Y
en oyendo esto, Sancho tomó el libro con cuidado y, en voz alta,
leyó su título:
Don
Quijote de la Mancha
Marina
Perezagua
Y
fue entonces cuando le vino hasta sus entendederas, algo menguadas,
una mancha grande y roja toda cubierta de tierra que procedía de
una lluvia de amapolas, que le calaba los huesos, mientras caminaba
desnudo por caminos tan largos como el aire, junto a un tal Alonso
Quijano, observando por el lado derecho grandes extensiones de
viñedos y por el izquierdo, altas y transparentes torres,
luciendo letreros que indicaban diferentes nombres de mujeres, donde
una tal Marcela compartía un lugar sin existencia, con otra que
respondía al nombre de Dulcinea.
Y
en las aguas sin medida ni control que formaban la mayor parte de los
planetas conocidos, mezclando sus nombres en giros interminables,
estos dos sujetos, eran incapaces de nadar, molestos como estaban
por las instrucciones de una tal Eva Gomberoff. Por otra parte,
hemos de tener en cuenta que al llamado en alguna ocasión el pastor
Pancino, nunca le gustó este líquido incoloro y siempre prefirió
el olor que desprendía, ese jugo de colores que emanaba de las cepas
que siempre conoció.
Sancho
metido en su propio disparate, se durmió para tener en siete
días, acaso sin noches, un sueño en imágenes nunca vistas,
llegándose a meter en el sueño de otro pastor , por nombre
Quijotiz, de niños y pájaros hambrientos que volaban llevando
papeles, donde predominaba el color verde.
Recuerda
muy bien a las dos Torres Gemelas porque a ellas subió en un
ascensor donde los pisos se iban contando de diez en diez , hasta
llegar al final y observar a un tal García Lorca que escribía con
letras irreconocibles “ asesinado por la luna”, mientras Don
Quijote, que así en verdad se llamaba su compañero, analizaba en
línea recta desde lo alto, a las mariposas circunflejas que
intentaban un vuelo hasta el ocaso de la Libertad.
La Ínsula que le prometieron sí pudo gobernarla a su antojo, pero hubo
de pasar hambres y grandes quebraderos de cabeza , porque aquella
otra Ínsula llamada Manhattan, era del todo ingobernable ante la
cantidad de especies raras y extrañas que caminaban solitarias, por
calles donde nunca lucía el sol, llevando centenares y miles de
libros, arropados y envueltos en las prisas y la música que un
cervantesco Cervantes nunca imaginó, aunque este insigne escritor,
siempre fuera y es su principal protagonista.
No les
faltó, en la carrera loca que les estaba prestando el tiempo, su
lucha contra él. Los instantes se posaban libres y solitarios
flotando en la atmósfera, cuando el deseo de cambiar aquel mundo
tan loco, por unos seres lleno de aparente demencia, que se
empeñaban en ir liberando a presos y cautivos o salvar
ballenas, les iba enfrentando a gigantes sin molinos y recibiendo los palos que nunca buscaron o las sonrisas que
les vinieron de mujeres nunca vistas.
Los
dos soñadores de ovejas con sus piojos, iban disfrazados sin apenas
llamar la atención. El más alto y delgado, sin chicha donde
agarrarse, recordaba a un caballero andante, también llamado el de
La Triste Figura, e iba vestido con un extraño traje que respondía al
nombre de C3PO , a la vez que el padre de un tal Sanchico, cubría su
cuerpo con un EWOK, porque este último no sabía gramática, ni la
necesitaba, ya que los poetas eran una especie de engañabobos que
fingían transmitir algo de lo vivido,
trastocando todas las palabras.
Sancho
después del mucho caminar por manchas de uno y otro lado, quedó
profundamente dormido, en una habitación de un lugar en apariencia
reconocible, mientras su compañero de fatigas, el llamado Don
Quijote de Manhattan, decidió en ese tiempo, leer la Biblia, por ver
si ese libro podría esclarecerle en algo, los extraños sucesos
de esta su nueva aventura que por lugares impredecibles, les había
llevado una mujer que bien se conoce nació en Sevilla, vive en
Nueva York y que utiliza con precisión las palabras, aunque estas
estén disueltas en el agua. Un agua que domina con tanto acierto,
que hasta lo lleva escrito en su carné de identidad.
