martes, enero 21, 2025

LOS PARQUES







He de confesar, que me gustan más los parques que se encuentran fuera de las ciudades y pueblos, que aquellos   que  habitan en estos recintos cerrados, aunque también sean grandes y extensos, cómo pueden ser muchos de  estos  lugares que con frecuencia transitamos, pero eso de ´" no poner puertas al campo",  y poder ver los horizontes infinitos que no terminan, no desmerecen a los anteriores. 


Aquí en Madrid, reconozco que tenemos grandes y bonitos parques para poder pasearlos,  ausentándonos del ruido y disfrutando de la tranquilidad que nos proporcionan El Retiro, La  Casa de Campo, La fuente del Berro, La Quinta de los Molinos... unido a las numerosas  arboledas  y jardines donde se detiene la naturaleza, para poder disfrutarla a todo lo ancho y largo de lo que es la Comunidad dónde vivo. 


Y  sin embargo, cuando voy hasta el lugar dónde nací, confieso  que casi ni paseo por el   pequeño parque, cuyo nombre desconozco, que hay a la entrada y salida, según se mire,  donde los árboles verdes de diferentes tamaños y  distintos en sus hojas, dan una refrescante sombra en el verano, mientras  las personas disfrutamos, con los elementos correspondientes según  sean nuestras edades,  para  hacer ejercicio, junto a   mesas  por si deseamos comer y beber,  a la vez que los árboles van  creciendo para dar  su sombra en el verano y sus colores en el otoño, junto a su desnudez en el invierno, pasando a sus vestidos verdes, cuando ya es primavera. 


No obstante,   he de  confesar que yo prefiero pasear por esos campos, tanto en Velilla de San Antonio como en Pardilla, donde puedo contemplar el horizonte de pequeñas montañas o montículos, observando  cómo el paso de las estaciones van pasando en sus  tierras que aún se van sembrando y dónde crecen las flores silvestres, junto a lo sembrado y puedo mirar cómo  la tierra,  sigue su curso , mientras observo  los horizontes que me van acompañando en mi recorrido habitual de su día a día.


Esos parques de ciudades, dónde todo es igual y a la vez muy distinto, son oasis, donde la mente descansa, de los ruidos  y la contaminación de esta vida agitada, viviendo en el pasar de los días, de una forma circular  el  pasar también  de los tiempos y llevándome a la lectura de Julio Cortázar y  su magnífico cuento de  LA CONTINUIDAD DE LOS PARQUES.




 



















(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros





lunes, diciembre 16, 2024

LAS RIADAS


                                           

                                                                   

   

  

A lo largo de los tiempos, parece ser que siempre ha habido riadas que han llevado en sus abundantes aguas, al desastre de todo aquello que significa VIDA.

  No hace mucho, en este mes de octubre pasado, ocurrió en Valencia de una forma catastrófica, como siempre ha sido, pero estando en el año  del 2024,  es muy penoso que haya habido tantos muertos y aún algunos desaparecidos. 

Voy a dejar aquí lo escrito por  Don Tomás Martín, cura que fue de mi pueblo natal, Pardilla, en la provincia de Burgos, allá por los años de 1869  y también la riada que yo recuerdo haber visto y sentido, cien años después. 

            

Anotaciones

 Por parecerme digno de transmitir a la posterioridad los daños que pueden causar los elementos especialmente en tipo de nublados, pongo en estas anotaciones lo que sucedió  en esta mi feligresía el año de mil ochocientos sesenta y nueve que por lo grave llama la atención.

 

1ª En el día veintinueve  de Julio a cosa de las diez y media de la noche vino desde Villalvilla y Onrubia  una grande  avenida que inundó varías casas de  la calle del Pozo, teniendo que abandonarlas sus moradores, aunque en esta noche fue pequeña en comparación de la que siguiere.

 

2ª  En el día seis de  Agosto del año expresado desde las once y media de la noche hasta las tres de la madrugada del siete, fue tal la furia de la inundación  que no se contentó con inundar las casas de la calle del Pozo, sino que destrozó muchas casas, entre ellas la de Fernando Moral, la de los herederos de Feliciano Manso, la huerta del curato y otros, y sin  embargo que  con este destrozo pudo extenderse mucho más la avenida, tal fue su abundancia, que se inundaron muchas casas de la calle de las Eras, llevándose a su paso cuanto encontraba, entre otras cosas, dos carros a él uno y llevándoles así hasta cerca de Milagros, sacando además de quicio las puertas del corral de Francisco Vela, llevándolas entre árboles hasta el plantío de Milagros y gracias que tiradas las paredes de las cercas que dejo anotadas  pudo extenderse el agua , que de otro modo hubiera llegado hasta la carretera y acaso hubiera destruido algunas casas que quedaron inhabilitadas, subiendo el agua hasta el techo del portal y cuadras, donde quedó el granizo que traía la inundación por mucho tiempo, pues aun lo secado al aire libre, duró mas de veinticuatro horas sin deshacerse; esta misma inundación tiró doce piedras enormes del pasamanos del puente de la carretera próximo a Milagros.

