Escondido en sí mismo,
miró el mundo desde lejos y quizás percibió en toda su amplitud,
agresividad y competencia.
Se quedó sin salir y no quiso coger la seductora y afectuosa mano que lo llamaba y
más de una vez lo acarició con ternura, calor y suavidad.
Su respuesta fue
frialdad y distanciamiento.
Y ese mundo en el cual
no quiso entrar, empezó a investigar ¿por qué?
Nacieron miles de
teorías por causa, a veces, del narcisismo del propio investigador.
Otras fue un interés muy particular que un día le llegó a aquel
que quiso saber. La mayoría de las veces, simplemente ocurrió. Era
atractivo y sugerente el tema:
“ No preocuparse de
los otros, quedándose solo viviendo para sí”
Los más cercanos,
impotentes e indefensos lloraron su incomunicación. Lo aceptaron
como era y mantuvieron la esperanza en los estudiosos del tema y
ante todo en ellos mismos, pensado que un día, al fin, lograrían
pasar el muro.
Mientras tanto, el
llamado “autista”, sigue ahí, mirándonos desde lejos, sin
dejarse penetrar. Sin saber qué ocurre dentro, porque él nunca lo
dijo.
Quizás, ese trocito de
“autismo”, al que todos nos abrazamos, ocupen en él o ella, un lugar
más amplio que en el resto de los demás hombres a quiénes llamamos
“normales”.
Luz del Olmo Veros
Etiquetas: autismo, mis textos
4 Comments:
Debemos entrar en el mundo se los autistas con el fin de conseguir que nos den la mano y poderles enseñar el nuestro.😳😳😳
domingo, 03 abril, 2016
Debemos saber entrar en el mundo de los autistas, conseguir que nos den sus manos y poderles enseñar el nuestro.
domingo, 03 abril, 2016
Entrar en su mundo, un reto para la ciencia y para la educación.
Conocí a algunos de estos niños...
Besos, Luz.
domingo, 03 abril, 2016
Proximidad y comprensión. Y cariño.
lunes, 04 abril, 2016
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