domingo, enero 14, 2024

MAGNOLIO






 



No es ningún magnolio que crece en una calle estrecha de un barrio antiguo,  como sí  lo es  en la prosa poética  OCNOS de Luis Cernuda de quien  hurto los títulos. 

El árbol que yo diviso y del que  quiero escribir, tiene el mismo color, sin ser rojo, no ser azul, pero sí dándole una apariencia en sus flores entre un rosa fuerte y  el color fucsia que nacen en primavera y que en Pardilla, solo existe uno en especial, aunque últimamente he visto algún otro, que ha florecido en estos nuevos tiempos y por ello es solo un arbusto. 

Este Árbol del amor, me han indicado, sin ningún rigor científico,  que  es llamado de Júpiter y que tiene un segundo nombre, Árbol de Judas,  pues parece ser,  según la leyenda, fue este árbol el   que le sirvió al  discípulo traicionero de  Jesús, para  colgarse de él y morir ahorcado.  

En cualquier   caso, se llame de una forma y otra, me doy cuenta,  que no tengo de él ningún recuerdo de mi infancia,  porque debió de  ser  plantado ya después, o quizás haya surgido de una semilla,  cuando en mis años de primera juventud,  yo pateaba  las calles de Madrid, porque mi oficio por entonces, era ser vendedora de perfumes, pues la vida no me lo puso nada fácil, y tenía que subir y bajar las escaleras de muchas casas antiguas, para vender aquel lote de un perfume, que olía para mi gusto, bastante fuerte, al que añadiamos un tubo de pasta de dientes, por 25 pesetas y de esta forma, conseguía poder sobrevivir, en aquel Madrid de mis 17 años.


Y como voy siguiendo a  Luis Cernuda, diré que el árbol que existe en Pardilla, solo florece en alternancia con los  años que  son  pares para crecer en solitario, en unas escaleras que hay a la salida  o entrada, de las dos casas que le dan cobijo.  


Es este Árbol del amor, el que da una pequeña y casi imperceptible sombra, cuando se encuentra en el álgido de su floración. Al estar el pueblo en ladera puedo verlo   y  por una pequeña abertura, que me dejan otras  escaleras de cemento y piedra, puedo  divisar   algo de la Plaza Mayor, para mirar a lo lejos, los campos ya  en el  verde de los cereales, pues en el mes de mayo, la primavera tiene su punto culminante  en nuestras tierras.  

El año pasado, estaba feo y sin flores. Deseo que este año que tiene número par, vuelva a darnos la  bienvenida.

(c) Texto y fotos: Luz del Olmo Veros 







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domingo, enero 07, 2024

PLACER




Oír la música que originan el tamboril y las dulzainas, en las dos fiestas de Pardilla  y los pueblos de alrededor, siempre me ha producido, un sentimiento de verdadero placer, porque los sonidos que la originan, se introducen en mí como una ráfaga de viento en su carantoña de verano, para escuchar la música que va directa a mis manos, en el toque de pitos con los dedos y en consonancia con el cruce de los pies, para obedecer la melodía en su repetición.

 

Es un placer que desde mi infancia se va repitiendo y que permance, en especial,  cuando son las Fiestas de la Patrona Santa Isabel, en el 2 de Julio y también el 29 de agosto en su Fiesta Grande de San Juan “Degollao”.

 

Si es verdad que  este sentimiento de placer está íntimamente relacionado con los sentidos, puedo afirmar que el disfrute de esos momentos que ocurren en el  verano, vienen hasta mí en el deleite por la música compartida, que también puedo experimentar, cuando la escucho en el directo de la orquesta, donde  los diversos  instrumentos,  cuentan su historia   en esa eterna  melodía que han ido creando los grandes autores,  en el pasar de  los siglos.  

 

Esta jota castellana con   su música en repetición, es capaz, aunque me cueste un poco,  de introducirse en mí, para conseguir una cierta armonía y en especial, esa vivencia de compartirla desde nuestros primeros años,   con aquellas personas  que  formaron  parte de  nuestra   infancia y adolescencia y por ello, se  ha quedado  incrustada, como  un sentir muy  especial,  guardada en la memoria, volviendo a  tener el placer del pasado, para retomar aquellos días felices,  que  nos llevan a nuestro presente.

 

(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros

          




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