 

3ª En el día veintiuno del mismo mes y año como a las siete y media de la tarde una centella, que cayó entre la era de Jose Barrasus y el camino que desde el viñedo va a los lagares, mató a Jose Villagra, hijo legítimo de Plácido Villagra y de Estansilada de Blas,  y a una caballería mular  de Manuel González con quien el Jose estaba sirviendo en este día por aquí no hubo aguacero.

 

4ª En el treinta y uno del referido mes de agosto del mismo año de 1869, a la una y media de la tarde, un huracán acompañado de un fuerte aguacero, destrozó el viñedo de este pueblo, arrancando de raíz varios árboles y rompiendo otros muchos especialmente los de la carretera, rompiendo también la gruesa olma de esta villa que se hallaba plantada  a la esquina del corral de Pascual Sanz, próxima al pozo de la Villa, en este día no obstante que el aguacero duraría poco mas de cinco minutos fue tal su abundancia que no cabiendo por la alcantarillar de la carretera el agua que bajó de ValdePedroMiguel inundó la Posada de Patricio García, en la que vive Ecequiel Moral y tuvieron necesidad de entrar a sacar a las personas que en ellas se hallaban.  Se ha dicho que este huracán de este día arrancó la campana del reloj de Vadocondes. En todas estas inundaciones provenían de fuertes nublados quedaron sin cosecha de vino o con muy poca Villalvilla, Onrubia, Montejo, Fuentenebro y esta Villa de Pardilla, habiendo tocado  también algo de los pernicos De Fuentecesped, Santa Cruz de la Salceda y Aldehorno y en las mieses y con especialidad de garbanzos, alubias y patatas y los pueblos expresados Pradales  y Ciruelos, esto que sepamos por aquí y en otras partes Dios sabrá lo que habrá sucedido.

 

5ª En el día doce de Diciembre del mismo año un aire huracanado tiró las dos veletas de la Iglesia no obstante que la del campanario estaba fija en una piedra de bastante peso, la que cayó también con la veleta.

 

En este año de 1869 no ha incidido otra  cosa  que llame la atención aunque no es poco lo que dejo anotado.

 

Firmado    Tomás Martín


En cuánto a mis recuerdos estos son:

No  sé si fue por los finales  años 60 del pasado siglo, el caso es que sí  tengo en la memoria, cómo  desde el arroyo de Pardilla, que lleva ese mismo nombre,  donde las aguas bajaban claras y algo escasas,  salía un gran estruendo, seguido a una gran tormenta. El  miedo que se expandía en el pueblo y los comentarios que también se iban extendiendo desde la Plaza a la Isla, dónde yo vivía con mis padres y hermano,  llegando hasta mis oído de niña entrando a la adolescencia, cómo  el señor Pepe, apodado  al Ratón que  vivía muy cerca del arroyo, se le había ahogado un borrico en la cuadra y  las calles de la parte baja del pueblo, habían quedado todas inundadas  con  lodo  y agua en el color del  barro. 


 Al estar el pueblo en ladera y nosotros viviendo en la parte más alta, donde se encuentra la Iglesia, sabíamos que no iba a llegar y nos dejaba un poco  tranquilos, ya que  la misma carretera,  que atravesaba y atraviesa el pueblo, podía hacer de muro, pero los que vivían en la parte baja, lo pasaron mal. En mi recuerdo está el sonido que hacía el agua al pasar por el desborde del arroyo y el color rojizo de esas aguas. Sin embargo, no recuerdo la tormenta que debió caer en aquel mes de junio, tan lejano... que se ha borrado en mi memoria.


                                                   

                                                        En cauce seco,

                                                       el arroyo de Pardilla

                                                        con renacuajos.  


                                                                                                      









(c) Texto y fotos, Luz del Olmo Veros
 


                                               


                                                                        







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miércoles, diciembre 11, 2024

LA DISCUTIBLE SOLEDAD


                                          
                                                                             
La discutible soledad
en la que puedo ser
yo mismo.

