En estos días tan
constitucionales, oí en la radio que un político catalán había
dicho algo así “Los del PP quieren tanto a la Constitución que la
van a matar”.
Pensé que no le
faltaba razón pues todos conocemos a determinadas personas que
quieren tanto a sus hijos, esposas, amigas, padres etc. que no les
dejan seguir su propio ritmo de crecimiento personal.
En un determinado
momento, esa hija, esposa, amiga, o madre, al igual que podría decir
hijo, esposo, amigo, padre, porque en esto no hay distinción de
género, decide crecer y evolucionar. Sale de la tutela de sus
cariños y prefiere volar por sí misma. Es entonces cuando alguna
de las otras personas, no lo entiende y la quiere amarrar con más
fuerza porque cree, erróneamente, que al cambiar, va a dejarla de
querer. Con ello, surgen los conflictos que, la mayoría de las
veces, cuando hay un diálogo abierto y sincero, se resuelven
satisfactoriamente. Si una de las partes se empecina en no dialogar
y decir a todo que no, el conflicto se puede quedar enquistado en el
tiempo.
Este 6 de diciembre
nuestra Constitución ha cumplido 27 años, es ya muy mayorcita y
tiene deseos de reformarse. La sociedad que también ha crecido con
ella, ha decidido que es la hora de moverse, e ir hacía otros lados y
elaborar otras normas que nos faciliten la convivencia a los
españoles. Tiene ya muchos años y si no hay cambio, no hay
maduración ni desarrollo.
La mayoría de los
españoles comprende que esto es bueno para nuestra Ley de leyes,
porque es bueno para sus ciudadanos. Si ella muda y progresa,
nosotros también.
Habrá que recordarles
a los señores de PP, que no sean tan paternalistas, que nuestra
querida Ley , no está en peligro, que precisamente si reclama un
cambio, es porque se siente fuerte y su salud es muy buena. Por eso,
si de verdad quieren a la Constitución, que no lo hagan con ese
amor tan posesivo que les ha entrado ahora por ella, que la
Constitución hace tiempo que cumplió su mayoría de edad y desea
cambiar y que ya era hora, pues tiene casi treinta años. No va a
seguir siendo una eterna adolescente.
No pasa nada porque
nuestros representantes hablen en el Parlamento, dialoguen, discutan
y, entre todos, lleguen a los acuerdos necesarios, fruto de mutuas
comprensiones. Las negativas por sistema, no conducen a nada bueno. Si
la Constitución quiere renovarse que se renueve. Los ciudadanos
estaremos entonces de enhorabuena, porque nuestra democracia va a
seguir por el camino del progreso.
LUZ DEL OLMO
(Este artículo fue publicado en diciembre de 2005, en la revista CyT, en su número 39. Se han cumplido doce años y un mes y ahora, estamos como estamos, por no tomar medidas a tiempo).
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