Luz
del Olmo Veros
Etiquetas: Lectura de la Acequia, Marina Perezagua
10 Comments:
Qué guapos y jóvenes están esos turistas en New York.
Ese tinte de amapolas y esas viñas son de otro continente, así son los sueños que casan vivencias de aquí y de allá. Tu sueño y el de Marina Aguaagua
Ya te dije que no me entusiasma este tipo de literatura surrealista y onírica; pero leo y comentó todo porque de todo tipo de literatura sę extrae belleza y placentería, vaya palabra.
Te ha quedado muy bien. Besos Luz hablamos.
lunes, 19 diciembre, 2016
Mª Ángeles, esta foto es de hace unos diez años y el tiempo pasa a pesar nuestro. Fue un viaje muy interesante. Nueva York me gustó, pero creo que no viviría en esta ciudad de tantas prisas.
Al contrario que a ti, a mí me encanta este tipo de literatura. Quizás en los sueños, en el surrealismo esté la verdad de la vida, aunque eso si, bastante descolocada y alocada.
Ayer oí en la Ser a Marina Aguaagua, como la llamas tú, en una entrevista donde hablaba de lo mucho que le gusta la apnea que practica bajo el agua. A mí, me parece una locura, pero para ella era algo magnífico. Tiene que haber gustos para todas y todos.
Besos
lunes, 19 diciembre, 2016
Una verdad muy encubierta es la de los sueños y sólo hay claves para el soñador. Hay quien sufre mucho con los sueños, te cuentan que han tenido una pesadilla...Yo no soy de pesadillas y mis sueños se disipan al poco de despertar no los recuerdo.
lunes, 19 diciembre, 2016
El Quijote contiene una sola ensoñación, la de la Cueva de Montesinos, fantástica pero bien delimitada. Y genial.
Besos Luz
lunes, 19 diciembre, 2016
Este debate de los sueños que mantenéis aquí dice mucho de los lectores. Sé que a Mª Ángeles no le entusiasman. En eso coincide con Julián Marías, que cierra un libro en cuanto ve un sueño o deja de ver la película, aunque le haya gustado hasta ese momento. Si puedo salvar la discusión, he de decir que este no es un sueño-sueño sino una alegoría moral.
Buen recuerdo el de la foto, Luz.
martes, 20 diciembre, 2016
Por otra parte, este sueño-alegoría moral viene a representar lo mismo aquí que en el Quijote el de la cueva de Montesinos, sabiendo, claro, que las dos novelas son bien diferentes...
martes, 20 diciembre, 2016
Hola Luz, un placer leerte siempre que puedo. Esta vez estoy con Mª Ángeles, lo onírico en Literatura no me apasiona, pero sí me gusta leer las interpretaciones que hacéis de ella, parece que entonces se me abren nuevos horizontes y lo leo con más ganas. Me pasa lo mismo con el arte pictórico surrealista.
Quiero dejarte mi cariñoso saludo navideño envuelto de paz y felicidad. Besos.
martes, 20 diciembre, 2016
Te ha salido muy original la historia vuelta a contar desde el final.
En cuanto a la polémica entre mis dos amigas, ya sean sueños o alegorías, he de decir que a mí me encantan también las historias de sueños. Es más, si alguna vez escribí cuatro letras de ficción, en buena parte salieron se un sueño.
viernes, 23 diciembre, 2016
Tengo, en mi blog, varias entradas en que me meto en un sueño, es un buen recurso. Y me gustan las ensoñaciones en la literatura siempre que estén bien delimitadas, con principio y final. Y que no invadan una obra entera, que haya realidad y fantasía bien contrastadas. ¡El Quijote! Esos libros que son una pesadilla desde el principio al final, esos no son mi debilidad. El de Marina Perezagua comienza en un Manhattan con visos de realidad, aunque don Quijote y Sancho aterricen de manera fantástica. Me gusta más ese Manhattan real que el onírico en que desemboca después. No me desagrada el libro en conjunto.
Os animo a seguir con el debate.
Un beso y feliz Navidad, amigas. Y amigos.
viernes, 23 diciembre, 2016
Interesante debate y como a mi me gusta
la hermenéutica...
:-)
¡¡Besos!!
viernes, 30 diciembre, 2016
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