Mario Benedetti.



Sentada en la terraza 
soy un balancín de ocio 
holgando de las dudas. 

La tarde se entretiene 
enamorando 
silencio y soledad.

Cercada en su zig-zag
me siento muy bien sola
¡no me hagas despertar!


No  voy a decir que soy una persona solitaria, porque esto no es así. Normalmente me complace  la compañía  de familiares, amigas y amigos. Y sin embargo, puedo confesar que en determinados días,  ratos, o momentos, prefiero estar conmigo misma, en especial cuando paseo por los campos de los sitios donde  resido. 

 
Me gusta el practicar  eso de el andar por andar,  en los lugares donde los caminos son de tierra y piedra,  para  ir observando, cómo a uno y otro lado de ese camino, van pasando las estaciones del año y dónde los horizontes, pueden verse allá a lo lejos,
acariciados por los cielos de  distintas tonalidades en sus grises y azules, siendo las nubes blancas sus  protagonistas, aunque también surquen en el cielo los pájaros tanto naturales como los artificiales, porque al estar muy cerca del aeropuerto, emiten sus diferentes ruidos, como así  también  pueden oírse,  los mugidos de las vacas, el cacareo de  gallinas, el silencio de las cigüeñas, el trote de los caballos o el rebuzno de algún que otro borrico que me saluda al pasar cerca de él, unido al ladrido de los perros con sus correspondientes amos. 


Sí, es el campo con sus horizontes,  lo que más me gusta pasear en la soledad de mi misma, porque puedo abstraerme y pensar   con frecuencia,  recordando los versos de   Lope de Vega con aquello  de: a mis soledades voy   y de  mis soledades vengo, aunque eso no me impida,  el ir hablando por el aparato que lo hace todo y nos tiene informados, embelesados, embrujados,  llamado móvil,  ya que nunca se aparta de nuestras manos o bolsillos, para  responder  al primer tono, aunque estemos disfrutando de los mejores paisajes. 


Es más, si algo nos llama la atención, lógico que lo queramos compartir, pero ahora, en este siglo XXI, la sociedad ha cambiado tanto.... que  es la inmediatez lo que nos está impulsando a dejar de lado, esos momentos donde la soledad,  deseada,  ya no  existe, pues nuestros  intereses han cambiado y    cada vez somos menos solitarios, surgiéndome la  duda de si ¿es  en apariencia o es una  realidad?  pues yo me pregunto: ¿estamos  más solos  que nunca? ¿ o es la inmediatez de contar, lo que nos impide esa soledad de la que escribe Mario Benedetti, para ser uno mismo?







(c) Texto y fotos: Luz del Olmo

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viernes, noviembre 29, 2024

LUZ DE LUZ

 


                                                                                        


Nacemos con la luz y  no en vano decimos que una mujer  da a luz o alumbra  un nuevo ser.  Por el contrario, cuando morimos, se nos va esa luz y no sabemos con toda certeza,  el dónde, el cuando y el cómo transitaremos  si nada o mucho, por esos  lugares  misteriosos  y desconocidos, pero sí   evocamos a las personas  que todavía no hemos abandonado esta Tierra que nos cobija, porque somos capaces  de   suponer, las posibilidades que  podremos encontrar  en ese " más allá", cada uno según su forma de pensar y  vivir  en este planeta donde  la única certeza, según el decir del pueblo, es la Muerte. 


En esta mi  ya larga   vida,  llevando el nombre  de María  Luz  que  mi madre se  empeñó en ponerme,   porque  no había ninguna persona que se llamase así  en el pueblo de Pardilla, ya que en aquellos años de la dictadura franquista  las mujeres, independiente de nuestro nombre,  siempre teníamos que  anteponer  el   famoso María.

Bien puedo escribir que siempre me he identificado con mi nombre, pues  indica  las luces tanto de la mañana como la de la tarde,  para subyugarme  de igual forma, amaneceres y atardeceres , notando que la oscuridad no me gusta nada. 

Sí madre, estuviste acertada con mi nombre y sus diferentes tonalidades  que van pasando a lo largo de los días con sus noches.

En el escrito de Cernuda que lo titula LA LUZ , hace referencia a esa luz que se apaga  cuando nos dice adiós nuestra propia vida, por eso, al leerlo  he recordado la mía y en ella llevo ya bastantes pérdidas en cuanto a la familia, amigos y amigas se refiere. Algunas esperadas como la  de mi progenitora, pues consiguió llegar a sus 90 años y otras inesperadas como la de mi padre cuando  de forma repentina, nos dejó con tan solo cincuenta y siete años. También  lo hizo mi hermano Evencio con veintitrés y hace unos días  en noviembre de este año fatídico,  fue mi hermano Rafael quién se marchó con  91 años. Ahora solo quedamos los pequeños de la familia, Victoriano y yo.  

