1981
Al
llegar a 1981, cuando la famosa boda de Lady Di y el príncipe
Carlos, Lucía ya estaba casada y con dos hijos pequeños, nacidos en
los años de la transición de 1975 y 1976 . Atrás quedaron aquellos
seis años de internado en un colegio del centro de Madrid.
La niña
pobre que vivía con las descendientes de médicos, alcaldes,
farmacéuticos, ricos propietarios, algún ministro franquista y
familias de un cierto abolengo, tiene que decir que nunca sufrió
ningún tipo de humillación por parte de sus compañeras.
Milagritos, Julita, Manuela, Sonsoles, Conchita.... siempre la
consideraron como una más y eso que ella se empeñaba en recordarlas
su origen humilde, cuando las amigas hablaban con desdén de la clase
baja y trabajadora.
Sabe de
alguna que con el tiempo estuvo a la cabeza de las manifestaciones
antifranquistas, cuando sus amigas de antaño, andaban por la
universidad y Lucía intentaba sobrevivir en la juventud que le
había tocado vivir, porque tuvo que ponerse a trabajar, e intentó
sacarse la carrera de Magisterio que se impartía por los finales
de los 60, donde ya Madrid era un hervidero de oposición a la
dictadura, aportando su pequeño granito de arena.
En los
años 70 y ya con la dictadura y el dictador moribundos, Lucía
trabajó en varias empresas y pudo participar en aquellas huelgas de
brazos caídos, dirigidas por militantes de CCOO y el Partido
Comunista, principalmente, para después ya en la fecha de 1981,
estar dispuestos a dar el salto y formar parte del primer gobierno
socialista después de nuestra guerra civil.
Es en
estas fechas de 1981, cuando Lucía decide retomar sus estudios
para sacarse la carrera de Psicología. No era fácil, pero se
encontró con otros y otras estudiantes tardías que como ella,
respiraban el aire de libertad que se iba extendiendo, poco a poco
por toda España, teniendo en Madrid, tal empuje
, que ya era imposible pararlo.
Lucía
nunca se reunió con sus compañeras de internado.Cada una siguió
su camino y no volvió a saber de ellas. Sí recordó a Cristina García Rodero, cuando vio
sus extraordinarios retratos o a Carmen Tagle y a sus hermanas,
cuando esta fue asesinada por la ETA, siendo Fiscal General del
Estado.
Lucía
tiene que apuntar que las monjas de sus primeros años le dejaron una
buena formación, una mala educación para enfrentarse al mundo, un
deseo de seguir aprendiendo y conociendo y una conciencia de clase
que nunca le ha abandonado.
Al leer
el libro “Media Vida” le han venido los recuerdos que nunca
olvidó de su infancia, adolescencia y juventud.
Las experiencias de Lucía en el internado fueron algo parecidas, a las que relata Care
Santos, aunque sospecha que la autora, novela demasiado, es su opinión, con el episodio de Julia y su hermano, y que se deja
en el tintero muchas cosas y causas de aquellos años de tanto
cambio que tuvimos en los años de la transición, para llegar a un final
inverosímil, como muy bien nos apunta nuestra amiga Carme Ugarte García.
Como he
dicho ya por ahí, me esperaba más de un premio Nadal. Su acierto,
creo que está en mostrarnos esa mala o nula educación sexual de
aquellos años que poco a poco se fue, en parte, subsanado, su fácil
lectura y el interés que suscita.
Luz y
cía del Olmo Veros
Etiquetas: Care Santos, Lectura de la Acequia, Media Vida
5 Comments:
Me encanta el relato tan auténtico de esa experiencia de vida que traspasa épocas tan importantes de la historia de este país en los últimos años. Un auténtico afán de superación que llevó a hombres y mujeres a hacer grandes cosas sin tener un modelo que les marcara, simplemente sabían lo que no querían. Lástima que entre todo ese esfuerzo se colaran los pillos, los trepas, los que medraban a costa de los demás y de los que tanto estamos conociendo estos días. Un borrón en una época que tanto a nivel personal como social fue muy importante.
Besos
jueves, 27 abril, 2017
Gracias por este relato, Luz, tan a caballo entre lo generacional y lo biográfico.
En cuanto a Media Vida, quizá la cuestión es el objetivo de la novela, tan diferente a lo que pedís Carmen Ugarte y tú. Esta busca un lector más amplio y superar lo dramático o lo histórico para irse por el relato de cinco vidas de mujeres que se cruzan. El campo, por lo tanto, queda abierto para quien quiera contar la historia desde otro ángulo.
Un beso.
jueves, 27 abril, 2017
Lucía abrió su mente a pesar de la parte de mala educación de las monjas. Yo tengo la retorcida idea de que, en ocasiones, los malos profesores también enseñan. ¡Por ahí no! Y encontramos el camino bueno, a pesar de los malos indicadores.
El capítulo en que sólo Nina sabe de orgasmos es divertido.
Una entrada vivida y real y bella.
Besos, Lucía, digo Luz.
jueves, 27 abril, 2017
Pues sí, mucho de nuestra vida, aunque nunca llegáramos a estar internas, todo lo más a mediopensionistas.
¿Estudias o trabajas? Ambas cosas.
Leyéndote me he acordado de un libro que comentamos alguna vez de refilón: La gaznápira, recuérdame que te lo preste. Es la historia de una mujer de aquellas que llegó del pueblo a la ciudad, una historia bien contada.
viernes, 28 abril, 2017
Me ha gustado tu relato-biográfico. A mí la transición me pilló con tres críos. El tiempo no me daba nada más que, cambiar pañales..., y leer un poco por las noches.
Besos
domingo, 30 abril, 2017
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