lunes, diciembre 31, 2012




ACORDE AZUL








Deseo que el 2013 lo sientas como una cálida primavera.


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sábado, diciembre 22, 2012

FELIZ NAVIDAD


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viernes, diciembre 21, 2012

DIEZ RESPUESTAS. EXPOLIO EN LA SANIDAD PÚBLICA





jueves, diciembre 13, 2012

EL PLACER DE LA LECTURA II



Hace ya unos cuantos años, escribí este cuento que pienso puede tener relación con la propuesta que nos hace Pedro Ojeda sobre el  Placer de la Lectura. Es mi pequeña aportación.

                       SEGROB


Fue una época de mi vida en la que me dio por leer y leer. Quizá la causa estaba en el invierno frío y lluvioso, por ello, mi mayor placer consistía en enclaustrarme dentro de la Biblioteca.

Cuando llegaba la hora de cerrar, el encargado muy amablemente me indicaba que debía irme. Yo le miraba sin comprender y era precisamente mi incomprensión lo incomprensible para él.

Recogiendo como un autómata el manojo de letra impresa, salía a la calle. El dueño del kiosco cercano, no tiene horas fijas de cierre, lo cual me alegraba mucho, pues así podía comprar los periódicos de la tarde (los de la mañana los tenia ya leídos), las nuevas revistas y todo lo que oliese a lectura. Con toda aquella preciada carga me dirigía muy ufano al autobús.

Y fue precisamente en este medio de transporte donde descubrí, en uno de los libros de préstamo, un billete de metro con la siguiente inscripción:
         
          Los días que uno espera olvidar, los días que
          uno sabe que olvidará.
          ¿Qué importa el tiempo sucesivo si en él,
          hubo una plenitud un éxtasis una tarde?

Inmediatamente contesté:
    
          Intemporal. Inaccesible,
          el momento del éxtasis
          siempre permanece.

Al día siguiente, devolví el libro y olvidé‚ por completo el asunto. 

 La época febril de lectura, poco a poco fue pasando. Los días comenzaban a ser largos y paseaba por las calle de la ciudad. A veces, era ya muy entrada la noche, cuando volvía a casa.

Compré una bolsa grande, especie de mochila, y decidí llenarla con todo lo que en mis largos paseos me pareció más interesante.

Con el tiempo decidí vaciarla. Allí encontré‚ de todo: cáscaras de pipas, alas de mariposa azul, flores secas, dos piedrecitas blancas, tres plumas  de distinto  tamaño y grosor, una madera en forma de lagartija putrefacta, briznas de hierba, hojas de morera, un bigote de gato, tierra, arenilla, migas de pan y lo mas extraño, un papel- ya para entonces había roto definitivamente con  aquel mundo-.No recordaba en qué momento lo había metido en la mochila. Seguramente lo confundí con otra cosa. Mi curiosidad quedó fija en él y dejé de prestar atención a todo lo demás.

Al tenerlo entre mis manos, vi que era un billete de metro amarillo con letra impresa en  bolígrafo azul. Mis circuitos de memoria comenzaron rápidamente a actuar, hasta darme cuenta que aquel era el famoso billete de metro que yo había encontrado en un libro de los que por entonces me hacían compañía.

Cuando el sol empezaba a ponerse pesado, algo volvió a obsesionarme: ¿De quién eran aquellos versos que parecían dispuestos a seguirme?

Una mañana al levantarme, tomé la resolución de volver a mí época de lectura, pero esta vez iba a ser seleccionada e intencionada.

Al verme el encargado de la biblioteca, le percibí de nuevo su incomprensibilidad y me miró desde lejos como distraído. Yo hice lo mismo, pero los dos supimos  que había vuelto a establecerse un equilibrio roto.

Mientras leía con paciencia y detenimiento verso a verso todos los poemas de los clásicos españoles y los clásicos extranjeros, una o dos veces, me fijé en el rostro de la gente y por su cara deduje que el otoño, nos había envuelto en su acostumbrada tristeza.

Seguí leyendo poemas y descubrí la cantidad de versos que han escrito los hombres a lo largo de los tiempos. La forma de pensar y sentir es tan actual, que me dejaban perplejo.

¿Por qué aquel empeño en cuatro palabras? ¿Por qué no lo dejaba y me dedicaba a otra cosa? ¿Merecía la pena?

Sostuve una gran lucha  entre el desánimo  y el deseo de descubrir hasta que  ganó el continuar la búsqueda.

Un domingo, unos amigos insistieron en llevarme a su casa a pasar el día. Ellos estaban bastante preocupados por mis continuas rarezas de hacer siempre lo mismo en una determinada época y después dejarlo para coger otra  manía. Al fin y al cabo, decían, eso no era normal.

A mí me parecía que sus manías eran muy similares a las que yo frecuentaba, lo que pasa es que yo las variaba por temporadas y ellos tenían  una durante muchos años.

No obstante, decidí pasarlo con ellos lo mejor posible, la verdad  es que eran amables y siempre se habían portado bien conmigo, aunque  de vez en cuando comentasen mis "rarezas".

Llegué a su casa dispuesto a sufrirlos lo mejor posible; y al entrar en el enorme salón, ordenado y limpio, me atrajo poderosamente la atención una gran fila de libros, todos del mismo color, que estaban colocados en la estantería del mueble.

Imantando por ellos, casi sin saludar a mis amigos, me acerqué para  mirarlos. Olían a papel recién salido de fábrica.

Al ver mi gesto, me explicaron que era una colección de poesía comprada a un vendedor, que  los trajo a casa y como el color combinaba con el marrón claro de la estantería, decidieron comprarlos. Además la forma de pago era un tanto cómoda e incluso me hicieron la pregunta afirmación:

¿Verdad que el color es precioso?

Yo les contesté‚ con otra pregunta ¿Los habéis leído?

- No, me replicaron, apenas si tenemos tiempo.

Como ya había ocurrido otras veces, nuestro diálogo se averiguaba algo discontinuo y troceado. Decidí olvidarlos, aunque fuese una descortesía  y cogiendo un libro al azar, comencé a leer.

Y cuando mis ojos tropezaron con aquello  de:


"( los días que uno espera olvidar, los días que uno sabe que
olvidará)" callé bruscamente y comprendí el autentico significado de mis obsesionantes versos. Lo que pasó después, es algo que no voy a contar, nos pertenece a ellos y a mí.

Seguí leyendo, ahora ya en voz baja y completamente absorto en el poema.

          ..............................
          ................................................

          ¿Qué‚ importa el tiempo sucesivo sí en él
          hubo una plenitud, un‚éxtasis, una tarde?.

Cerré‚ el libro  y encontré‚ su autor.

Hubiese deseado  compartir esos momentos con mis amigos, pero ellos siempre estuvieron ajenos y jamás comprendieron que estaba ocurriendo en mi.

Pasamos el resto del día más o menos como se pasa en estos casos, dejándonos llevar por la rutina establecida para un domingo con invitados.

Al volver a casa abrí ilusionado la mochila para comprobar que allí seguía el preciado billete de mis sueños, junto a él, algunas flores secas a las que antes no había prestado atención, me miraban  interrogantes. 



(c) Texto y foto: Luz del Olmo

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