda en Piura y la resolución a todas las incógnitas.
Estaba empeñada en
dominar este libro que se resistía en ser leído, fuera de los
transportes, por eso esta mañana, decidí que el capítulo XX y
último iba ser, sí o sí, dentro de mi casa y al llegar a los dos
últimos párrafos, recordé al poeta portugués Fernando Pessoa, a
quién cito en el comienzo de este pequeño texto.
Luz del Olmo
Etiquetas: El héroe discreto, Lectura de la Acequia, mis fotos, mis textos, Vagas LLosa
4 Comments:
Hay libros que se empeñan en tener su propio paisaje. Haces bien en airearlo en ese entorno tan tuyo.
jueves, 09 abril, 2015
Creo que lo dejaste mareado al pobre libro de tanto menearlo y ventilarlo portantos lugaees jajaja!!!! :-) Que bueno que lo pudiste terminar!!! Besos
jueves, 09 abril, 2015
Vargas Llosa, tan viajero él,se quedaría sorprendido de los paisajes que su novela ha visto. Y él no, che guá. ¡De los Andes a la Sierra de la Demanda!
Por mi parte, vio un páramo primaveral que en nada envidia a los altiplanos de por allí abajo. Y un puente donde se pasean malatos medievales, fantasmas de leprosos. ¡Y peregrinos de mochila!
Besos, te veo el martes.
sábado, 11 abril, 2015
Todo tiene arreglo, hasta la discreción de un héroe perdido.
Besos
domingo, 19 abril, 2015
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