En el pasar de los días con su luz y las noches sin ella, mi camino poco a poco, se va quedando más solitario y  aunque el andar por él  también me ha traído nuevas amistades, junto a las que ya existían, vamos caminando entre luces y también episodios de oscuridad, en este pasar de la vida con su tiempo   que fueron creciendo conmigo, cómo bien lo dice mi admirado escritor Jorge Luis Borges, en su poema:    

         
                                    EL RELOJ DE ARENA

El tiempo, ya que el tiempo  y el destino
se parecen los dos : la imponderable 
sombra diurna y el curso irrevocable
del agua que prosigue su camino. 






(c) Texto y fotos:  Luz del Olmo Veros 
 





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sábado, noviembre 23, 2024

Y EN INVIERNO LA NIEVE





En los días de diciembre y enero mi padre, se levantaba más tarde de lo habitual y lo primero que hacía,  era el   asomarse por la pequeña ventana que daba a nuestra habitación en forma de L, donde  mis primogénitos dormían en la parte más larga   y yo en la  más corta, en   distintas camas y  obviamente de diferente tamaño, pero las dos tenían en común los colchones de lana que en primavera y verano,  se vareaban,   oreaban y también los deshacían, para que la lana no se apelmazara. 


Era muy común que el Teodosio, con sobrenombre de El Troneras, en estos días de nieve,  sin abrir aquel ventanuco de madera con un trozo de cristal,  que había en la habitación donde dormíamos,  podía ver cómo estaba el callejón de la que siempre fue nuestra casa y  no era raro que en los inviernos me despertara para decirme:


-Mari, Mari, hoy está todo el callejón blanco y sigue nevando con copos grandes, para añadir muy  contento, la muletilla que siempre  me decía, cuando se encontraba con la  blancura que cubría la tierra.  


- Hoy, quietos en la ropa.  Esta nevada, es buena para los que vivimos en los pueblos. Hoy no tenemos que ir a trabajar. Los de Madrid, acudirán a sus trabajos con nieve o sin ella. Alguna ventaja tendremos los que nos pasamos la vida  en el campo. 


Y cuando esto oía, yo me levantaba sin importarme el frío  que hacía  por   la habitación, pues el brasero que teníamos  debajo de la mesa camilla,  se había apagado en sus brasas,  mientras nos reflejaba  un espejo colgado  en la pared de adobe,  para  asomarme con mi  progenitor   y  compartir  aquella sensación de alegría que nunca se me ha ido, aunque hayan pasado ya  muchos años,  junto a las  palabras que me  repetía ,  cada vez que este fenómeno blanco, llegaba al callejón de nuestra casa.  Y así seguía hablando conmigo, para decirme que en este día  nos quedábamos bien resguardados y disfrutando del temporal   nevado de estos inviernos cuyo gran protagonista  era el intenso frío de Castilla la Vieja, que se decía por entonces. 


 Quizás sea por  ello que si   hay nieve en las calles, yo siento alegría. A no ser que venga una Filomena  como la  de hace  unos años, donde ese Quietos en la ropa de mi padre,  se convirtió  en  una auténtica pesadilla. 


Al recordar mi primera habitación, me viene a la mente la pared blanca y enjalbegada, donde para mí,  era lo primero  que veía al despertar y cómo me gustaba  escribir en esa pared, a pesar de las regañinas de mi madre,  con un sarmiento fino, cogido de las gavillas que teníamos en la cocina para encender el fuego, palabras que me inventaba, quizás sea  por ello, que siempre me gustó imaginar y escribir. 


Cuando estoy tecleando en el ordenador de este siglo  XXI, me llaman al móvil. Es mi sobrina y me dice que mi hermano Rafael, a sus 91 año, esta noche ha fallecido. Él que fue el primero en salir de nuestra casa para ser sacerdote siendo el mayor,  ya no está con nosotros. Descansa en Paz.


Texto escrito el 18 de noviembre de 2024 y corregido unos días después.




(c) Texto y fotos : Luz del  Olmo Veros                                                                         




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miércoles, noviembre 13, 2024

NACÍ EN PRIMAVERA

 

                                                 

 


Aquí dentro me quedaba yo lejana ya 

para siempre la única primavera de mi vida.                                                    

    José Luis Sampedro                                                              

                                           

                                        

El veintiuno de marzo de 1949, mi madre Nicolasa,  a eso de  la una de la tarde, según me han  contado, trajo al mundo una niña, después de haber dado vida a tres varones y con nueve años de retraso, desde el último parto que tuvo. 


Quizás sea la propia fecha de mi nacimiento  la que ha podido  influir, para que esta estación del año, sea mi preferida y aunque escriba estas líneas, en el otoño atmosférico del año 2024,  incluido el mío propio  y vital, es en esta época  donde  los días se van acortando en el mes de noviembre que nunca me ha  gustado,  para  llegar después de una larga espera hasta la fecha de mi nacimiento, en el siguiente año y en especial por ver y sentir cómo la luz se  va dilatando y  deja  atrás sin pausa ni mesura,  las horas oscuras del otoño y el invierno, hasta llegar a ese  sentimiento alegre y feliz,  porque  la claridad, en especial del sol, sin importarle los intereses varios, hace que la Naturaleza continúe en su empeño de caminar siempre adelante, con las  imprescindibles rutinas del día a día, que  transita   a su propio compás, sin pedirnos permiso por lo que nos pueda ir sucediendo, a muchos y variados seres que habitamos este planeta Tierra, con nuestros propios ciclos vitales. 


Ya en el camino desde el mes de febrero, las flores blancas y rosas  de los  almendros,  nos lo van  anunciando, en los campos de Castilla junto a otros lugares, donde  los  verdes, en sus diferentes  tonalidades, empiezan  a cubrir llanos,  mesetas y laderas, para llegar hasta marzo y  comenzar a sentir, en campos y personas,  cómo el invierno lo vamos dejando atrás  y  los nuevos horizontes se  amplían al compás de esa luz que tanto me gusta, para sentir de nuevo, que  la primavera ha nacido y se quedará con nosotros por distintos tiempos, según la geografía del lugar  donde nos encontremos. 


Sí, en este ahora que  se va acercando el invierno,  deseo que pase pronto esta estación,  con sus  fríos y también con sus  bellos paisajes nevados, para  así llegar al estallido de esa estación  primera del año, sabiendo que  a veces  camina despacio y otras, estalla de pronto envolviéndonos  con su  aire tan especial, para llenar por unos meses y no a todas las personas, de alegría y sin embargo, también para otras, que están más con los pies en la tierra que yo, con mucha incertidumbre. 


 

 

(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros 




 


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jueves, octubre 31, 2024

MI BIBLIOTECA

 



No tengo solo una estantería para guardar los  libros que a lo largo de mi ya dilatada vida,  he ido acumulando y,  en general, para lo desordenada que soy, suelo respetar el orden alfabético por autores. 


En la imagen que dejo en esta foto,  descansan  las prosas, es decir, las novelas y cuentos de diferentes escritores que escriben en lengua española  y en otro apartado, los  autores que publican en nuestra lengua, pero que escriben en la suya. 


Por fortuna,  tengo la suerte de tener una  amplia habitación, en la parte de arriba de la casa, donde la luz, mi inseparable compañera, me va alimentando en el transcurrir del tiempo,  por ello  los libros se acumulan, al compás de mis años, porque a pesar de ahora poder leer  en las pantallas de diferentes tamaños, mi preferencia sigue siendo el papel.


Por otra parte, la poesía también tiene su estantería particular. Es más pequeña y por eso su morada se encuentra en el  comedor, donde también se hallan   los libros  de teatro, junto a los que me han publicado y he publicado.


Los libros que nos hablan de filosofía y en especial de psicología, reposan tranquilos en un descansillo de la escalera,  con su correspondiente orden alfabético, como siempre, por autores . 


No me olvido que tengo dos casas  y que hay otros que permanecen silenciosos, un poco sin orden ni concierto,  en la casa que me vio nacer y  donde reposan en  sus correspondientes estanterías.


En fin, que creo no haber llegado casi a los mil libros  que  tenía mi querido amigo Felipe A. Rodriguez y donde nos muestra una entrada que lleva por nombre: PÓRTICO: " LOS INADAPTADOS"  y aquí os dejo el enlace  por si queréis saber donde han ido a parar. 

 https://lahoradelabanana.blogspot.com/2024/10/portico-los-inadaptados.html

 

En principio me resisto a desprenderme de ellos, pero un refrán me recuerda que: "Nunca digas, de este agua no beberé" y otro  que también me viene a la mente y es ese de " Hay que darle tiempo al tiempo". 


(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros

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